Que los cumplas…

Ayer me acordé que cumplía años una vieja amiga de la adolescencia. No suelo acordarme de los cumpleaños de los conocidos; a veces el Face –como tantos otros facilismos tecnológicos- viene a reparar esos olvidos. No en este caso: o mi amiga no tiene Face, o no es mi “amiga” o me avisó y no le di pelota.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailEra la hora en que me siento a escribir la columna. Se nota que en esos momentos, la cabeza se me pone de determinada manera. Pongo palanca en que los pensamientos fluyan y en el desfile, apareció mi vieja amiga y su cumpleaños.
Y como soy como mandado a hacer para desconcentrarme, ahí nomás agarré el celular, abrí el Whatsapp y le mandé un riguroso “que los cumplas muy feliz”. Y me desentendí del asunto, con una doble satisfacción: la del deber cumplido y la de haberme acordado. No es poco, a esta altura de los acontecimientos, cuando tiendo a olvidarme de citas con médicos, mecánicos y escribanos.