Leopoldos y Macedonios

Yo no sé bien a qué atribuirle este “clima de época” –como se suele decir ahora- en el que, entre otros fenómenos, miramos entre absortos y sonrientes cómo una masa de hinchas de fútbol se desplaza miles de kilómetros para alentar a un equipo que –como todo hacía suponer- no estaba a la altura de las circunstancias.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailHablo, claro está, de esta marea de miles de fanáticos boquenses invadiendo las playas, los supermercados, los estadios y las calles de Miami, generando lógico orgullo entre quienes simpatizamos con esos colores y algo de confusión en el resto del mundo, que no entiende de semejantes pasiones desmesuradas.
No estoy en condiciones de juzgar el fenómeno. Si lo hiciera, probablemente caería en la trampa que tienden las emociones en un intento fracasado por escaparle a ellas.