The Grey Panther Show

No es la primera vez que me pasa, pero no por eso lo voy a naturalizar. Al igual que la vez anterior, me sucede cuando llego a casa cansado del laburo. Lo mismo: intento abrir la puerta de entrada y no puedo. Un fastidio, una preocupación, una cerradura rota quizás; pero la llave abre, el picaporte acciona. Hay algo del otro lado, como un sillón, un ropero apoyado contra la puerta.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailEmpujo fuerte del lado de afuera y es como si algo (¿alguien?) hiciera lo mismo de adentro, en sentido contrario. Al fin, cede la presión del otro lado. Si paso la panza, paso todo -me digo-, y efectivamente. Paso. Entro.
Cuando prendo la luz no doy crédito a lo que veo: un elefante. No un elefantito de porcelana (esos a los que se le anudaba un billete en la trompa para atraer la fortuna) ni de peluche: un elefante de verdad. Gris, arrugado, trompudo, orejón… con todas las características de un elefante.