¿Es posible construir un sistema financiero productivo y eficaz en Argentina?

A medida que se alcanza la mitad del mandato presidencial, las transformaciones prometidas para el sistema financiero argentino enfrentan limitaciones estructurales persistentes. Aunque se ha logrado cierto orden macroeconómico y la innovación tecnológica avanza con velocidad, al igual que sectores como Oil&Gas, minería, y otros dinámicos, el desafío del desarrollo productivo requiere la existencia de confianza de largo plazo, por ahora ausente.
Recibí las noticias en tu email
Accedé a las últimas noticias desde tu emailEl tiempo político: ¿alcanza un solo mandato?
En una columna publicada en Infobae el 31 de agosto de 2024, sosteníamos:
“El cambio y la recuperación seguramente demandarán más de un período de gobierno, teniendo en cuenta la complejidad para lograr no sólo la estabilidad macroeconómica, sino también los cambios estructurales y en la cultura empresarial”.
Hoy, con casi un año transcurrido, esa afirmación cobra mayor fuerza.
Aun suponiendo que a diciembre de 2025 se mantenga la estabilidad macro, y que el oficialismo obtenga resultados favorables en las elecciones de septiembre y octubre, el horizonte para consolidar una arquitectura financiera eficiente excede el actual período presidencial.
No se trata solo de voluntad política, sino de maduración institucional, reforma legal, coordinación público-privada y cambio cultural.
La economía argentina arrastra décadas de rupturas que no se resuelven en dos años ni con una sola herramienta.
Historia repetida: ciclos cortos y crisis duraderas
Argentina ha estado atrapada por décadas, en un patrón económico de breves períodos de crecimiento seguidos por crisis abruptas. Esta lógica pendular se repitió en etapas tan divergentes como el menemismo, el kirchnerismo temprano y el macrismo. En todos los casos, los avances macroeconómicos no lograron consolidarse ni traducirse en un sistema financiero robusto.
Esto se debe, en parte, a la ausencia de una visión compartida y sostenida entre los principales actores del sistema: el Estado, las entidades financieras, el sector productivo y la sociedad civil.
La estabilidad macro es una condición necesaria, pero no suficiente.
El período transcurrido desde diciembre de 2023 hasta el año en curso muestra señales de avance, se ha contenido la inflación mensual en torno al 2%, el tipo de cambio se mantiene relativamente estable y hay equilibrio fiscal primario. Sin embargo, estos logros aún no se traducen en confianza sostenida ni en condiciones estructurales para fomentar la inversión productiva, no sólo la restringida a los sectores más dinámicos y con apropiado posicionamiento competitivo externo.
La baja de la inflación y la disciplina fiscal, si bien necesarias, son aún frágiles y dependen de un esquema de ingresos transitorios, postergaciones y recortes, y no están sustentadas por ahora en una reforma impositiva integral, en un rediseño del sistema previsional ni en una reducción genuina del riesgo país.
Avances tecnológicos en el ecosistema financiero
En paralelo a la salida de la crisis que hasta 2023 amenazó con una nueva hiperinflación, seguido del ingreso a un nuevo orden macroeconómico, el ecosistema financiero argentino experimenta una rápida transformación tecnológica mediante el rol protagónico de un creciente número de fintechs, y plataformas digitales que redefinen la relación entre usuarios y servicios financieros, apoyada en la incorporación de inteligencia artificial, blockchain, tokenización.
La banca digital y las billeteras virtuales son una realidad han tenido efectos concretos:
Reducción de costos y tiempos en las transacciones.
Inclusión de segmentos tradicionalmente excluidos: monotributistas, trabajadores informales, cooperativas y pymes.
Acceso masivo a servicios básicos: pagos, cobros, préstamos personales, inversiones de bajo monto y financiamiento de capital de trabajo.
Ejemplos como MercadoPago, Ualá, Nubi o Mercado Cheque muestran cómo las nuevas empresas del sector digital se adaptan más rápidamente a las necesidades de individuos y empresas que los bancos tradicionales.
Este fenómeno no es simplemente una modernización. Lo que se está produciendo es un reemplazo gradual del sistema bancario tradicional por estructuras digitales abiertas, más ágiles y descentralizadas.
Los bancos con estructuras rígidas, requisitos excesivos y procesos costosos pierden terreno frente a plataformas que, en muchos casos, ofrecen productos más simples, personalizados y accesibles, que de hecho los mismos bancos está incorporando en su oferta,
Esto genera una paradoja: mientras el sistema financiero informal se digitaliza y crece, el sistema formal sigue centrado en criterios de evaluación que no reflejan la realidad de las pymes argentinas, especialmente en lo contable, impositivo y documental.
Financiamiento PyME, nudo estructural
El principal cuello de botella de un sistema financiero productivo en Argentina sigue siendo el acceso al crédito para las pymes.
Las condiciones que exigen los bancos -balances auditados, garantías reales, historial fiscal impecable, facturación formal trazable, posición de riesgo 1 en BCRA- son inalcanzables para la mayoría de las empresas. No significa esto que la exigencia bancaria no sea entendible desde el punto de vista de riesgo, pero el 80% de las pymes del país incumplen con tales exigencias crediticias.
Esta brecha no se debe sólo a informalidad, sino a la desconexión entre las reglas del sistema financiero y la estructura empresarial real, pues incluso empresas con años de trayectoria, actividad comercial sólida, y capacidad operativa encuentran enormes dificultades para acceder a crédito bancario.
Siendo el crédito bancario casi inaccesible para la mayoría de las Pymes, los beneficios de las Sociedades de Garantía Recíproca es una opción que en 2024 avaló más de 500.000 operaciones al actuar como respaldo de garantías que de otro modo quedarían excluidas del sistema de crédito.
La oportunidad del mercado de capitales
Frente al estancamiento bancario, el mercado de capitales local ofrece alternativas que deben sumarse al avance tecnológico de la digitalización y tokenización.
La Comisión Nacional de Valores (CNV) ha promovido activamente regulaciones que permiten avanzar en:
Tokenización de activos financieros.
Digitalización de la emisión de deuda.
Oferta pública simplificada para pymes.
La creación de vehículos de inversión digitalizados, con menores costos operativos y trazabilidad automatizada.
Estos instrumentos pueden alentar a muchas empresas a emigrar del banco como intermediario, y accedan directamente al financiamiento a través de fondos comunes digitalizados o plataformas tokenizadas.
Conclusiones
La respuesta es afirmativa, pero el proceso de implementación puede requerir de estabilidad y confianza de largo plazo, factores que aún no ha dado el primer paso.
Para avanzar en soluciones eficaces hacia un sistema financiero que cumpla su rol no basta con digitalización ni estabilidad, se requieren reformas estructurales postergadas durante años que aún continúan su implementación.
Reforma tributaria integral, que reduzca la presión formal y premie la progresividad y la inversión.
Reforma previsional, que estabilice las cuentas públicas y brinde previsibilidad de largo plazo.
Reforma laboral, inclusión de nuevas formas de empleo y reducción del litigio.
La banca tradicional va cediendo terreno frente a soluciones digitales, pero eso representa un aspecto limitado de las restricciones a resolver.
El plan económico deberá actuar de manera simultánea, con claridad y transparencia sobre las rutas que se irán tomando paso por paso, “Omnes viae Romam ducunt”, “Todos los caminos…”.
El autor es doctor en Economía UBA