-¿Qué hacés, perdido? ¿Qué tenés que hacer ahora? ¿Vamos al centro…? Pará que te llamo y te explico.

Domingo de tardecita. Dicen que son los momentos de depresión de la semana. A veces coincido con eso y ya no me disgusta. Menos ahora, que mi amigo El Gordo acaba de mandarme un mensaje y en tres, dos, uno me va a llamar.

Prefiero estar deprimido antes de saber qué se le ocurrió ahora.

-Che, escuchá: ¿vamos al centro?

-Hola, Gordo, cómo estás. Yo bien, al igual que mi familia y los míos en general.

-Me alegro. ¿Vamos al centro?

-No. Y no voy a preguntarte qué te pasa con el centro que estás tan insistente.

-¿Cómo qué me pasa? ¿Dónde vivís?

-Te dije que no te iba a preguntar.

-Salió campeón el Calamar. Platense, querido. El equipo del Polaco. Ciento veinte años de historia. Primer título… Lloro.

-¿Sos tarado vos?

-Ahí está, el insensible, el poco empático, el devorado por el clima de época.

-No, no te confundas, Gordo. Yo soy hincha de Boca y de Aldosivi. Que salga campeón cualquier otro equipo que no sea River me puede generar mayor o menor simpatía. Pero de ahí a emocionarme… ¡Y encima querés ir al centro a festejar!

-A festejar no. No lo sé. Quiero ver cuántos se juntan. Te juro que no recuerdo haber conocido un solo hincha de platense en mi vida.

-Creo que yo tampoco.

-Por eso. Quiero verles las caras, saber sus nombres, sus direcciones. Viste que de un tiempo a estar parte, hay mucha gente de Buenos Aires que se instaló en Tandil. No sé, capaz que en la inmigración llegó algún hincha del calamar.

-Andá nomás. Aunque sea, para hacer número.

-Ves que no entendés nada de la vida. En qué te han convertido…

-Bueno, a ver explícame vos cómo es la vida.

-Así: Los hinchas de Platense en Tandil, sean dos, diez o veinte, no necesitan hacer número. Se asumen así: pocos (jamás equipo chico. Nadie se asume equipo chico). No necesitan hinchas para abultar la convocatoria. Eso sería una farsa. O peor aún: una limosna del “grande”. En todo caso, si hay que hacerse uno de ellos es en las malas, cuando les ha tocado descender. Es mejor disfrazarse de perdedor que mimetizarse con los victoriosos.

-Hermosa frase. ¿Pero a qué vas, además de hacer inteligencia interior?

-No me ofendas. Voy a hacer de público. A ver cómo esos dos, diez o veinte sienten que alguien de afuera los observa en los festejos. Quieren sentirse protagonistas, una vez. O tal vez por primera vez. Porque como todo hincha, ellos también son hacedores de este campeonato. No dicen “el equipo por el que simpatizo salió campeón”. Como vos, como yo, como todos, dicen “salimos campeones”. Y es un acto de justicia estar ahí, haciendo de público.

-A ver, justicia. ¿Y qué hubiera pasado si el que salía campeón era Aldosivi? También somos pocos, nunca salimos campeones, seríamos dos, diez o veinte en el centro. ¿Irías? Seme sincero.

-No.

-Ahhhh, viste. ¿Por qué?

-Porque son de acá nomás, de Mar del Plata. Hay un poco de pica, además.

-O sea que las demostraciones de justicia funcionan para lo que está lejos.

-No me enrosqués con tu palabrerío.

-No te enrosques. Vos no te engañes. Como integrante de una mayoría, en este caso futbolística, te das el gusto de elegir una minoría. No estás a favor de las minorías en general. Me extraña de un peronista, que dicen abrazar a todos.

-Bueno, pará…

-No, pará no. Pensalo mejor. Pensate.

-Ok. Empecemos de nuevo.

-¿Eh?

-Che, ¿querés ir al centro a ver el festejo de los hinchas de Platense?

-No, gracias, Gordi. Hace un poco de frío y prefiero quedarme en casa.

-Ok. Chau.

-Chau.

-Pecho frío.

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