Emprendedores
Un cuento de hadas, chinitas y coraje
Por Sofía Rojo
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Llegué al taller de Paula a la hora en que habíamos acordado. Lo distinguí antes de poder chequear el número de la casa. Paredes coloridas, flores, arte. Ahí es, pensé. Me esperaba ordenando. Su colección nueva, DESEO, estaba a punto de salir a la luz. Pude espiarla antes. Esóterica, dijo Paula. Mágica, agrego yo.
Paula Echeverría tiene 29 años y, si bien es inquieta y curiosa, su calma parece la de alguien mayor. A los 8 años tomó el camino del arte y supo siempre que esa sería su elección. Pintura y dibujo, por mucho tiempo. Pasó por la Escuela Municipal de Arte, Polivalente, el IPAT y finalmente, un amigo la convenció y se animó a meter las manos en la arcilla. Llegó el turno de visitar la Escuela de Cerámica: la primera clase la enamoró. Hoy es su sustento y, afortunadamente, su pasión.
En el 2018, sus suegros le ofrecieron el lugar que hoy es su taller. Una casa delante de donde vive con su novio, con quien está desde hace diez años. Al principio, habían organizado una feria con amigos. Una fusión que ofrecía ropa vintage, accesorios y cerámica en showrooms con música que fueron furor. Casa Custom se llamaba. Luego, Paula supo que su búsqueda iba por otro lado. Con un logo que ya existía y productos que ya tenían su estilo, tan sólo faltaba darle un nombre a todo: CORAJE, ahí nomás salió. Los primeros dos años, allí, fueron de talleres y producción. El papá de Paula tiene un taller mecánico, de rectificacion de motores, alla por la vía. A los inicios de Coraje, el horno estaba allí y él buscaba a Paula todas las mañanas. Ella llevaba los objetos en cerámica cruda embalados en cajas de banana. Los ponía a cocinar y volvía a su taller a arrancar con su rutina.
Los talleres que Paula brindaba empezaron siendo una vez por semana, con dos o tres personas, y al poco tiempo pasaron a ser de lunes a sábados, dos por día y de ocho personas cada uno. Sus ingresos mayoritariamente provenían de ahí, hasta que vino la pandemia. Y hubo que reacomodarse y buscarle la vuelta. Coraje se reconvirtió y Paula se dedicó de lleno a producir. Instagram sería, en ese momento, una gran vidriera que supo aprovechar. Si bien hay cuestiones de producción que no le gustan tanto, como la moldería, su mamá la ayuda por las mañanas y, además de compartir tiempo juntas, entre las dos se complementan. Paula, entonces, puede plasmar eso que desde hace tanto tiempo, y tan bien, sabe hacer: pintar y llenar de color y expresión, las figuras que ella misma crea.
En un recorrido por sus inicios, Paula recuerda que, mucho antes de la creación de Coraje, sus primeras ventas fueron hadas muy pequeñas, hechas en porcelana fría, para ofrecer en alguna feria; o a sus profesores, a quienes vendió, entre otras cosas, alguna colección de muñecas. Hoy, con su emprendimiento, Paula hace, por un lado, producciones a pedido y, por otro, sus propias colecciones que cada tanto va cambiando, para no aburrirse. Vasos, tazas, jarras, porta sahumerios, hornitos, soperas, platos, bowls, macetas, imanes, cruces y un sinfín de objetos únicos e irrepetibles nacen en sus manos para quienes quieran disfrutarlos.
¿Un objetivo? Expandirse. Pero, a su tiempo.
¿Un desafío? Confiar en ella misma.
¿La vedette de Coraje? Las chinitas que son muñeca y maceta a la vez.
¿Fan número uno? La abuela.
En Instagram @coraje.ceramica