Pulóver

Si me preguntás cómo se llamaba no te lo voy a poder decir. Me olvidé. Pero me olvidé en serio, no es que lo tengo en la punta de la lengua y viene alguien y me dice ´Sergio se llamaba´ y yo digo ´ah, tenés razón, el Sergio´. No. Me olvidé por completo. Viste que el cerebro tiene un mecanismo de defensa, dos zagueros centrales ponele, que tiran la pelota afuera cuando se trata de algo que te hace mal. Bueno, por eso seguro me olvidé. Para cuidarme.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailLaburaba con nosotros el muchacho, en la misma sección. Había entrado hacía dos semanas. Un muchacho de edad indescifrable. Capaz que tenía 26 o 53. Hay gente que es así. Muy metido para adentro, pero no hosco. Vos le hablabas y te respondía. Pero nunca iba a salir de él empezar una conversación. A la hora del refrigerio se mantenía en la ronda del mate, quedaba un poco retirado. Y no tomaba. Eso no nos cayó muy bien, viste cómo éramos nosotros. Él se llevaba un saquito de té y una tasa Rigopal celestita. Amargo lo tomaba.
Se reía con algunas ocurrencias de los muchachos, pero no intervenía. Salvo cuando hablábamos de fútbol, ahí se prendía. Tímidamente, pero se prendía. Era hincha de Estudiantes de Caseros. Porque había venido de Buenos Aires hacía unos meses. Hincha de Estudiantes de Caseros, que en ese entonces jugaba en la B Metropolitana. O en la C. Nunca más me crucé con un hincha de Estudiantes de Caseros.