ELECTRA ANA CERMENATI<figure class="image"><img src="https://cdn.eleco.com.ar/media/2023/04/necrologicas_4.jpg" alt="Necrologicas - 1"></figure>A los 83 años, el 1 de abril de 2023, falleció Electra Ana Cermenati, apodada “Ele” por sus familiares y allegados. Había nacido el 14 de septiembre de 1939, en la hermosa localidad de Victoria, cerca de Tigre.&nbsp;En la década del 70, sus padres, Electra Gramano y Piero Cermenati, decidieron radicarse en Tandil, que los atrapó por su belleza aunque venían de un lugar también hermoso. Así, “Ele” llegó a esta ciudad, acompañada de sus hermanas Juliana y Mónica, para empezar una nueva vida.&nbsp;Poco tiempo después, en el campo de unos amigos de la familia, conoció a Ricardo Alexander (f), con quien se casó el 17 de mayo de 1974. Permanecieron siempre juntos y tuvieron a su única hija, Carolina. Luego, la familia se amplió con la llegada de su yerno Adrián Cabanne y más tarde, de sus nietas Catalina y Juana Cabanne.&nbsp;En su juventud, ya instalada en estas sierras, “Ele” trabajó como ayudante en la peluquería de una de sus hermanas. Después, al casarse y tener a su hija, se dedicó a la labor de ama de casa y cosía, entre otros quehaceres.&nbsp;Siempre fue muy casera y disfrutaba de la familia. Con los años, se convirtió en la mejor abuela para sus nietas, que hoy la extrañan y desean que descanse en paz.LUCIO SIERRO<figure class="image"><img src="https://cdn.eleco.com.ar/media/2023/04/necrologicas_8.jpg" alt="Necrologicas - 5"></figure>La historia de vida de Lucio Sierro incluye capítulos interesantes que se intercalan con el desarrollo de la ciudad. El 2 de abril, el mismo día en que cumplía años su añorada madre Ana Seschan, partió de este mundo pero dejó muchas anécdotas.&nbsp;Lucio nació en el pueblo La Maruja, en La Pampa, el 4 de marzo de 1940. En el sur, trabajó en una empresa vinculada a YPF y lo enviaban a cumplir tareas en Río Turbio.&nbsp;Comenzada la década del 60, vino a Tandil a visitar a su hermana, se instaló en estas sierras y nunca más las dejó. Así fue que durante los Carnavales, conoció a Marta Elena Miranda (f) y tras el noviazgo, se casaron el 4 de marzo de 1967. Juntos tuvieron dos hijos, Víctor Hugo y Nancy Susana. Más tarde, lo hizo abuelo al dar a luz a Máximo.&nbsp;Tuvo una trayectoria laboral por demás interesante. Primero, formó parte del cuerpo de efectivos policiales de la comisaría Primera. Estando allí, a finales de la década del 60, desde la Municipalidad lo convocaron para conformar el primer equipo de inspectores de tránsito que tuvo la ciudad.&nbsp;Por ese entonces, Lucio manejaba una moto Norton con sidecar, muy visible para la época en una ciudad de escala pequeña. En tanto, la comuna incorporaba las dos primeras motocicletas para el sector de Tránsito.&nbsp;Adelantado para su época, en los 80 formó el primer cuerpo de inspectoras de Tránsito, conocidas como las “zorras grises”, con sus elegantes atuendos de polleras tubo y sacos entallados, además de las clásicas gorras.&nbsp;Con los años, pasó por la Dirección de Parques y Paseos, y realizó tareas administrativas en el Cementerio y en Inspección General. Se jubiló en el año 2000 y en 2012, le entregó a su hijo, también empleado municipal, la medalla por los 25 años de servicio, siendo la primera vez que ocurría un hecho de estas características. &nbsp;Muy trabajador y ocupado en darle un buen pasar a su familia, luego de cumplir su jornada en la Municipalidad seguía con otros empleos, por lo que fue seguridad en Metalúrgica y en la planta de Buxton, y también ofició de soldador en Beta Ingeniería.&nbsp;Vivió siempre en la misma zona, donde fue miembro fundador y presidente de la sociedad de fomento del barrio Metalúrgico. Por esos años, organizaban fiestas y al recaudar dinero propuso comprar 15 mil ladrillos, con los que comenzaron la construcción de la sala de primeros auxilios.&nbsp;Tras una vida intensa, se fue un hombre bueno que dejó innumerables recuerdos grabados en la memoria de aquellos que lo conocieron.&nbsp;JERÓNIMO JOSÉ AYOZ<figure class="image"><img src="https://cdn.eleco.com.ar/media/2023/04/necrologicas_6.jpg" alt="Necrologicas - 3"></figure>El 24 de marzo pasado, a los 76 años, falleció Jerónimo José Ayoz, un vecino inquieto, deportista y emprendedor. Había nacido el 20 de diciembre de 1946, en Tandil, y era hijo de Elvira Rodríguez y del inmigrante español Jerónimo Ayoz. Se crió en el campo, cobijado por una familia numerosa, entre sus siete hermanos.&nbsp;A los 20 años, se trasladó a Tandil y entró como empleado en Metalúrgica, hasta que sufrió un grave accidente ocasionado por la explosión de un horno. Tras ese episodio, se dedicó al rubro de la construcción, trabajando por cuenta propia, junto al menor de sus hermanos.&nbsp;Se casó con María Ester Sarasola y tuvieron a su única hija Julieta, quien los convirtió en abuelos de tres varones.&nbsp;Jerónimo siempre disfrutó de los deportes y jugó en casi todos los clubes que participan de la Liga Agraria. En paralelo, todos los años corría la prueba Tandilia, hasta casi cumplir los 70, lo que denotaba su vitalidad y energía.&nbsp;Nunca se quedaba quieto, y le encantaba estar en la calle y en contacto con la gente. Esa nota de su personalidad lo llevó a sumarse a la Cooperativa de Recuperadores Urbanos del MTE (Movimiento de Trabajadores Excluidos), para la cual juntaba cartones. Sus compañeros los definieron como “un ejemplo de trabajo y esfuerzo”, y expresaron: “Gracias por dejarnos ser parte de tu lucha. Vamos a tratar de que tu impronta de buena gente siga estando siempre en cada uno de nosotros. Que en paz descanses compañero. Volá alto”.&nbsp;Una enfermedad fulminante deterioró su salud rápidamente y frenó ese ritmo intenso y batallador, motor de su intensa vida. Ahora será para él tiempo de descansar en paz.MARY ANGÉLICA VULCANO&nbsp;<figure class="image"><img src="https://cdn.eleco.com.ar/media/2023/04/necrologicas_9.jpg" alt="Necrologicas - 6"></figure>A los 91 años, el 28 de marzo pasado, falleció Mary Angélica Vulcano, una mujer emprendedora, decidida e independiente, amante de las letras y destacada en el arte de escribir. Había nacido el 17 de agosto de 1931, en esta ciudad, y era hija de Herminda Dusserat y Pedro Vulcano. Se crió junto a sus siete hermanos, cuatro mujeres y tres varones.&nbsp;La Escuela 9 del Pinar de las Sierras, donde cursó sus estudios, despertó su vocación de maestra y continuó su formación en la Academia Vulcano. De muy joven, brindó clases de apoyo escolar y estuvo al frente de las aulas en escuelas rurales. Disfrutaba de la lectura y escribía muy bien, muchas veces enviando sus producciones a los periódicos.&nbsp;El 10 de octubre de 1953, en la Parroquia Santísimo Sacramento, se casó con Domingo Antonio Marchini, quien vivía cerca de su hogar. Es más, la familia de su esposo le puso nombre a la famosa “Curva de Marchini”, que hoy abre el camino a El Centinela.&nbsp;Mary y Domingo formaron una familia con la llegada de sus tres hijos, Ivone, Marisa y Gabriel, quienes luego les dieron como nietos a Martín, Matías y Mariana.&nbsp;Además de maestra, aprendió a coser y se especializó en el oficio de pantalonera. Solía contar que le escribió una carta a Eva Perón para contarle que no tenía máquina de coser y la primera dama le envió la ansiada herramienta que supo aprovechar, ya que generó un emprendimiento de confección y venta de pantalones y camperas de abrigo.&nbsp;Con el correr del tiempo, abrió su primer comercio, un mercado minorista. Allí trabajó durante 40 años, primero en un local de Yrigoyen y Montevideo, para luego trasladarlo a Montevideo y Alsina.&nbsp;Mary fue una mujer vanguardista para su época, muy emprendedora e independiente. De personalidad alegre, la honestidad marcó su camino en la vida, en la que además fue alegre, muy servicial y sociable. En su familia, cumplió el rol de una excelente madre y abuela.Hasta cumplidos los 90 años, Mary disfrutó de caminar por la ciudad, de valerse para hacer sus trámites y mandados. Seguramente este último paseo la habrá conducido a un lugar especial, donde reina la paz.&nbsp;JULIO SANTOS CORREA<figure class="image"><img src="https://cdn.eleco.com.ar/media/2023/04/necrologicas_7.jpg" alt="Necrologicas - 4"></figure>El 2 de abril, a los 96 años, se apagó la vida de Julio Santos Correa, un vecino de María Ignacia (Vela) que era feliz en el campo, recorriendo potreros y semblanteando los cultivos.Había nacido en Rauch, el 7 de septiembre de 1926, y de muy joven se incorporó a trabajar en Vela, en el establecimiento La Martina de las familias Bacigalupo y Rosante. Allí, con el tiempo, quedó como encargado y se dedicó a coordinar todas las tareas de producción en ese campo de unas 1500 hectáreas.&nbsp;Se casó con Teresa Hevia, con quien formó una familia y permanecieron juntos durante 65 años. Tuvieron a sus hijos Mónica, Ricardo y Nancy, quienes le dieron ocho nietos: Ivana y Florencia, Pamela, Daniel y María Luz, y Martín, Mariana y María Paz. Luego llegaron los bisnietos: Milena, Quenal, Delfina, Serafín, Fermín y Valentina.&nbsp;Julio recibió un duro golpe a partir del fallecimiento de su hija menor Nancy y desde entonces, junto a su esposa, se dedicó a apuntalar a sus tres nietos, para quienes cumplió un rol fundamental.&nbsp;Imparable, trabajó hasta los 85 años y tan grande era su pasión por el campo, que sus hijos decidieron vender su camioneta para que dejara de ir a La Martina. Pese a esa situación, siempre conseguía que alguien lo pasara a buscar para cumplir con su cometido.&nbsp;Siempre vivió en María Ignacia, aunque los últimos meses los pasó en Tandil, en compañía de su familia, que lo extraña y desea que descanse en paz, en algún prado verde y suave de la eternidad.&nbsp;GISELA CARLA ABADIE<figure class="image"><img src="https://cdn.eleco.com.ar/media/2023/04/necrologicas_5.jpg" alt="Necrologicas - 2"></figure>La sonrisa espontánea de Gisela Carla Abadie será la imagen que vendrá a la memoria cuando la comunidad la recuerde. A pesar de su larga batalla contra el cáncer, conservaba ese gesto amable que se manifestaba hasta en sus ojos. El domingo 2 de abril, con sólo 41 años, partió de este mundo que la extraña.Había nacido el 23 de octubre de 1981, en esta ciudad, y era hija de Gladys Pistarini y Carlos Abadie, y la del medio entre sus hermanos Gastón y Cintia.&nbsp;Cursó la primaria en la Escuela 11 y egresó del secundario en Comercio. Desde entonces y siempre, trabajó como empleada en Lencería Íntima, donde estableció un fuerte vínculo con sus compañeras y la clientela.&nbsp;En paralelo, Gisela conoció a Bernardo Leguizamón y permanecieron juntos durante 18 años, entre el noviazgo y el matrimonio. Transformados en una familia, tuvieron a sus dos amados hijos: Bautista, de 10 años, y Renata, de 3 años y medio.&nbsp;Fue una madre ejemplar, a la que se le iluminaba el rostro cuando hablaba de sus hijos. Le gustaba salir a pasear y disfrutaba de viajar, en la medida de las posibilidades familiares, sobre todo a los destinos que tenían termas.&nbsp;Hoy su familia la extraña. Gisela falta y les hace falta su compañía. Lo mismo le ocurrió a sus compañeras de trabajo y a las clientas del comercio donde siempre estuvo. Qué descanse en paz y guíe el camino de sus dos pequeños hijos que la recordarán con amor.&nbsp;OSCAR GARCÍA<figure class="image"><img src="https://cdn.eleco.com.ar/media/2023/04/necrologicas_10.jpg" alt="Necrologicas - 7"></figure>A los 83 años, el 4 de abril, falleció Oscar García, un vecino que hacía más de 30 años había elegido a Tandil como su ciudad. Nació el 31 de mayo de 1929, en Temperley, Lomas de Zamora.En la década del 80, arribó a esta ciudad, junto a toda su familia, alentado por un tío que ya vivía aquí y trabajó con él como mecánico. Con el tiempo, logró abrir su propio taller, que estaba ubicado sobre la Ruta 226, el que luego trasladó a Uriburu entre Colón y Paz, para establecerse definitivamente en Machado al 1400, donde compró su casa.&nbsp;Se casó con Lidia Haydée Chervattin y tuvieron cuatro hijos: Gustavo Omar (f), Juan Ramón, Claudio Oscar y Yésica Alejandra. Luego llegaron los 15 nietos y 6 bisnietos, conformando una gran familia que apostó a la calidad de vida que ofrecen estas sierras.&nbsp;La pasión de Oscar siempre fueron los fierros y su taller de mecánica general, que le permitió integrarse a la comunidad. De carácter tranquilo, transcurrió los años en contacto con los clientes y rodeado por sus seres queridos. Que descanse en paz.&nbsp;ANA MARÍA MALASPINA<figure class="image"><img src="https://cdn.eleco.com.ar/media/2023/04/necrologicas_11.jpg" alt="necrologicas - 1"></figure>Ana María Malaspina nació el 16 julio de 1940, en Tandil, lugar en el que transitó su niñez y juventud. Comenzó, a los 16 años, en la venta de rifas, ofreciéndolas en Metalúrgica Tandil, y allí le ofertaron trabajar en la fábrica. Ingresó en el sector de noyería, siendo una gran empleada.&nbsp;“La Gata”, así la llamaban sus compañeros por sus ojos azules rasgados, su cabello rubio, largo y hermoso como el sol. A “su fábrica”, como ella le decía, le dedicó 30 años de su vida.&nbsp;Más adelante, conoció a Carlos Coprani, también operario en la planta de la firma de Renault, se enamoraron y fueron esposos durante 53 años. En ese lapso, nacieron sus hijos Matías y Lucrecia.&nbsp;Posteriormente, cuando dejó su empleo en la fábrica, se dedicó a su familia, aunque siempre se mantuvo activa en otros rubros hasta el momento de su jubilación.&nbsp;Tuvo tres nietos, Valentín, Román y Bernardo, que eran la luz de sus ojos y con quien compartía los domingos en familia, junto a su yerno Pico y Nancy, almorzando juntos habitualmente. Preparaba unos exquisitos buñuelos para el mate.&nbsp;Falleció el pasado 24 de marzo de 2023, causado gran dolor. “Chuchi”, como le decían su familia y amigos, será recordada por siempre con amor y respeto.&nbsp;“Por eso mamá, descansá junto a papá (y tu ‘chiquito’, como le decías a tu perrito), los tres juntos por siempre en paz y en compañía de Dios”.ROBERTO OMAR CORREA<figure class="image"><img src="https://cdn.eleco.com.ar/media/2023/04/necrologicas_12.jpg" alt="necrologicas - 2"></figure>El 3 de abril falleció Roberto Omar Correa, una persona muy querida por toda su gente, quienes aclararon que “somos muchos y lo vamos a recordar como él era, alegre, un poco renegado, siempre solidario con todos”.Había nacido en Tandil, el 28 de febrero de 1955, y era hijo de Juana Domínguez y Osvaldo Daniel Correa. Además, tuvo cuatro hermanos.Completó sus estudios y se fue al servicio militar. Después de eso, empezó a trabajar en el rubro de la herrería que transformó en su oficio. Trabajó en la fábrica Tahuilco y en el campo, donde se desempeñaba como el mejor soldador. Sus compañeros de trabajo lo recuerdan como el loco que siempre estaba para todos, ya que no importa la hora, Roberto estaba ahí.Con su primera compañera, tuvo dos hijos, Yanina y Matías. Por razones de la vida se separó y así conoció a su segunda pareja, con quien estuvo 19 años y tuvieron cinco hijos: Yésica, Oscar, Estela, Sofía y Fabián.Su pasión era el Turismo Carretera y no se perdía una sola carrera. Además, le gustaba mirar los partidos de Boca.Roberto tenía un carácter tranquilo, era medio loco pero de un corazón de oro, y a lo largo de su vida, tuvo muchos amigos.&nbsp;Lamentablemente se enfermó y estuvo internado dos semanas hasta que se fue a descansar. Pero antes, disfrutó mucho a sus nietos, Matías, Benjamín, Mía, Thiago, Morena, Ángel y Olivia.&nbsp;Por cuestiones de la vida, la familia no se había podido ver por largo tiempo. Sin embargo, estos últimos 4 años Roberto les entregó lo mejor de él. “Ojalá nos des la fuerza para poder seguir. Tus hijos Yesica, Oscar, Fabián, Estela, Sofía, tu hermano Daniel y tu amigo Ramón somos las personas que más te vamos a extrañar, que te acompañamos en todo momento y no te dejamos solo. Eso nos alivia el corazón, saber que te fuiste rodeado de la gente que te ama. Te fuiste físicamente, pero de nuestro corazón ¡jamás! ¡Te amamos viejo, fuiste un gran papá y abuelo!”.&nbsp;&nbsp;

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