Necrológicas
ARTURO VALENZUELA
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El alma de Arturo emprendió su vuelo el vienes 24 de julio, luego de 90 luminosos años. Se fue cantando zambas y chamamés con sus queridos Chalchaleros y su coterránea Ramona Galarza.
Nació el 8 de febrero de 1930 en Apóstoles, Misiones, y se crió en Santo Tomé, Corrientes, acompañado de su papá Raimundo, su mamá Magdalena y sus nueve hermanos.
Siendo muy joven, ingresó en la escuela militar Sargento Cabral y después de varios destinos, la mayor parte de su carrera fue en el Haras Coronel Pringles, donde conoció y formó su familia junto a María Luisa Molina, y sus hijos Edgardo y Silvia. Su último destino, el Haras General Lavalle, lo trajo a Tandil.
A modo de reflejar una síntesis, van las palabras de su nieta, Tati, quien tuvo la gracia de vivir con él los últimos 24 años, y en su voz va la de sus nietas y nieto más cercanos:
“¿Por qué tanto ‘fanatismo’ por ‘el Artu’? Porque era grande, de esa grandeza que te hace llenar de orgullo y no lo digo por ser su hija, sino que me remito a las pruebas de todos aquellos que pudieron conocerlo.
‘El Artu’ era (¿o es?) amor, bondad, fortaleza, vocación de servicio al otro, lágrimas y risas.
La clase de persona que te entrega todo su ser, sin esperar absolutamente nada a cambio. Un pibito que abandonó su Misiones querido, su tierra roja, para buscar ‘algo mejor’ y quizás, no sé si encontró algo mejor, pero encontró su profesión, por la que tanto dio y luego, a su Negrita.
Conocido por su amor a la familia, a sus amistades, por sus valores, su servicio volcado en la Parroquia Santísimo Sacramento, y su deseo ferviente de unir en lugar de separar.
‘El Artu’ eran los mejores mates amargos (eso dicen los que los probaron); un jugo exprimido a la mañana y un café con leche a la tarde; cajas de bombones en la semana de la dulzura; facturas de la panadería cercana al jardín. El espectador número uno en la cancha viendo a su nieto jugar para la Uni y el mejor remisero de todos sus nietos (legítimos y adoptados, porque si algo le encantaba era adoptar nietos). Una carta debajo de la puerta después de haber discutido -‘perdóname Tatita’- (cuando en realidad era yo quien tenía que pedir perdón). Un casete de La Sole en el Dunita y horas de ruta; una palabra de aliento en los momentos oscuros; una sonrisa continua y el despertar cantando ‘Buenos días su señoría mantantirulirulá’. Los mejores pollos a la parrilla y las mandiocas más ricas del condado; unos brazos tibios que envolvían en los momentos justos, quien te ponía los pies en la tierra cuando una sentía que la vida era bosta.
Podría seguir horas y horas contando todas las cosas que hacían a su ser tan, tan especial, pero tampoco quiero aburrir.
Hace unos días, cuando se dio cuenta de que la vida terrenal se estaba acabando, escribió una pequeña carta de despedida, agradeciéndonos todo. Nada, eso era, la persona más agradecida que conozco. Sólo espero poder ser un poquito de esa luz que irradió 90 años”.
“¡Ya te extrañamos! ¡Por siempre en nuestro corazón! Tus hijos y nietos”.
PAULA GABRIELA VIZCARRA
El pasado 28 de julio se produjo el deceso de Paula Gabriela Vizcarra, de Villa Cacique, a la edad de 46 años.
Había nacido el 11 de diciembre de 1973, en Tandil, y era hija de Alicia Ramos y Nicolás Vizcarra.
Creció y cursó sus estudios en su querido Villa Cacique. Su infancia y adolescencia fueron infinitamente felices, donde cosechó amistades que la acompañaron durante toda su vida.
Crió de muy jovencita a sus dos hijas, Romina y Luciana, a quienes amó eternamente y compartió gran parte de su vida con su gran amor y compañero Juan Brandolín.
Fue una persona encantadora, llena de luz, amorosa y divertida, luchadora incansable por lograr sus metas y por la felicidad de sus seres queridos; compañera, consejera y de gran corazón, siempre sonriente y con una gran fortaleza para enfrentar adversidades. Admirada y amada, amante de la buena música, del baile y el canto, familiera, tenía adoración por los gatos, una amiga incondicional.
“Siempre te recordaremos y te llevaremos en nuestros corazones, tu mamá Alicia; tu papá Nicolás, que desde el cielo te seguirá mimando; tus hijas Romina y Luciana; tus hermanos Pablo, Marcela y Marcos; tus nietos, primos, sobrinos y tíos, tu gran amor Juan y todas tus amistades. Descansa en paz ‘Gabita’ querida, cuéntale a tu padre lo tanto que lo extrañamos y pronto nos volveremos a reunir”.
NOEMÍ ESTHER ORELLANO DE BARBERÍA
Nació el 21 de marzo de 1956 en Adolfo Gonzales Chaves, y era hija de Alejandro Orellano y Juana Alzueta. “Mimí”, como le decían sus seres queridos, pasó gran parte de su infancia en el campo, rodeada de amor y juegos junto a su inseparable hermana, Graciela.
Siempre se destacó por su elegancia, coquetería y buen gusto. Su bondad y solidaridad con todos era una de sus mayores virtudes. Se casó con Julio, hace 33 años, y compartieron una vida juntos, repleta de buenos momentos y rodeada del amor de sus sobrinos, sobrinos nietos, su sobrina Claudia que crió durante 6 años y su nieta de corazón, Delfina.
Sus entrañables amigas eran compañeras de viajes y salidas cada fin de semana y los chicos del taller que también la van a echar de menos.
“Mimí, te vamos a extrañar muchísimo, tus eternas llamadas telefónicas, tus visitas, tu elegancia, las salidas con tu mamá los domingos, el amor que derramabas con tus seres queridos y el aprecio que tenías por la vida, todo va a ser muy distinto sin vos, pero el mejor homenaje que te podemos hacer es disfrutar tanto la vida como lo hacías a cada momento. Hasta siempre. Que en paz descanses”.
MARÍA ESTHER RODRÍGUEZ
El pasado 21 de julio falleció, en Tandil, María Esther Rodríguez viuda de Levaggi. Había nacido el 2 de noviembre de 1938 y contrajo matrimonio con “Pocho” Levaggi el 20 de abril de 1961. De dicha unión nacieron sus hijos, Néstor, Laura y Nora. Sus dos hijas le dieron tres nietos: Juan Manuel, Sofía y Francisco.
Fue una gran esposa, madre y abuela. Fundadora del grupo de autoayuda de neuróticos anónimos denominado “Revivir”. También colaboró durante once años en la institución Apronovid.
Vivió rodeada del amor de su familia y hermanas. Sus hijos y nietos elevan una oración al cielo para su eterno descanso.
ELSA OFELIA NÚÑEZ
Elsa Ofelia Núñez nació el 18 de julio de 1941. Su gran compañero de vida fue Oscar Fernández, que partió de este mundo muy pronto, pero siempre vivió en su corazón. Fue madre de Fabián y Yanina; abuela de Patricio, Carmela, Amparo y Valentín, y tuvo muchos hijos del corazón, a los que cuidó y amó tanto como a sus propios hijos.
Sin pensarlo y sin quererlo partió de este mundo dejando una gran huella en todas las personas que alguna vez pasaron por su vida.
“Hoy queremos recordarla con esta hermosa sonrisa que siempre curaba cualquier dolor. Te vamos a extrañar. Hasta pronto”.
MARÍA DEL CARMEN BORDACAHAR
El 30 de julio falleció, en Tandil, María del Carmen Bordacahar, nacida en esta ciudad el 8 de diciembre de 1955, siendo sus padres Dora Scuffi y Guillermo Bordacahar y sus hermanos Olga, Nora y Marcos.
Había conformado una maravillosa familia junto a Luis Martín Gilardi y sus hijos Juan, Guillermo, Melisa, Luciano, Lucas, Soledad y Evelin, junto a sus nietos, Nayla, Juan, Leo, Camila, Macarena, Lara, Catarina, Agostina, Agustín, Brenda, Eduardo, Melani, Martina, Ludmila, Santiago, Iñaki y Renata.
“En la partida de nuestra amada esposa, madre y abuela, amargamente te lloramos. Vamos a recordarte con una sonrisa en el rostro por todos aquellos hermosos momentos y recuerdos que compartimos.
Sólo nos queda el consuelo de saber, que alguien que ahora está en el cielo vela por nosotros. ¡Nos sonríes desde el cielo! ¡Te amamos!”.
HAYDEÉ MARÍA ETCHEMENDI VIUDA DE RODRÍGUEZ LARSEN
Falleció en Tandil, el 23 de julio, a los 96 años. Había nacido en María Ignacia (Vela) el 25 de noviembre de 1923, lugar en el que permaneció hasta su casamiento con Roberto Rodríguez Larsen, momento en que se instalaron en la ciudad. Hija de Carmen de Uriarte y Salvador Etchemendi, fue la menor de cuatro hermanos: Carmen, Oscar y Salvador.
Junto a su esposo, tuvo dos hijos. Ana María, que le dio cuatro nietos: María Belén, Alejo, Bernardo y Leandro Balbuena, y seis bisnietos: Mauri y Sofi Pedersen, Delfi y Alfon Balbuena Chantre; Joaqui y Valentino Balbuena García. Y su hijo menor, Roberto, padre de Robertino y Martín Rodríguez Diez.
Fue una fiel compañera de su esposo, en la vida y en el trabajo, al que perdió en julio de 2006. El golpe más duro que le dio la vida fue también en julio, pero de 1993, fecha terrible en que perdió a su hijo Roberto, en un fatal accidente, junto a su esposa y sus dos pequeños hijitos de 6 y 9 años.
“Querida abuela, te recordaremos con mucho amor, llevaremos cada una de las palabras de tus memoriosos recuerdos grabadas en nuestro corazón como así tus enseñanzas, para toda la vida.
Entre lágrimas y melancolía, sabemos que estás en esa estrella que más brilla. Gracias por tanto y a vos mamá por habernos dado la mejor abuela. Siempre en nuestro corazón”.
MARÍA EUGENIA VISGARRA
María Eugenia Visgarra nació el 31 de diciembre de 1980, en Tandil. Sus padres fueron Elisa Eva Perone y Miguel Alberto Visgarra, y sus hermanos, María Eva, Miguel Ángel y Marcela Alejandra.
Juntos se criaron en el barrio Las Tunitas, donde se habían construido su casa. Allí vivió hasta los 18 años.
El 20 de septiembre 1999, conoció a su futuro esposo, Oscar Fabio Vallejo, con quien se casó y tuvieron dos hijos: Alan Nahuel y Bianca Valentina.
Bianca fue el primer caso de un nacimiento de un trasplantado y lo atendió el obstetra Amestoy. De alto riesgo, Bianca nació de 5 meses de gestación y 610 gramos de peso, hoy tiene 6 años. Fue su hija su devoción más grande.
También le gustaban mucho las plantas y la pintura de cuadros.
Siempre fue muy coqueta, era una modelo, y su hija Bianca es igual de coqueta que su madre. María Eugenia falleció el pasado 28 de julio, causando su deceso una profunda tristeza entre sus seres queridos y amigos que siempre la recordarán.
ALBINO JOSÉ MENÉNDEZ
Albino José Menéndez, ‘Coco’ como todos lo conocían, nació en Coronel Suárez, el 19 de agosto de 1940. Hijo de Sabino José Menéndez (f) y Josefa Moldes (f), fue el mayor de tres hijos.
Como hijo de jefe de estación, se crió entre estaciones de ferrocarril cursando así la escuela primaria en distintos pueblos. Ya a los 13 años, se desempeñó como telegrafista hasta los 18, cuando se instaló en Tandil para unirse al Ejército y cumplir con el servicio militar obligatorio.
Luego realizó la carrera de maquinista ferroviario, oficio que cumplió desde 1961 hasta jubilarse en 1995, lo que no implicó dejar los trenes que tanto amaba y continuó trabajando para una empresa privada en Cañuelas, hasta 2010.
En 1983, contrajo matrimonio con Elsa Mirta Spina, con quien tuvieron dos hijas, Natalia y Claudia. Gran padre, hermano y tío; buen suegro y excelente abuelo, supo disfrutar el último tiempo de sus nietas Maia y Ángela y su nieto de corazón Santiago, que hoy lo extrañan mucho, al igual que su familia, amigos y vecinos donde dejó un gran vacío.
“Gracias pa! me quedo con las ganas de disfrutarte más. Te voy a extrañar siempre. Hasta el próximo abrazo”.