HOY, VIERNES
Mosquitos

Con el sigilo con el que un felino observa a su presa esperando el momento de atacar, me levanto lentamente del escritorio, busco el insecticida, lo encuentro, apoyo el dedo índice en el disparador y apunto con el orificio a ese ser odioso, diminuto (aunque bastante robusto para los de su clase) y temido, que está distraído sobre una de las paredes.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailMe acerco un poco para no fallar. Preferiría darle con un diario enrollado, pero ensuciaría la pared. “Seamos civilizados”, me digo y me dispongo a ajusticiarlo. Un instante ante de oprimir, siento la vocecita, lejana, algo temblorosa, implorante.
-Pará, pará, pará… Vos no me podés matar. Nos conocemos.