Lenguaje inclusivo
Días atrás un artículo periodístico daba cuenta de un proyecto por el cual el Gobierno español busca incorporar el lenguaje inclusivo en la Constitución Nacional de ese país.
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La iniciativa, surgida del seno del poder ejecutivo, busca sumar otra conquista a la amplia lista de batallas que ha ganado el feminismo en la madre patria.
Carmen Calvo, vicepresidenta de España solicitó a la RAE (Real Academia Española) asesoramiento normativo con el fin de encontrar una alternativa lingüística para que la redacción de la Carta Magna incluya a ambos géneros. Es decir, un lenguaje que visualice también a `todas´.
Y es aquí donde nació la polémica.
Los movimientos feministas del país ibérico focalizan el eje del debate en la posibilidad de erradicar el androcentrismo de la lengua madre cuya impronta sexista impone al ´masculino universal´ como base de la construcción gramatical. Arguyen que deja afuera todo sesgo femenino y advierten necesario que si se habla a `todos` los presentes, se fomente la alocución hacia ´todos y todas`.
Por su parte, las posturas más conservadoras como la de la RAE miran con recelo estas señales de identidad que tratan de soslayar el status quo y se acorazan en el argumento de la economía del lenguaje. Expresan que el uso genérico del masculino refrenda el colectivo humano, no permite caer en circunloquios y que lejos de postergar a las mujeres, suprime la distinción de géneros. `Todos´, contiene a todas.
Algunas voces coinciden en que el lenguaje no es inocente y que debe estar al servicio de la comunicación humana. Su uso, no solo enriquece la estructura del idioma sino que la misma dinámica social va rompiendo los estereotipos. Otras, manifiestan que utilizar la palabra `todos´actúa sobre un universo común, mientras que su versión femenina resulta excluyente hacia los varones. `Todas´, encuadra solo a ellas.
Pero el lenguaje inclusivo propone además el empleo de la letra `e´ en reemplazo de la de ‘a’ u ‘o’ como artífice de la neutralidad tanto en el habla como en la escritura. De aquí desprende que las palabras en su conformación genérica actual puedan ser modificadas y que frente a una audiencia de varones y mujeres podamos realizar una salutación diciendo por ejemplo, `bienvenidos a todes´.
Todos y todas comulgan en todes y eso evitaría, aparentemente, el desdoblamiento en pos de la economía del lenguaje.
Algunos portales de noticias en Argentina han publicado notas en lenguaje neutro para evaluar la reacción de los lectores. Al parecer en la práctica, la escritura bajo esta nueva forma de comunicación ha promovido en su mayoría reacciones adversas y los comentarios de los foristas, así lo demuestran. Pobre, patético y progre, son algunos de los calificativos que expusieron.
Pero volviendo al proyecto en cuestión creo que a pesar de reivindicar la lucha en sí misma, tal vez esta sea una cruzada innecesaria ya que la sinergia intrínseca de la sociedad y la apropiación de su lengua conducirán inevitablemente a que más allá de lo que establezca la norma, el uso decida imponer la costumbre.
Por caso, confundir gramática con machismo puede resultar algo extremo. Más bien la búsqueda por redefinir el rol del colectivo femenino desde la palabra, decante como consecuencia del vigor social sin tener que insumir energías para ello y permita acopiar fuerzas para tantas otras batallas que quedan por librar.
Este dilema al que los españoles se enfrentan hoy para muchos evidencia una conducta disruptiva y para otros y otras, la posibilidad única de introducir un espacio más que se sustente por sobre todas las cosas desde la ley suprema de un país y cuyo efecto podría ser pandémico.
El desafío es grande pero mayor aún, la capacidad de adaptación que demostramos en los agitados tiempos de la comunicación humana. Y eso incluye a todos y a todas.
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