UPD, un festejo que desvela más a los padres y docentes que a los propios alumnos
Desde hace algunos años, los alumnos que ingresan al último ciclo de la secundaria, sea quinto o sexto, decidieron que ese “último primer día” (UPD) de clases merecía una celebración. Todo comenzó en Mendoza y San Juan, pero en la última década se trasladó a la Capital Federal y en los últimos tiempos la costumbre se fue extendiendo al interior de la provincia y Tandil se acopló a la moda.
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Los estudiantes llevan disfraces o remeras alusivas, banderas que identifican al curso, bombos u otros elementos de percusión y pirotecnia, como bengalas de colores. Aquí el encuentro comenzó la noche del domingo, previo al comienzo de clases, ya que los alumnos se propusieron pasar la noche juntos, sin dormir, y terminar en la puerta e incluso en el patio de las instituciones.
El problema con este festejo no es la falta de sueño de los chicos, sino el excesivo consumo de alcohol por parte de los adolescentes, por ende, el estado de ebriedad con que se presentan a la escuela.
Los datos son cada vez más alarmantes. El Defensor del Pueblo adjunto de la Provincia, Walter Martello, que además está a cargo del Observatorio de Adicciones y Consumos Problemáticos de la Defensoría, remarcó que el último estudio de la Sedronar ha detectado que “aumentó el consumo de sustancias ilícitas y abuso de alcohol en la población de entre 12 y 17 años: de los niños y adolescentes que consumieron alcohol en el último mes, uno de cada dos lo hizo de forma abusiva”. Esto representa 82.453 niños y adolescentes. Por este motivo, propuso llevar adelante una campaña de prevención en conjunto con los 135 municipios bonaerenses con distintos ministerios nacionales y de la Provincia para que haya más controles y prevención.
Desde esta localidad, el inspector jefe distrital Rodolfo Badín, aseguró que en las escuelas estatales “por suerte” no existe esta problemática.
El testimonio
“Nos juntamos todos los que vamos a sexto año, de Economía y Naturales”, contó la alumna de uno de los colegios privados de esta ciudad.
Alrededor de las 23.30 del domingo, toda esa agrupación, todos los egresados, empezaron a llegar a lo del compañero que ofreció su casa como punto de encuentro con el objetivo de hacer “la previa” para ir al otro día al colegio.
“Desayunamos ahí y a la hora de entrar clases fuimos todos juntos caminando. Hay alcohol, o sea que la mayoría, van borrachos”, dejó deslizar la estudiante.
Como la idea también fue hacer ruido a la entrada de la institución, llevaron bengalas y también espuma.
No todos participaron, ya que hay algunos chicos a los que sus padres no les permitieron asistir, porque no les parecen que esté bien. “En mi agrupación hay un par que, como alguno de sus padres trabaja en el colegio, los dejaron ir a partir de las tres de la mañana como para que duerman un rato y no sin dormir la noche entera”.
Dicho por la misma alumna, a las autoridades no les cayó nada bien ni les pareció simpática la modalidad adoptada, sin embargo sostuvo: “Ellos no pueden hacer nada, aunque si tirábamos espuma adentro nos suspendían”. En el caso de detección de estado de ebriedad en alguno de los chicos, la medida es llamar a los padres para que lo retiren del establecimiento.
Entonces, estos futuros egresados, con sus máscaras, buzos especiales que los identifican, ruido y sin dormir encararon su último primer día de escuela del resto de sus vidas.
Si bien la primera clase del año se terminó dictando igual, para los profesores fue una verdadera lucha y búsqueda constante de paciencia y atención, porque los estudiantes fueron decididos a no hacer caso. “Dieron la clase como pudieron, porque sabían que no teníamos ganas de hacer nada”.
Las posturas de los padres respecto del tema resultaron tan variables como la cantidad de alumnos en un aula. Algunos entienden las ganas de celebrar, otros son rotundos y no permiten que su hijo participe, hay quienes no están de acuerdo, pero aceptan para que el chico no quede afuera y pueda compartir con sus compañeros.
Todos coinciden en la preocupación por el consumo de bebidas alcohólicas que pueda darse, aunque muchos confían en que su hijo o hija “no toma”. Asimismo, la mayoría descarta que pueda llegar a haber utilización de drogas de cualquier tipo.
Campaña de prevención
La iniciativa del Defensor del Pueblo adjunto de la Provincia, Walter Martello, es con el objetivo de que se pueda empezar a definir una estrategia conjunta de los 135 municipios bonaerenses con ministerios nacionales y provinciales para trabajar en pos de aumentar los controles y prevención, ya que el crecimiento del consumo de alcohol, cocaína y éxtasis por parte de niños y adolescentes es alarmante.
De esta manera, propuso comenzar a desarrollar una estrategia para acelerar campañas de control, prevención y concientización con respecto del “Ultimo Primer Día”.
Martello destacó que otros indicadores preocupantes apuntan a que en la Argentina “hay 2.299.598 nuevos consumidores de alcohol en el último año, de los cuales 319.994 son preadolescentes y adolescentes. A su vez, en comparación a 2010, se triplicó la presencia de cocaína entre los jóvenes de esta franja etaria. Y el consumo de éxtasis en niños y adolescentes aumentó un 200 por ciento”.
“Por lo que estuvimos analizando, existe una desarticulación entre los distintos niveles del Estado para abordar este flagelo. En los últimos años se registraron distintos tipos de incidentes durante la celebración del Ultimo Primer Día, lo que exige que haya una presencia activa del Estado en todos sus niveles dado que está en juego, principalmente, la salud de miles de jóvenes y adolescentes”, apuntó Martello.
El defensor adjunto consideró que “existen iniciativas en municipios que establecieron programas especiales por el Ultimo Primer Día, pero necesitamos un abordaje integral que nos sirva para prevenir las adicciones en la población juvenil y para dar un mensaje de que las drogas y el alcohol nada tienen que ver con la diversión”.
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