La irrupción de nuevas palabras o conceptos en el lenguaje cotidiano me merece cierta cautela antes de incorporarlos a mi propio decir.

A esta altura trato de escaparle a la moda y a los modismos para no caer en la tilinguería de aparentar una edad que no tengo ni apropiarme de algún concepto que desconozco.

Mi fórmula es simple: dejo pasar el tiempo. Si la palabra o la frase permanece, de a poco la voy incorporando. Si no, se las llevará el olvido.