Ensayos que ponen a prueba la diplomacia internacional
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El reciente anuncio del Presidente Donald Trump de que Estados Unidos “reanudaría los ensayos nucleares” tuvo el efecto de sacudir la frágil arquitectura de control de armas estratégicas de las últimas décadas. La aclaración posterior que los ensayos no incluirían detonaciones nucleares completas, sino que serían experimentos no críticos, una categoría técnica que engloba pruebas simuladas realizadas bajo tierra en el Sitio de Pruebas de Nevada, redujo la polémica ya que son herramientas que también utilizan Rusia y China y que no afectan la moratoria voluntaria de no realizar explosiones nucleares ni viola formalmente el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (CTBT).
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailLa clarificación es concordante con los avances científicos del último medio siglo que han hecho innecesarias las pruebas nucleares subterráneas para conocer cómo funciona un arma nuclear. Tampoco para mantenerlas operativas y seguras. Las simulaciones en computadoras, experimentos subcríticos y programas de extensión de vida permiten reproducir en detalle cómo se comportan los materiales nucleares durante una detonación. “Las simulaciones en computadoras, experimentos subcríticos y programas de extensión de vida permiten reproducir en detalle cómo se comportan los materiales nucleares durante una detonación.” También reafirma la voluntad de Estados Unidos de continuar con las tres décadas de contención colectiva de no hacer pruebas de armas nucleares (salvo Corea del Norte que realizó 6 ensayos entre 2006 y 2017).
El CTBT solo prohíbe las explosiones nucleares y no los ensayos que utilizan pequeñas cantidades de material fisible (uranio y plutonio), pero sin alcanzar la masa crítica y por lo tanto no hay una reacción en cadena autosostenida, lo que evita una explosión atómica y la liberación de radiación. Sin embargo, el tema será materia de controversia ya que puede ser interpretado que contraviene el espíritu del tratado, al permitir avances tecnológicos en armas nucleares. No son ilegales per se, pero explotan un vacío del CTBT y de las normas de no proliferación al dar pie a una nueva carrera armamentista.
La cuestión tiene también el potencial para enturbiar la próxima Conferencia de Examen del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), prevista para 2026. El riesgo de que se inicie un ciclo de pruebas – aunque sean solo simuladas – podría ser un factor adicional de dificultad para la adopción de un documento final al ser un retroceso frente al compromiso de desarme nuclear del artículo VI del TNP. “El tema podría convertirse en un campo de reproches por la incoherencia de las potencias nucleares, que exigen disciplina de contención nuclear a los demás mientras se reservan el derecho de seguir modernizando y ampliando los arsenales nucleares.”
Mientras tanto, la red global de monitoreo del CTBT – con sus estaciones sísmicas, hidroacústicas, infrasónicas y de radionúclidos – permanece en guardia. El tejido científico tiene la capacidad de detectar cualquier explosión en cualquier lugar del planeta como ocurrió al identificar una señal en la zona del Atlántico Sur donde desapareció el submarino ARA San Juan en 2017. Cada dato que el CBTO registra, cada temblor que analiza es una afirmación de la voluntad de la comunidad internacional de no volver atrás. La tecnología hoy no solo sirve para desarrollar armas, sino también para impedir que vuelvan a usarse.
Estados Unidos no es el único que realiza experimentos subcríticos, pero sí de los pocos que lo hace público. Aunque los ensayos subcríticos podrían realizarse sin publicidad, Washington suele utilizar experimentos técnicos como instrumentos de estrategia y política. El anuncio reafirma ante Rusia y China que mantiene la capacidad y fiabilidad de su arsenal nuclear, tranquiliza a aliados dependientes del paraguas nuclear estadounidense y legitima ante la opinión pública la inversión en modernización en un mundo donde la percepción de fuerza es tan importante como la fuerza misma.
A pesar de que nada indica que Estados Unidos vaya más allá que la reactivación de los experimentos nucleares subcríticos, el anuncio de la Casa Blanca es un símbolo de tiempos geopolíticos inciertos. Por ello, es hora de reconocer que la credibilidad nuclear no solo depende de la fiabilidad del arsenal sino también de la credibilidad diplomática. Un mundo que carga con las cicatrices de la era nuclear del siglo XX necesita más diplomacia y menos kilotones.