Tarde de súper acción

Aquella tarde de calor en Olavarría ocurrieron muchas cosas en poco tiempo. Tantas que mi mente –la de un nene de poco más de dos años, mi edad de entonces- no pudo procesar y la cosa terminó mal.
Recibí las noticias en tu email
Accedé a las últimas noticias desde tu emailHabíamos llegado a esa ciudad algunos meses antes, porque mi padre lo trasladaron en el trabajo. La casa que le habían asignado era linda, con jardín y un parque muy grande, atrás. Tenía dos galpones y varias plantas; una de naranja. El pasto era bien verde y por el medio había un caminito de cemento que conducía hasta el paredón del fondo y a una parrilla donde mi viejo hacia asados los domingos. Por allí iba venía con mi triciclo colorado.
Fue un domingo cuando el vecino de atrás se asomó por arriba del paredón para felicitar a mi papá por el asado que estaba haciendo. Creo que lo invitó a almorzar a él y a su familia. Los matrimonios se hicieron amigos. Tenían un nene más o menos de mi edad.