HOY, LUNES
Genaro y la máquina de sueños

Mis compañeros de cuarto año ponían caras de bodrio cuando llegaba la clase de taquigrafía. Yo también, obvio. Porque por convicción casi filosófica y por entramado relacional, no podía mostrar beneplácito por ninguna materia. Ni por el colegio, las clases, los profesores, los curas y el sistema educativo en general. El rebelde puedo no serlo, pero sí parecerlo.
Recibí las noticias en tu email
Accedé a las últimas noticias desde tu emailPero me gustaban esas clases.
Ahora que lo pienso, la única vocación más o menos férrea que tuve fue aprender a escribir a máquina. En cuanto a las demás, quise ser muchas cosas pero ninguna del todo porque no iba a poder disfrutar del resto. Si me decidía por ser músico no iba a poder ser veterinario; si optaba por la medicina, jamás podía ser piloto de avión, etc.