HOY, SÁBADO
Traumas

El destino me vuelve a poner frente a una inyección.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailQué digo frente: de espaldas a una inyección. Y ese es el primero de los inconvenientes. Así como a nadie le gusta que hablen a sus espaldas, tampoco le resulta agradable que estén manipulando un arma blanca –una aguja lo es- con claras intenciones de ensartársela, por más que le llamen “aplicar”.
El segundo problema es que uno no está completamente vestido. Tampoco desnudo, es cierto. Pero el pantalón caído, o mitad caída, supone cierto grado de indefensión ante el otro. En este caso, otra. Que como corresponde, está totalmente vestida y con un delantal profesional.