HOY, VIERNES
Rarezas

Un día de mis veintipico de años tomé una decisión que venía rumiando desde hacía tiempo: dejar de ser yo. Algo así como hacen los gangster o asesinos a sueldo en las películas: cambiarse el pasaporte, el nombre, teñirse el pelo e irse a vivir a otro país.
Recibí las noticias en tu email
Accedé a las últimas noticias desde tu emailPor supuesto que ya por entonces semejante movida no estaba al alcance de mi presupuesto, así que opté por algo más modesto: dejar de usar anteojos.
-Probalos -me dijo el contactólogo, mientras me ponía los lentes de contacto-. Usalos un buen rato, dos o tres horas. Salí a caminar, mirá tele, leé. Tratá de hacer varias cosas, como charlar con la gente, tomar un colectivo, etc. Luego venís y me contás si te sentís cómodo.