Sánchez visitó Barcelona pero desairó a Torra y enardeció a los independentistas
El presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, visitó por sorpresa a Barcelona para recorrer la Jefatura de Policía y saludar a agentes heridos en las violentas protestas que han sacudido a Cataluña, pero rechazó reunirse con el mandatario regional, Quim Torra.
El Ejecutivo justificó su negativa a que el presidente catalán debe dar primero ciertos pasos para rectificar su actitud, por considerar que abandonó su posición institucional y no deploró con firmeza los disturbios que siguieron a la reciente condena a prisión de los líderes del fallido proceso secesionista de 2017.
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Casi 660 personas, la mitad de ellas policías, resultaron heridos, y unas 200 fueron detenidas la semana pasada en cuatro noches consecutivas de desmanes en Barcelona y otras ciudades catalanas, incluyendo choques entre policías y un sector radical de la juventud independentista, antes de que éstos declararan una “tregua”, hace dos días.
Antes de partir de Madrid, Sánchez volvió a pedirle a Torra, por medio de una carta, que condene la violencia “de modo tajante e inequívoco”, y que “cumpla sus obligaciones como gobernante”, “amparando a las fuerzas de seguridad”, y “evite la discordia civil”.
La visita de Sánchez provocó la movilización de militantes independentistas, que hicieron un llamado “urgente” en las redes sociales a una concentración para reclamar diálogo bajo el lema “Spain: sit and talk” (España: siéntate y habla).
Cientos de personas se reunieron en las inmediaciones de la Delegación del gobierno central en Cataluña, lugar que creían que Sánchez iba a visitar y que suele ser sitio de concentración de los manifestantes para protestar contra el Ejecutivo.
Sánchez, no obstante, eludió acercarse al lugar. A pesar de ello, no pudo evitar las concentraciones, bocinazos y abucheos ante las puertas de dos hospitales adonde visitó a policías heridos en los disturbios, uno de ellos en estado muy grave.
En la Jefatura
Menos conflictiva fue su llegada por sorpresa a la Jefatura de Policía, su primera parada, donde les expresó su apoyo a los agentes y defendió una actuación “moderada”.
“Los violentos han decidido que Barcelona sea el teatro de operaciones para trasladar fuera y al conjunto de la sociedad española su contestación”, dijo Sánchez a los policías en el céntrico edificio.
“La crisis no ha acabado. Tenemos que persistir, ellos probablemente quieran persistir en cronificar esta crisis. Pero, nosotros somos mucho más resistentes”, añadió Sánchez, recibido con gritos de “¡Libertad presos políticos!” y “¡Fuera, fuera!”.
En uno de los hospitales, no pudo esquivar los reclamos de médicos y enfermeros que le pidieron que “hable” con Torra.
El líder socialista se desplazó a Cataluña una semana después de que se hiciera pública la sentencia del Tribunal Supremo que dictó condenas de nueve a 13 años de cárcel para los líderes del proceso de secesión de 2017.
Muchos catalanes, tanto independentistas como no independentistas, reclamaron estos días su presencia.
A pesar de las insistentes llamadas al “diálogo” por parte de los líderes secesionistas, Sánchez rechazó reunirse con Torra, quien al enterarse de su visita le envió una nueva carta en la que le dice que volverá a llamarlo para ofrecer “un diálogo sin condiciones” para reunirse en Barcelona.
Por su parte, el consejero de Interior catalán, Miquel Buch, dijo que “es falso” que Torra no haya condenado la violencia. “No hay peor sordo que el que no quiere oír”, sostuvo.
En tanto, al finalizar la jornada cientos de personas se volvieron a manifestar pacíficamente lanzando globos con pintura frente a la Consejería del Interior catalana, donde la semana pasada se produjeron graves disturbios. (Télam)