Una de las maneras de comenzar a entender el “clima de época”  es leer a los intelectuales que buscan erigirse no solo como intérpretes sino como “hacedores” de ese clima.

Tomando como cierta esta premisa, trato de leer –hasta que la tolerancia y autopreservación me lo permiten- a Agustín Laje, a quien se lo sindica como uno de los intelectuales a los que el presidente Javier Milei adhiere con fervorosa convicción. Un hombre de derecha que ha tomado la decisión de emprender la denominada “batalla cultural” contra lo que él supone un relato equivocado que ha imperado en el país durante varias décadas. En ese afán se muestra en contra de movimientos como el feminismo, la tolerancia a la diversidad sexual, ciertos valores como el respeto por las minorías, las disidencias de cualquier tipo y todo aquello que puede –a fuerza de estiramientos semánticos- encuadrarse en el pensamiento “woke”.

Lo leo, insisto, con la peregrina intención de entender. Y ciertamente, no lo logro. Muchas  veces el enojo supera mi capacidad de interpretación.