La premier Theresa May trasladó la pelota del Brexit en el campo de la Unión Europea
A cuatro días de que el Parlamento británico vuelva a votar sobre su controvertido acuerdo de Brexit, May pidió públicamente a los responsables de la UE “un impulso más” que permita la aprobación del texto.
Responsables británicos y europeos mantuvieron en los últimos días una nueva ronda de negociaciones que prevén reanudar durante el fin de semana antes de un segundo voto decisivo, el martes en la Cámara de los Comunes, que en enero ya rechazó masivamente el texto acordado entre Londres y Bruselas.
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Pero, a tres semanas de la fecha prevista del Brexit -el 29 de marzo-, los contactos entre las dos partes, que el gobierno británico calificó de “difíciles”, no permitieron según la Comisión Europea identificar “ninguna solución” al punto más conflictivo del acuerdo: la salvaguarda irlandesa.
Este mecanismo busca evitar la reinstauración de una frontera física entre la República de Irlanda -país miembro de la UE- y la provincia británica de Irlanda del Norte, para proteger el acuerdo de paz que en 1998 que puso a fin a décadas de sangriento conflicto en la región.
Los diputados británicos más euroescépticos temen que esta salvaguarda deje al país indefinidamente atrapado en una unión aduanera con la UE, impidiéndole negociar acuerdos comerciales con terceros países.
Pero los responsables europeos se niegan a limitarlo en el tiempo o permitir que Reino Unido pueda abandonarlo unilateralmente.
La UE, bajo presión
Ante el aparente bloqueo en estas negociaciones de última hora, May decidió aumentar la presión sobre la UE con un discurso pronunciado desde la pequeña ciudad de Grimsby, en el noreste de Inglaterra, un puerto pesquero que votó en un 70 por ciento a favor del Brexit en el referéndum de junio de 2016.
“Hemos trabajado duro juntos durante más de dos años en este acuerdo (…) que prevé una salida ordenada de la UE y que establece una plataforma para una relación ambiciosa en el futuro”, afirmó.
“Sólo necesita un impulso más para abordar las últimas preocupaciones específicas de nuestro Parlamento. Así que no nos contengamos. Hagamos lo que sea necesario para que los diputados respalden el acuerdo”, agregó la primera ministra conservadora.
“Las decisiones que la Unión Europea tome en los próximos días tendrán un impacto significativo en el resultado de la votación”, insistió.
El jefe de los negociadores europeos, Michel Barnier, reaccionó desde Bruselas, afirmando que, como hasta ahora, “la UE está unida”. “No nos interesa el juego de las culpas. Estamos interesados en el resultado (…) y seguimos trabajando”, agregó.
Pero el primer ministro holandés, Mark Rutte, adoptó una postura más dura, diciendo que May buscaba concesiones “imposibles” de la UE.
“Podríamos no salir nunca”
La primera ministra aprovechó también la ocasión para advertir a la opinión pública, y de paso a los rebeldes euroescépticos en su Partido Conservador, de que si el Parlamento vuelve a rechazar el texto la próxima semana existe el riesgo de que todo el proceso se vaya a pique.
“Podríamos no salir nunca” de la Unión Europea, alertó.
Si el Parlamento tumba una vez más el acuerdo, “la única certeza será más incertidumbre”, subrayó, recordando las caóticas consecuencias para ambas partes de un Brexit brutal.
El Banco de Inglaterra advirtió que un Brexit sin acuerdo sumiría al país en una grave crisis económica, con disparada del desempleo y la inflación, desplome de la libra y el precio de la vivienda y casi el diez por ciento de reducción del PIB.
Este escenario podría causar penuria de medicamentos, provocar atascos monstruosos en los puertos e limitar los vuelos de las aerolíneas británicas.
“A los europeos les interesa que el Reino Unido llegue a un acuerdo”, aseguró May. AFP-NA.