HOY, SÁBADO
Las fórmulas de la vergüenza
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La voz de mi hijo suena imperativa desde la planta alta donde tiene su escritorio para hacer los deberes. Tan imperativa como cada vez que se enoja y no le salen las cosas (ya pude entender que no se la está agarrando conmigo sino con él mismo, con el colegio, con los docentes o con el mundo. No obstante, un pequeño repaso de buenos modales y armonía convivencial no viene nada mal en estos casos).
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-Epa. ¡Qué lindo, hijo! Es hermoso cuando a uno le piden favores a los gritos. ¿Querés que pruebe yo?
