‘Atractividades’
Las corrientes migratorias que llegaron a Argentina desde fines del siglo XIX hasta mediados del siglo XX hicieron que nuestro país conquistara el rango de ‘tierra de las oportunidades’.
Recibí las noticias en tu email
Desde que comenzó la inmigración hasta 1950, millones de europeos afincaron su destino en este vasto territorio que además de sus bellezas naturales, ofrecía la posibilidad de prosperar en el sur de las Américas.
Como parte de ese flujo, mis abuelos paternos cruzaron el Atlántico y lograron dejar en su España natal los amargos vestigios ocasionados por la Guerra Civil que expulsaron a gran parte de la población en busca de un futuro para ellos y su descendencia.
Mi padre tocó suelo argentino a sus 12 años. Cargado de expectativa y desconocimiento logró abrirse camino para intentar revertir el destino de carencia que lo acechó en el período de posguerra. Desde entonces y hasta hoy a sus 81 años, lo he visto trabajar todos los días de su vida. Absolutamente todos.
Mi memoria, suele intercalar imágenes de sus expresiones. Lo recuerdo entre rezongos y desvelo. Retengo su cara de tristeza y temor cuando en el 82´ teníamos que ensayar simulacros por la guerra de Malvinas y su rostro de preocupación cuando a fines de esa década estallaba la hiperinflación.
El hombre no se dejó doblegar por el Rodrigazo de los 70’ ni por el Bonex 89´que compulsivamente retuvo sus ahorros cuando proyectaba la construcción de una casa con mayores comodidades para la familia. Nunca puso sus reservas en dólares porque siempre interpretó que era una jugada traicionera hacia la Patria que lo abrigó.
Tampoco pudo con su espíritu emprendedor la convertibilidad que impuso el Corralito financiero ni los constantes vaivenes de la economía en su conjunto que lo mantienen como testigo agazapado de lo que está por venir. Ahora llegó la tormenta y sigue remando en su bote para surcar las bravías aguas.
Acontecieron tantas crisis, tantos gobiernos y gobernantes, tantas marchas y contramarchas que hoy el territorio de las oportunidades, se convirtió en la tierra de las ‘atractividades’. Sí, aunque la Real Academia Española aún no haya tomado nota de este neologismo que esbozó nuestro presidente Mauricio Macri, la palabra fue dicha.
Transcurría el mes de febrero y en medio de una calurosa conferencia de prensa en Chapadmalal, el jefe de Estado daba cuenta de las potencialidades de nuestro país a la hora de clamar por inversores.
Fue entonces cuando con una lacónica exposición, lanzó ante los asistentes que la visita de referentes del National Geographic presumía la inyección de divisas para un parque marítimo y esto ofrecía a su vez algo así como actividades, posibilidades, atractivos, oportunidades, en síntesis, ‘atractividades’.
Tal vez haya sido un simple error cometido en medio de un discurso envalentonado por la imperiosa necesidad de anunciar un potencial socio a la hora de sembrar los brotes verdes tan pretendidos o quizás, un término al que debiéramos dar cierta significancia.
Analizando la coyuntura actual me surgen interrogantes. ¿Cuáles serían las ‘atractividades’ que lo llevarían a sacar una nueva ventaja en las urnas?.¿La ausencia de una oposición se muestra madura en las fotos pero que cada vez está más atomizada en la práctica?.¿Una economía que con ayuda del Fondo revierta la recesión, el desempleo, la pobreza?.¿Demostrar que no hay alternativa porque el anterior gobierno fue una Cleptocracia?.
¿Qué lo hace sentir que es la opción entre las opciones? Tal vez sea todo o parte de lo expuesto o quizás sea la ceguera propia del poder que lo invita a participar en una nueva contienda electoral aunque el costo político de sus decisiones lo dejen fuera de la compulsa.
Hoy las encuestas demuestran que la mayor parte de la población engrosa la variable de los indecisos. Escépticos, mareados, desesperanzados no saben si decidirse por los malos conocidos o los buenos por conocer.
Tampoco se contempla un proyecto que vaticine sellar la grieta que fomentaron quienes, por un lado, se llevaron el futuro bajo un sistema de remises y marroquinería barata y por otro, quienes tentaron a los inversores a nutrirse del mercado financiero y terminaron por devorar las variables de crecimiento.
Entre lo que se prometió, lo que se pudo, lo que se creyó, lo que se logró y lo que no, nos llevó puesta la tempestad. Con otros planos y otro proyecto el ingeniero y su equipo erraron todos los cálculos y una vez más la tierra de las oportunidades se inundó dejando a su paso un porvenir lodoso.
Basta con salir a caminar un rato por la comarca. El aire se puso pesado y en muchos espacios se respira una sensación común.
Por momentos me parece descubrir en los rostros callejeros esa mirada opaca que proyectaba la angustia del desarraigo que sufrieron nuestros padres y abuelos aunque a diferencia de aquel entonces, y después de tantos traspiés, nuestro país hoy se suscriba en las antípodas de la tierra de las ‘atractividades’.
Este contenido no está abierto a comentarios