Una familia de plata

La primera vez que le conté a mi hijo más chico que en mi primera infancia no había televisores en la mayoría de las casas me miró como esperando el remate del chiste. Tal vez por esa razón –porque se quedó con ganas de reírse- o porque le gusta que le cuente historias graciosas de mi niñez se interesó en el tema.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailY es que para él, el televisor ya no tiene el estatus de imprescindible que supo tener poco más de una década atrás. Hoy es un artefacto más de la casa, como la heladera o la aspiradora. Su magia fue reemplazada por otros dispositivos.
Le conté a mi hijo que el primer televisor del que tengo memoria estaba en la casa de mi abuela materna. Se lo habían regalado sus hijos, mis tíos. Por aquel entonces, mi mamá me dejaba en su casa cuando iba a trabajar. Así que lo pude disfrutar como propio. El problema era cuando volvía a mi propia casa y me aburría.