Efectos especiales

Hablábamos ayer –y en otras ocasiones- de las sesiones de cine que solemos tener con mi hijo de 12 años. Es un momento que disfruto mucho, más allá de la película que elijamos para ver (y últimamente venimos bastante mal al respecto) y sobre todo debo agradecer que no le gusten las de terror. O al menos, todavía no le gusten.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailDe cualquier manera, ya se lo dejé aclarado: “conmigo no cuentes para eso”. Sus hermanos mayores pasaron por esa etapa y alguna que otra de terror me ha tocado ver (o hacer como que veía mientras cerraba los ojos). Hoy no podría soportar un susto más. Porque, además, el avance tecnológico en materia de efectos especiales es, permítaseme el término, aterrador.
Ver hoy “El Exorcista” hasta puede causar gracia; cuando la vi, a mediados de los setenta, casi muero.