Necrológicas
V ANA MARÍA MAUCO
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailAna María Mauco tuvo una extensa trayectoria como docente en nuestra ciudad, donde nació el 22 de septiembre de 1947, un día después de la primavera, como le gustaba enfatizar.
Egresó con el título de Maestra, en 1965, de la Escuela Nacional Normal Superior General Don José de San Martín de Tandil y fue una de las primeras graduadas con el título de Profesora de Historia, en 1971, junto con Magdalena Lasarte, en el entonces Instituto Universitario de Tandil (actual Unicen).
Historiadora rigurosa, su trayectoria profesional acompañó desde sus inicios la vida de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, donde se desempeñó como profesora, primero en la Facultad de Ciencias Humanas y posteriormente en la Facultad de Ciencias Económicas como profesora titular de Historia Económica.
Era una entusiasta de la historia económica y admiradora del gran historiador británico Erik Hobsbawn, de quien destacaba su erudición y rigor científico.
Fue docente en los colegios Sagrada Familia, Comercio, Normal, Nacional y en los Institutos Superiores de Formación Docente 10 y 166.
A Ana María Mauco le fascinaban los libros. Su extensa y profusa biblioteca es una de las más interesantes que uno pudiera recorrer. Era una apasionada de los viajes y en especial de hacerlo por Grecia, de su sol y de sus playas, además de su rica historia.
Era una apasionada por la discusión inteligente. Su voz calma y un decir pausado con manejo sutil y firme, preciso y con convicción, no exento de ironía, transmitía a sus alumnos el amor por la historia, los procesos políticos y los personajes del pasado.
Ana María Mauco nunca se autodefinió como feminista. Sin embargo, era una mujer moderna, del “siglo XX”, como le gustaba señalar, era una amante de su libertad, de su independencia como mujer y se destacó como docente universitaria en un ámbito que en las épocas de su juventud y madurez estuvo dominado por un paradigma que relegaba a las mujeres.
Mujer brillante, admiradora de nuestros próceres, cultivaba su gusto por la historia argentina, siendo activa participante del Instituto Sanmartiniano. A sus sobrinos les contaba las historias de los hombres y mujeres de la Revolución, con detalle impresionista y precisión magistral.
Era una fanática de su familia. Amaba a sus hermanos, a sus sobrinos y a sus sobrinos nietos, a los que dedicó la mayor parte de su tiempo libre y a quienes colmaba de regalos, de besos y abrazos. Amiga de sus amigos, le gustaba reír, compartir una buena copa de champagne y una sabrosa comida.
Era una mujer siempre impecable en su aspecto, ocurrente, rebelde, culta.
Ana María Mauco era una entusiasta de la vida. El mundo es un lugar más triste sin ella.
V PATRICIA ELISABET HOPE
Patricia Hope falleció en Tandil, el pasado 12 de julio, a los 63 años, tras luchar incansablemente contra un cáncer denominado Mieloma múltiple y que hoy en día no tiene cura.
Nació una mañana de verano, el jueves 14 de febrero de 1957, en la localidad de Claraz, partido de Necochea. La familia estaba integrada por su mamá Norma Adela Álvarez y su papá Forwood Donald “El Gringo” Hope (f), y sus hermanas Viviana y Marcia Hope.
Completó sus estudios primarios en la Escuela 16 de Claraz y el secundario, en el Instituto Nuestra Señora del Rosario de Necochea.
A sus 18 años, se mudó a la La Plata para estudiar arquitectura, donde conoció a Fernando Adolfo Fernández, oriundo de Tandil, estudiante de medicina. Fruto de ese amor y esa unión nacieron sus hijos Martín, Florencia, Gonzalo y Matías.
A los 30 años, se radicó en Tandil junto con su pareja y sus hijos. Trabajó principalmente en gastronomía y como secretaria en la Clínica Modelo.
Quienes conocieron a Patricia destacan su calidez como persona, su bondad y devoción por sus hijos y en los últimos casi 9 años, por su nieta Chía Lila Menge, hija de Florencia y Diego, quien la colocó en rol de abuela y fue, en muchas ocasiones, su motor y su esperanza.
“Mamá, tus hijos te despedimos con profundo dolor, con muchísima admiración por tu incansable lucha y el enorme orgullo de ser tus hijos. Dale un beso a ‘El Gringo’ de nuestra parte y descansa en paz. Sabemos que estás y vas a estar con nosotros para guiarnos en cada paso, como siempre lo hiciste. Te amamos.”
V JULIO CONSTANTINO VILLARREAL
Julio Constantino Villarreal nació en la provincia de Catamarca, el 12 de abril de 1937. Era hijo de José Villarreal y Tránsito Lindon. En 1962, se radicó en Villa Cacique-Barker, al ingresar a trabajar en la fábrica Loma Negra, donde prestó servicios durante 30 años.
Allí se casó con Vicenta Montenegro, tuvieron dos hijos y vivieron hasta alcanzar su merecida jubilación. Fue entonces que se trasladó a Tandil.
Disfrutaba los paseos con su única nieta Lucía, a quien adoraba. En el 2010, perdió a su compañera de toda la vida, dedicándose por completo a acompañar a su hija y familia.
Falleció el pasado 3 de julio, dejando un vacío en la vida de sus seres queridos, quienes elevan una plegaria para que su alma descanse en paz.
Seguirá vivo en el recuerdo de su hija, quien estuvo siempre a su lado, hasta el último momento.
V MARÍA CRISTINA CARREIRA DE BEJARSKY
Nació en Tandil, el 14 de septiembre de 1954, y era hija de Rosa Abraham y José Carreira. Siempre estuvo acompañada por sus tías María y Ana.
Cursó sus estudios en el colegio Sagrada Familia, donde se recibió en 1972.
En julio de 1979, contrajo matrimonio con Alberto A. Bejarsky y de esa amorosa unión nacieron cuatro hijas: Carolina, Verónica, Andrea y Milagros.
Se dedicó a la docencia, trabajando sus últimos años en la Escuela 28 de Azucena, donde se jubiló en 2019.
“Siempre recordaremos tu sonrisa, tu alegría y tu buena predisposición. Brillarás por siempre en nuestros corazones. Tu esposo, hijas, hijos políticos y nieto”.
V ADELA ESTHER POTES
Adela Esther Potes falleció el pasado 28 de abril, causando su deceso un profundo dolor en sus seres queridos. Era oriunda de Las Flores, y eran sus padres Rosa Lorea e Inocencio Potes. Se crió en un pequeño pueblo llamado Belloso y llegó a Tandil para trabajar, permaneciendo en esta ciudad por más de 30 años.
Tuvo una hija, Virginia, a la que amó con locura. Era una mujer luchadora, una gran persona que todo lo que dio lo hizo de corazón y fanática de River Plate.
“Su hija, sus familiares y amigos la recuerdan con mucho amor y siempre estará presente en sus corazones”.
V ALFREDO ANÍBAL OLAIZ
Alfredo Aníbal Olaiz nació el 20 de noviembre de 1940, en Adolfo Gonzales Chaves, en la familia conformada por sus padres María Josefa Gralia y Alfredo Aníbal Olaiz, y sus hermanos Juan Carlos (f), Nieve, Rosa, Blanca y José.
A los 23 años, contrajo matrimonio con María del Carmen Victola, radicándose en Tandil, cuando tenía 30 años, junto a su familia.
De la unión con María del Carmen, hace 57 años, nacieron sus siete hijos: María, Jorge, Pablo, Paula, Luciano, Luciana y Natalia.
Una vez radicado en la ciudad, trabajó como chofer de camión en la empresa Arrizabalaga y luego se desempeñó, hasta su jubilación, en la empresa Vieira
Hnos.
Sus pasatiempos eran coleccionar relojes y radios, escuchar música, salir a pasear y las reuniones familiares, donde siempre había un asado de por medio.
Después de jubilarse, le gustaba estar en su casa junto a su esposa María y con familiares, hijos, nietos, nueras y yernos.
Disfrutaba salir en auto, con su esposa, a recorrer las calles de su querida Tandil. Fue una gran persona que ayudaba a quien lo precisaba sin importar quién fuera. Fue un gran compañero y esposo. Un gran padre, con un enorme corazón. Fue y será un ejemplo a seguir, por siempre.
“Seguirás vivo en nuestros recuerdos y corazones por siempre. Te amamos. Tu esposa e hijos”.
V NILDA IBARRA
Nilda Ibarra nació en Tandil, el 7 de septiembre de 1931, y era hija de Petrona Palavecino e Ignacio Ibarra. Creció en el seno de una enorme familia, conformada por 14 hermanos.
En 1962, se casó con su gran amor, Orlando Cimino, con quien tuvo a sus dos hijas, Claudia y Susana.
Fue abuela de cinco nietas: Eugenia, Rocío, Florencia, Sofía y Delfina, bisabuela de Alfonsina y Octavio.
Pantalonera de sastrería, gran costurera; cocinera; apasionada por las bellas artes; amante de los animales y las plantas, dedicó gran parte de su vida a “malcriar” a los que la rodeaban, desde la confección de una prenda, una pieza de cerámica, una torta de cumpleaños, o unas flores de su jardín, siempre ella estaba presente con un gesto de amor para con los demás.
Mujer de una fe inquebrantable, el gran sostén de su vida fue Dios, en quien confió hasta su último día.
Quién tuvo la suerte de conocerla, sabe que estas palabras no son exageradas. “Nilda, era así”. El 12 de julio de 2020, luego de batallar contra una dura enfermedad, partió en paz, para reencontrarse con su amor, luego de 20 años sin él.
“Quienes quedamos, sólo podemos agradecer el haberte tenido en nuestras vidas, y decirte que fuimos muy felices con vos. Gracias por cada mimo, por cada mirada de amor. Te amamos y te llevamos cerca, muy adentro de nuestro corazón. Tu familia”.
V HILDA TERESA ORSINGHER DE FERNÁNDEZ
Hilda Orsingher, alias “La Negra”, nació en Gonzales Chaves, el 4 de septiembre de 1934. Junto a sus padres, Ángela Márquez y Santos Orsingher y sus cinco hermanos, decidieron instalarse en Tandil.
A los 18 años contrajo matrimonio con Enrique Justo Fernández, con quien formó su familia y tuvieron tres hijos: Susana, Jorge y Sandro, quienes le dieron siete nietos y 18 bisnietos.
El pasado 11 de julio falleció, a los 85 años, causando su deceso un profundo dolor en sus seres queridos.
“Tu esposo, tus hijos, hijos políticos, nietos, nietos políticos y bisnietos te recordarán con mucho amor. Sólo se muere cuando se olvida, y nosotros nunca te olvidaremos”.
V NÉLIDA NOEMÍ ABDALA
Nélida Noemí Abdala, o simplemente “Pety” para los que la conocieron, nació en Tandil el 23 de noviembre de 1937 y era la cuarta de diez hermanos. Sus padres fueron Celina Amoedo y José Abdala, con quienes pasó su niñez en María Ignacia estación Vela.
En su adolescencia trabajó como empleada doméstica en la reconocida estancia “Acelain”. Posteriormente, llegó a Tandil, donde conoció a Pascual, con quien luego de un tiempo se casó y tuvieron dos hijos: Miguel Ángel y Víctor Osvaldo.
“Pety” también tuvo tres nietos: Lucrecia (f) y Dalma (f), hijas de Miguel Ángel, y Diego, hijo de Víctor Osvaldo.
Vivió casi 60 años en el barrio Villa Aguirre, en Nigro al 1900, y dedicó toda su vida a su familia y al trabajo de empleada doméstica en casas de familia tradicionales como la de los Sauque, con quienes compartió más de 30 años a su servicio y la integraron como parte de su familia.
Ya en democracia, se hacía tiempo para formar parte de la sociedad de omento “La Esperanza” junto a José Pepe Rodríguez. Integró la subcomisión y de esa gestión surgió la creación de la sala de primeros auxilios en la capilla San Cayetano, que en la actualidad es el centro de salud del barrio 25 de Mayo.
Hijos, hijas políticas, nietos, hermanas, familiares y amigos la recordarán eternamente y con mucho cariño. “Pety”, que en paz descanse.
V HILDA REMIGIA RIZZO VIUDA DE UNCHALO
Hilda Rizzo llegó a este mundo en el verano de 1927, y se casó en un invierno con Pedro Unchalo. Tuvo una hija, Ana, y un yerno, Marcos, que le dieron cinco nietos, sus desvelos: Fátima, Bernardo, Martín, Pablo e Ignacio.
Su vida transcurrió en el mejor hogar familiar que construyó y, en otro espiritual, vivido con tanto amor y dedicación llamado parroquia Santa Ana.
Fue miembro activo de Acción Católica Argentina (ACA), reconocida en el Movimiento de Schönstatt, Federación Argentina Católica de Empleadas (FACE), Asociación Laicas en Apostolado a la Misericordia (ALAM) y catequista por más de 50 años.
En todas las instituciones, le dio voz a las mujeres, destacándose por su gran corazón y convicción. Cada persona que tuvo el placer de conocerla durante los 93 años de vida, conoció esa sonrisa que la acompañó y que nunca perdió bajo ninguna circunstancia. “Nos quedará guardada, nos guiará y nos iluminará. Sos y serás un ejemplo de amor en todas las formas”.