El agua que no sé

Me pasa cada vez que hago un viaje largo en auto. Durante las semanas siguientes, algunos de mis sueños tienen como escenario los pueblos por los que pasé y ni siquiera me detuve. O lo hice apenas algunos minutos, para estirar las piernas, pedir agua caliente o comprar algo para comer que no sean los productos plastificados de las estaciones de servicio.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailNo viajo seguido. Si lo hiciera, quizás mis sueños no se ocuparían de estas cuestiones. O se transformarían en algo así como una aplicación de viajes o alojamientos. Sueños turísticos, promocionales, insistentes.
Sabido es que los sueños responden a una lógica propia, en la que vale todo: mezclar rostros, nombres, lugares, tiempos, personajes. Así, una llama que vi en Abra del Infiernillo, se me aparece tomando agua del río Negro, en General Conesa.