Una mujer trabajadora: la historia de Moni, que se levanta a las 4 de la mañana y hace viajes a las cárceles
En este 1 de Mayo, El Eco de Tandil visitó a Moni, una vecina de la ciudad que contó su historia de vida.

“Por momentos se gana bien, por momentos no. Pero es mi tiempo, y el precio lo pongo yo y es para mí. Esta semana, ya estoy esperando al principio de mes”, cuenta Moni. Tiene 51 años, 11 hijos y aunque trabajó toda su vida y cuenta con “el orgullo de decir que llevo el pan a la mesa porque lo gané yo”, desde hace un tiempo tiene un empleo singular. Hace viajes particulares, lleva y trae gente por la región y el país, pero en especial a los penales de Barker y Sierra Chica.
Recibí las noticias en tu email
Accedé a las últimas noticias desde tu emailCon motivo de conmemorarse en todo el mundo un nuevo Día del Trabajador, El Eco de Tandil visitó a Moni en Villa Aguirre. Su historia es como la de tantas mujeres y varones sin un empleo formal o en relación de dependencia. Ya no es novedad que el mundo del trabajo cambió, y gran parte de la masa laboral vive en la informalidad. Que según el caso y la perspectiva se denomina como “economía popular” o “sector emprendedor”.

Pero Moni hablará de “ganar el pan”. Su primer recuerdo es a los 6 años, cuando acompañaba a su papá a hacer pozos sépticos, o cuando más o menos a la misma edad retiraba diarios de Nueva Era y los vendía por la calle.
Después, la vida la llevó por acá y por allá. Tuvo 11 hijos, enviudó dos veces, vendió artículos de limpieza, fue empleada en un geriátrico y en una planta de reciclaje. Compraba pan dulces en una panadería y después los ofrecía por la calle. Consiguió una moto e hizo mandados hasta que tuvo un accidente. Entonces sacó el carnet profesional y entró a una remisería, pero desde comienzos de 2024 ya no le rendía porque “pones mucho tiempo tuyo y no ganas nada”.
Con su nueva pareja consiguieron un auto y se largó por su cuenta. Desde ese momento hace viajes. Durante la charla no hará referencia al cansancio, ni a las dificultades, ni a las adversidades. Por el contrario, hablará de pasión. “Me apasiona manejar”, dice.
Viajar, trabajar, proyectar
Llevó pintores a Rauch y los esperó 10 horas para que le rinda el gasto en combustible. Y hace poco tiempo atrás, junto a su marido transportaron una familia a Corrientes. Pero en general, Moni hace viajes a los penales de Barker y Sierra Chica. También a Olavarría y a Azul.
“Me habían tirado la data de hacer el penal, y me encantó el viajar. Cuando un preso sale en libertad, lo voy a buscar. He llevado gente a Pinamar, a todos lados. Me encanta porque la gente te cuenta su historia. Yo me pongo en el lugar de ellos, porque no estoy en la vereda de enfrente”, contó.

Moni tiene un hijo privado de su libertad. “Jamás en la vida necesitó salir a robar. Lamentablemente la droga lleva a todas esas cosas. No le faltó ni un par de zapatillas. Lo que yo pude siempre les he dado a todos, a los once. Y estoy viva por ellos. Son mi pilar”, dijo.
Sin embargo, no siempre que viaja al penal en el que está su hijo puede visitarlo y charlar con él. Poder hacerlo, explicó, le resulta muy caro. Cada ingreso supone comprar mercadería, yerba, azúcar, la comida del día. Entonces espera afuera, y vuelve con las mismas personas a las que llevó.
“Comparto con la gente, me pongo en el lugar del otro. La gente cuenta. El otro día fui a buscar a un muchacho a las 6 de la tarde. Estaba contento. Me dijo que se iba en libertad, y me contó sobre su hija, y que no tenía ni para comprar un paquete de fideos. Yo gracias a dios, nunca tuve que salir a hacer esas cosas”, relató.
Moni ceba mate dulce. Su marido y su hija mayor revisan el auto, que empezó a fallar en los últimos días. Su nieta de 16 años mira el celular. Son 10 en una casa en la que, describe, “nos arreglamos como podemos, con una cama en la cocina y las dos habitaciones repletas”.
Puede interesarte
La familia tiene los viajes pero “las necesidades son más grandes”. La pareja de Moni se dedica a la albañilería y hace arreglos de electrodomésticos porque “es un capo, hace de todo”. A veces si hay suerte, salen 5 viajes en una semana. Entonces ella se levanta a las 4 de la mañana, pasa a buscar a los pasajeros por sus domicilios y sale. Vuelve cerca de las 4 de la tarde.
“Si nos saliera un puesto en el campo, nos vamos, con muchas ganas”, señaló Moni. “Mi marido hace menos de un mes que volvió a agarrar trabajo. Pero nuestra idea es irnos a trabajar de puesteros. Sería ideal, y la tranquilidad para él, que no tiene más ganas de trabajar de albañil. Lleva casi 60 años andando y haciendo fuerza”.
Cuando se le pregunta por la situación económica actual, Moni dice que “está muy difícil”, pero enseguida agrega “para todos”. Menciona que antes compraba un kilo de yerba, y ahora compra de a medio, pero no hará muchas otras referencias a las adversidades económicas.
“No soy vaga, no pido al Estado, y no vivo del Estado. Siempre tuve ese orgullo de decir que el pan que llevo a la mesa porque lo gané yo”, cerró la chofer antes de ir al auto para tomar una foto. El 1 de mayo lo pasarán en el frente de la casa, con el capó levantado, tratando de arreglar el remis para volver a trabajar, estar listos para el próximo viaje.
Sobre el autor
Redactor El Eco de Tandil