Un legado dulce en Villa Italia: la vida de Emilio Palencia, el heladero que dejó huella
Emilio Palencia, el icónico heladero de Villa Italia conocido por su dulzura y carácter, falleció a los ochenta y seis años el pasado 19 de noviembre, dejando un profundo recuerdo en varias generaciones de tandilenses que crecieron con los sabores de su tradicional Heladería Modelo en la esquina de Ameghino y Quintana.
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La noticia del deceso de Emilio Palencia, el heladero de Villa Italia que se convirtió en una figura entrañable para el barrio, resonó en la memoria de aquellos que vivieron la infancia en el barrio y guardan en sus recuerdos el paso por su emblemática esquina. A sus ochenta y seis años, Palencia dejó no solo un legado de helados artesanales, sino también la impronta de una vida marcada por el trabajo y la dedicación.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailEn diálogo con El Eco, su hermana Josefina Palencia lo definió como "una persona dulce, pero también cabrón". Y agregó: "Mirá, él tenía días, tenía días que era una dulzura y tenía días que no le podías hablar. Yo, por ejemplo, estuve trabajando con él hasta que falleció mi marido en 1994, atendía con él la heladería". Esta descripción pinta a un hombre multifacético, querido y respetado por la comunidad.
La historia de los Palencia en Tandil y su relación con el comercio no inició con la heladería, sino mucho antes. El padre de Emilio y Josefina, tras la temprana pérdida de su esposa, decidió emprender en la ciudad. "Mi papá y mi hermano vivían en el campo, porque perdimos a nuestra madre muy chicos. Emilio tenía doce y yo trece. Él iba a la escuela, vivían en La Peregrina, cerca de Mar del Plata. Él iba a la escuela allá en el campo y yo acá en la ciudad con una tía", relató Pepa Palencia. Posteriormente, su padre adquirió una fiambrería a mitad de cuadra de donde se encontraba la tradicional heladería, lo que llevó a Emilio a radicarse en Tandil y finalizar sus estudios en la Escuela n°21.
La Heladería Modelo, un sabor inigualable
El fallecimiento del patriarca familiar marcó un giro en la vida de los hermanos. Fue entonces cuando Emilio y Josefina decidieron aprender el oficio de la heladería y abrieron la tradicional Heladería Modelo. Ubicada en el corazón de Villa Italia, en la esquina de Ameghino y Quintana, la heladería se erigió en un barrio que, en aquellos años, carecía del desarrollo comercial y la cantidad de locales con los que cuenta hoy. Se convirtió rápidamente en un punto de referencia para los vecinos y para la ciudad.
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El compromiso con la calidad y el sabor artesanal era la piedra angular del negocio. Josefina Palencia recordó con entusiasmo la dedicación diaria: "Nos levantábamos muy temprano porque nosotros preparábamos los helados. Cuando se abría, él empezaba a fabricar y ahí se hacía todo". Destacó la pureza de los ingredientes y el método de elaboración, que buscaba replicar los sabores caseros. "Por ejemplo, al de limón le dejaba hasta las semillas. El de dulce de leche, si alguna vez tenés oportunidad de hablar con Fabían Acuña, preguntale cómo era el dulce de leche, no había otro dulce de leche igual. Y a Javier Pianta, también le encantaba. Lo hacíamos con el dulce de leche que se consume en la casa, y no con el que viene preparado, hacía de cuenta que vos estabas tomando el dulce de leche casero", expresó.
Las costumbres de consumo de helado han evolucionado significativamente. Actualmente, los argentinos consumen un promedio de siete kilos de helado por persona al año, con un pico de diez kilos en la temporada de verano. El noventa por ciento de la población consume helado durante todo el año, lo que demuestra que ya no es un producto estacional. Sin embargo, hasta principios de los 2000, la realidad era otra. "Nosotros abríamos los últimos días de octubre o los primeros días de noviembre y cerrábamos en marzo, era el verano de antes, hoy las heladerías no cierran nunca. Nosotros estábamos todo el día ahí, desde la mañana hasta la noche", explicó Pepa, reflejando el cambio de paradigma en el sector.
Más allá del mostrador: una vida de trabajo y pasiones
La Heladería Modelo fue testigo de innumerables historias y momentos compartidos por los vecinos de Villa Italia. "Me da mucha alegría que lo hayan querido tanto, estos días he visto muchas cosas en redes sociales sobre él y todos hablan bien, todos los recuerdan como era, un hombre bueno. Tuvimos una heladería donde hemos visto de todo, primeras citas que luego terminaban en casamientos, por ejemplo", comentó Josefina. Sin embargo, en el año 2011, Emilio Palencia tomó la difícil decisión de cerrar las puertas del tradicional local. "Estaba cansado, ya no quería trabajar más y nadie se quería hacer cargo. La hija era muy joven y yo era grande, le costó pero decidió cerrar", explicó su hermana. Fue el final de una era, un adiós a la heladería que marcó a varias generaciones.
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Pero la vida de Emilio Palencia no se limitó a su rol como heladero. Desde muy joven, compaginó sus estudios con diversas actividades laborales. Con apenas quince años, comenzó a trabajar en el tradicional Bazar Blanco y Negro, para luego pasar por la fidería El Progreso, propiedad de un tío, ubicada en Mitre y Alem. Su pasión por el deporte lo llevó a ser un fiel jugador del Agrario e incluso a desempeñarse como árbitro. También era un entusiasta jugador de mus en el Club Defensa, actividad que disfrutó hasta que su salud se lo impidió.
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Palencia era un hombre que disfrutaba profundamente de la compañía de sus amigos y de la pesca. Su hermana lo describió con cariño y orgullo: "Era un nene grande, era un laburante, siempre le gustó trabajar". Emilio fue padre de tres hijos: Marcela, Gastón y Mauricio. A pesar de que la vida los llevó a distanciarse por varios años, los hermanos volvieron a unirse para despedir y recordar la figura de su padre, honrando el legado de un hombre que dejó una huella imborrable en el corazón de Villa Italia.
Responsable y coordinador de redes sociales en El Eco.