Andrés Antonio Blanco

Andrés Antonio Blanco, nació el 10 de marzo de 1946 en Tandil. Vivió en el Barrio Palermo desde muy joven. Andrés, alias “el negro”, era conocido por pasar, a diario, en su bicicleta por el barrio vendiendo garrafas. Sus vecinos lo conocían por su picardía, simpatía y predisposición para ayudar a los demás.

De adolecente formó parte de una banda llamada “Bebida sin alcohol”, en ella participó como cantante. Gozaba tocar la guitarra y escribir sus propias letras, en sus ratos libres de soledad. Tiempo más tarde, fueron estos mismos dotes artísticos los que lo llevaron a enamorar a Marta Noemí Cabrera, con quien se casó y tuvo cinco hijos. Javier, Adriana, Gabriela, Verónica y Claudia, quienes le dieron el título de abuelo y bisabuelo.

Su hija Veronica destacó que Andres no solo fue un buen padre, sino que para cada uno de ellos fue un amigo, consejero, acompañante y cómplice. En sus ratos libres, disfrutaba de los momentos en familia, pero también de los días de pesca junto a la compañía de su perra "Zorri", su fiel compañera.

Trabajó en la fábrica Indo, y luego se desempeñó como encargado en el área de Vialidad de la Municipalidad, hasta su jubilación. Tenía una pasión indescriptible por el fútbol, ya que era amante del Club Independiente de Avellaneda, o “hincha del Rojo” como solía decirle.

La familia agradece la compañía de quienes estuvieron hasta sus últimos días y sus hijos políticos, Daniel Alanis y Daniel Bálsamo, lo recuerdan con cariño.

Patricia Marcela Jansen

Patricia marcela jensen, nació el 7 de febrero de 1963 y falleció el 12 de abril a los 60 años. Patricia era la mayor de nueve hermanos, con quienes se acompañaban codo a codo. Trabajo en el área de Bromatología en la Municipalidad de Tandil. En su trabajo se caracterizaba por ser respetuosa, por su compañerismo y la dedicación que le ponía a su labor.

Su espíritu bondadoso, hacía que todo aquel que la conociera la quisiera en un instante. Siempre regalando sonrisas. Luchaba contra todo pronóstico y daba la vida por sus dos hijos Ezequiel y Pamela Toscano.

En sus ratos libres, Patricia disfrutaba la vida compartiendo momentos con sus hijos y sus cuatro nietas: Brenda, Chiara, Guadalupe y Emilia. Coser era uno de sus pasatiempos favoritos. Su coraza para enfrentarse a lo que le deparara la vida, la hacían más fuerte de lo que aún lo era.

“Siempre nos vas a hacer falta, pero sabemos cómo es la ley de la vida. Te vamos a llevar siempre en nuestro corazón, lo diste todo y nunca te rendiste. Nos amaste más que a nadie. Te amamos siempre”, tus hijos.

Omar Dionel Rodriguez

Omar Dionel Rodríguez falleció a los 63 años. Trabajó en el “Transporte La Unión” y allí realizó tareas de mecánica con maquinaria pesada. En el taller era conocido como “el chispa”, un apodo que muchos lo relacionan con su carácter, pero lejos de ser chispa, era una persona muy bondadosa.

Los domingos eran sagrados para Omar. Un fanático auténtico de las carreras de autos, que disfrutaba de su fin de semana mirando el TC. Pero así como disfrutaba de su pasión por la chapa, también amaba compartir momentos con Graciela Bianco, su compañera de vida desde sus 55 años.

Dicen que la felicidad se comparte y que el amor llega a tu vida cuando menos lo esperas, así fue como el “El chispa” conoció a su nueva compañera de vida. Pero, principalmente la ruta. Los viajes, paseos por el Dique y la buena música con un poco de mates y algo rico que comer comenzaron a hacerse rutina.

Así era Omar, risueño y amoroso. Una persona que daba mucho sin pedir nada a cambio. Su familia y amigos recuerdan con mucho cariño.

Egista Olobardi

Nació el 12 de noviembre de 1927 y falleció el 30 de marzo de 2023. Egista, amante de la naturaleza compartió este mismo amor por las plantas con su esposo Ricardo Cappuano, con quien abrió un vivero llamado “Los Cedros” y trabajó durante 67 años. Juntos amaban compartir largas caminatas y paseos.

Al partir su compañero de vida Ricardo, decidió comenzar a tejer, para brindar ese amor a otros a través de sus bordados. La buena mano que tenía Egista era elogiada por todo sus conocidos. Siempre pensando en el prójimo utilizaba la buena mano que tenía con las agujas de bordar, para realizar mantas para quienes más lo necesitaban.

Su familia y vecinos la recordarán siempre por su buen carácter y educación. “Estarás siempre en nuestras vidas”.

José Alberto Mourelos

José Alberto Mourelos, falleció el 7 de abril de 2023 a los 75 años. Nació y vivió en Tandil. Detallista y trabajador. Dueño de la parrilla más conocida de Tandil, “El Trébol”, junto a su esposa Nilda Fernández.

Durante su adolescencia con tan solo 16 años conoció a Nilda Fernández. Desde ese día sabían que ambos querían estar juntos. Tiempo después se casaron y tuvieron a Ariel Mourelos, su único hijo. Con la llegada de Ariel, Alberto trató de ser un amigo para su hijo, un compañero y un maestro.

José Alberto trabajó hasta sus 20 años en la carnicería de su padre, realizando reparto de carnes en los distintos restaurantes de la ciudad o en casas de familia. Hasta el día que recibió la propuesta de parte de uno de sus clientes, de venderle la parrilla que tenía en la esquina de Constitución y Rodríguez, debido a que ya no quería trabajar más en ella.

Alberto y Nilda, sin saber qué hacer con ella, decidieron encarar, en 1976, este nuevo proyecto. No solo funcionaban como una pareja sino también como un equipo, Nilda se encargaba de la parte administrativa y Alberto se encargaba del funcionamiento del local.

Tiempo más tarde con un par de ahorros pudieron comprarse su propio local, ubicado en la esquina 14 de Julio, mismo que hoy es conocido por los tandilenses como la parrilla “El Trebol” y que desde hace 46 años abrió sus puertas. El esfuerzo, la dedicación y el trabajo, son algunas de las palabras que más caracterizaron a Alberto y que hicieron que hoy sea recordado y honrado por sus colegas.

Los gastronómicos de Tandil lo reconocieron por su trayectoria y no tuvieron más que palabras de elogio para destacar su labor. Dentro de la parrilla, su sensibilidad y detallismo lo hicieron distinguirse entre otros locales del mismo rubro. Buscaba estar en todos los aspectos de su local, desde la limpieza y el orden, hasta la comida y la comodidad de sus clientes.

La parrilla también le permitió realizar uno de sus placeres más grandes, viajar por distintas partes del mundo con Nilda y su hijo. Además, era amante de los autos, tanto que decidió comprarse un auto antiguo y restaurarlo hasta dejarlo como nuevo. Una reliquia para él.

Trabajador, detallista, compañero, padrazo y un abuelo de oro. Así es recordado Alberto por su familia y amigos.

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