Lo que sabía Stephen King

Sábado a la tarde. Salí de casa, hice dos cuadras y tuve que estacionar. Porque si además de la niebla, que permitía ver no mucho más allá de diez metros, a mí se me daba por pensar en la película, era altamente probable que me incrustase contra algo.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailDe la película, La Niebla –claro-, lo que más me acuerdo es el final. Horrible, pero horrible en serio. Me pregunto por qué un director se ensaña así con el público. Porque el libro de Stephen King no tiene ese final: es abierto. O sea, librado al estado de ánimo del lector. Si está para el corchazo, elige el de la película. Y si no, apuesta unos fichines a la salvación de la humanidad.
Qué hacía yo pensando en una película de hace casi veinte años, estacionado con el auto en marcha, en lugar de ir donde tenía que ir. Sé qué hacía: escaparle a la tarde.