Armagedon

Estoy sentado en una de las sillas de la sala de espera. Incómodo no es la palabra, extraño quizás. Me siento extraño. Es que ir al odontólogo me perturba. No entiendo como hay personas que dicen ´tengo cita con el dentista´ y actúan como si nada, como si se fueran a hacer un trámite, como si no temieran morir o algo peor.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailHace diez minutos que llegué y todavía no puedo recobrar el equilibrio psico-emocional. Es más, cuando la secretaria me abrió la puerta y la vi con un rociador en la mano me imaginé que estaba planchando la ropa. Con apresto o algún producto de esos que usaba mi mamá para dejar las camisas impecables.
-Qué raro, la secretaria planchado la ropa acá…-, pensé, mientras ella con un gesto para nada invasivo, muy cordial pero firme, intentaba cerrarme el paso, apuntándome con el dedo en el gatillo del rociador.