La historia

Cuando era chico, nos reíamos de cosas como estas: los hermanos Pinzón.

Horacio Fontova todavía no había llegado con su canción, pero igual nos causaba gracia el nombre de estos hermanos. Ni hablar del pobre español apellidado Cabeza de Vaca; o mejor dicho, pobre del cabezón del grado, que durante un par de semanas posteriores a esa lección de historia pasaba a llamarse Albar Núñez.

Pero a los hermanos Pinzón -más concretamente a Martín Alonso- la historia no sólo les caería con la injusticia de la risita burlona de un chico de nueve o diez años, sino que le depararía el peor papel: el ninguneo.