Vergüenzas en flor

Hace poco estuve en La Plata. No recuerdo en calidad de qué: si de turista o de ciudadano. Imagino que de esto último, es decir, para hacer algún trámite.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailEsa ciudad ha de tener un encanto que todavía no le encuentro. Será por eso que sigo yendo de tanto en tanto y la recorro a mi manera. Es decir, perdiéndome de lo lindo. Me sigue sorprendiendo esas características fácilmente entendibles –con un mínimo conocimiento de geometría- que tienen las diagonales que consiste en caminar dos o tres cuadras hasta quedar a veinte kilómetros del punto de partida.
En este último viaje mi amiga La Rubia me hizo conocer la Catedral. De todas las veces que fui nunca había entrado, como no entro en ninguna iglesia de los lugares adonde voy. No es ateísmo militante, más bien por el contrario: cierto respeto por una fe que me es ajena.