HOY, SÁBADO
Laberintos

En esta ocasión, las cosas se invirtieron: el que lo sorprendió fui yo. No sé si fue mi intención primera, pero cuando vi su sobresalto me causó gracia haberlo asustado.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailEstaba de espaldas a una de las calles perdidas en el atardecer de mi barrio, apoyado sobre el primer hilo del alambrado de un potrero, masticando un palito, mirando la noche que caía a la altura de los últimos cardos en pie.
-Discúlpeme, lo noto triste..., le dije al Fantasma, sin previo anuncio.