Hola, Jacinto:

Elegiste nacer el día en que Boca jugó una final de Copa Libertadores. Aguantaste, aguantaste y por fin apareciste a los diez minutos de un nuevo día. Me lo confirmó tu viejo al rato de que naciste: “Abuelo nací hoy, 4-11”, escribió debajo de la foto donde se te ve ya en la cunita, con un gorro celeste, durmiendo, como si nada.

Unas horas más tarde me levanté y fui a comprarte un enterito o body o conjuntito, no sé bien cómo se llama, con los colores de Boca. Con gorro y babero. Me tomé ese atrevimiento porque tu mamá –que es mi hija- es de Boca y tu papá creo que también, aunque mucho no le interesa el fútbol. Te juro que si alguno de los dos hubiera sido de otro equipo yo no hacía semejante cosa. No, al menos de entrada. Soy de la época en que los padres prácticamente les imponían a sus hijos de qué equipo iban a ser. Mi viejo –tu bisabuelo- era de Boca. Acá me tenés. En eso, soy tradicional.

Puede pasar que vos te hagas de cualquier otro equipo (supongo que lo iremos charlando dentro de algún tiempo). Incluso puede pasar que el fútbol no te interese en lo más mínimo. En ese caso, no insistiré demasiado. De mi parte, siempre va a estar todo bien: harás lo que tengas ganas de hacer.

La cuestión es que mientras vos empezabas a transitar las primeras horas en esta tarea de vivir, Boca perdió. Algún día, si te interesa, te contaré cómo fue ese partido. 2 a 1 con Fluminense, en el Maracaná, con miles y miles de hinchas de Boca que viajaron hasta allá. Emocionante. Capaz también que algún día te emocionás. O no. No importa.

Tampoco importa mucho el resultado. Mejor si hubiésemos ganado. Ya se va a dar; el fútbol da revancha (lo vas a escuchar mil veces).

A lo que voy con esto es que si te gusta el fútbol, si te hacés hincha de un equipo, te van a tocar muchas de estas dos situaciones: perder y ganar. Sufrir y ponerte contento. Y un día va a venir alguien que te diga: “¿por qué te ponés así por un partido? ¿Vos sabés que cuando decís ´ganamos´ o ´perdemos´ los que ganan o pierden son otros, no sos vos?”. Y cosas por el estilo. Vos pensalo y seguro vas a saber qué responderle.

Pero yo te digo una cosa: ser hincha de un club de fútbol es una de las pocas cosas que quedan en la vida –al menos cuando vos naciste- que no te va a significar ningún beneficio ni ninguna pérdida. No vas a ganar ni a perder plata; no vas a tener más ni menos poder; no vas a trepar ni caer en la pirámide social; no vas a ganar contactos con gente importante ni con gente no importante.

Vas a reírte o vas a amargarte porque sí nomás. Va a ser una de las pocas cosas que hagas que no va a tener ningún tipo de objetivo, meta, plazo, método, pasos a seguir, estrategia ni táctica. Lo vas a hacer porque tenés ganas.

Y esa va a ser una de las mejores frases que vas a poder pronunciar, a los cuatro, a los treinta y a los ochenta años: “no sé por qué lo hago; porque sí nomás…”.

La libertad, la verdadera libertad –y otro día te cuento lo que se está viviendo por estos días- se construye de frases como esa. Me animaría a decirte que la felicidad también.

Así que acá te dejo el enterito. Espero que te quede bien. Cualquier cosa, lo cambio. Por eso tampoco te hagás problema.

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Carta a Jacinto