El olor a pólvora

El palacio de Cecilienhof, en la ciudad alemana de Potsdam, era uno de los pocos que se había mantenido intacto tras los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial.
Recibí las noticias en tu email
Accedé a las últimas noticias desde tu emailTal vez por eso fue el lugar elegido por los tres líderes mundiales, los ganadores de la contienda. Tal vez porque quedaba muy cerca de Berlín, el centro simbólico, político y estratégico del nazismo.
En esa casona barroca a orillas del Havel, hace hoy ochenta años, los tres hombres se sentaron como si fueran los dueños del tiempo no solo del mundo que se rehacía Afuera, el verano alemán florecía sobre los escombros de la derrota. Adentro, el futuro era servido con el café y los cigarros importados. Por debajo del humo del tabaco, se sentía –y también se podía oler- el indisimulable olor a pólvora.