IRMA RENE BRUNI DE ÁLVAREZ

Nació el 17 de abril de 1941. Murió el 18 de marzo de 2025, a los 83 años.

Tuvo tres hijos: Mirta Álvarez, Stella Álvarez y Sergio Álvarez.

Viuda de Juan Adolfo Álvarez.

Fue ama de casa y trabajó como empleada doméstica.

Fue propietaria de un comercio en Cerro Leones y le gustaba bailar.

SALVADOR ENRIQUE LANA

Nació en Tandil el 22 de septiembre de 1942. Falleció a los 82 años, el 1 de abril de 2025.

“Sus padres fueron Salvador Lana y Teodula Ramos, fue único hijo.

Salvador se casó con Mirta Achaga en 1973 y juntos formaron una familia, en la que tuvieron cuatro hijos y ocho nietos.

Realizó gran parte de la primaria en la Escuela Nro.80, terminando en la Nro.1.

Luego continuó sus estudios secundarios en Técnica Felipe Senillosa, donde recibió el título de Técnico en el Automotor.

Trabajó en varios talleres mecánicos, hasta entrar en La Tandilera. En simultáneo, descubrió su pasión por la apicultura. Durante unos ocho años realizó ambos trabajos, hasta renunciar a La Tandilera, para dedicarse exclusivamente a su pasión: las abejas.

Sus primeros años de vida fueron en el campo La Beatriz en Gardey y luego se instaló en el barrio Villa Alduncin hasta sus últimos días.

Desde chico, le gustó el fútbol, por lo cual comenzó a jugar en el Club Social de Villa Aguirre, era muy buen defensor, siempre jugó de 2 y luego fue comprado por el club Excursionistas, hasta llegar a formar parte del seleccionado de Tandil.

Por la pasión por la apicultura y lucha por la misma, fundó junto a otros apicultores la Cooperativa Apícola de Tandil.

Su hobby, sin duda, siempre fue la lectura. También le gustaba viajar, conocer, y disfrutar de la familia, siempre era ‘materia dispuesta’.

Era muy inteligente, detallista, habilidoso e ingenioso en todo, sencillo, bondadoso, noble y de un gran corazón...

Muchos lo conocieron por sus distintos sobrenombres: Chiquito, Cuitin, Flaco y Salva”.

JULIO CARLOS MARCASSÓ

Nació el 9 de noviembre de 1940. Murió a los 84 años, el 27 de marzo de 2025.

“Hijo de madre argentina y padre siciliano que supieron conformar una gran familia tandilense, Julio Carlos Marcassó cursó sus estudios primarios en la Escuela 11 y secundarios en la Escuela 7.

Ya desde su primer trabajo -en una herrería de barrio, a los 14 años- dejó ver un ímpetu superador que un par de años más tarde lo llevó a desempeñarse como albañil y luego alcanzar, con sólo 18 años, el sueño del negocio propio materializado en una fábrica de baterías.

Desde entonces, su condición de emprendedor exitoso, su trato afable y don de buen vecino convirtieron su local de venta de repuestos de electricidad del automotor en negocio pionero en Tandil y generaron un afecto incondicional en clientes, proveedores y colegas a lo largo de sesenta años.

Con el tiempo otras inquietudes lo llevaron hacia nuevos proyectos y horizontes comerciales, pero su local de repuestos y su casa sobre la avenida Marconi siempre fueron el universo donde encontró su paraíso junto a su esposa Elena Armelín y sus hijos Flavio, Viviana, Gabriel y David.

Autodidacta en la música -sabía entenderse con la guitarra, el acordeón, la armónica o el piano- y en el jardín -en los fondos de su hogar dio forma, con la impronta de su personalidad, a un sutil entorno verde-, también tuvo receta propia para los afectos: pocas palabras, generosidad y un humor inapelable le bastaron para despertar una sonrisa y un mejor estado de ánimo en quien se cruzara en su camino.

A medida que su partida se entreveía cada vez más cercana, la impotencia que sobrevino en todos aquéllos que tuvieron el privilegio de ser parte de su vida reflejó la profunda huella que marcó su actuar desde la calma, la solidaridad y el bajo perfil.

Su legado ahora es el desafío -y el compromiso entusiasta- de replicar su proceder como la mejor manera de evocar a quien le bastó la sabiduría de ser fiel a sí mismo para hacer de cada acción un momento más feliz para el prójimo”,

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