Menem lo hizo
En la actualidad, la personificación de la justicia es representada en los siete continentes con la imagen de una mujer con sus ojos vendados que sostiene en una de sus manos una balanza y en otra, una espada.
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La alegoría de los elementos fue cambiando según los tiempos pero hoy el simbolismo refiere a tres principios básicos de su accionar: la imparcialidad ante los hechos, el peso objetivo de los argumentos y la capacidad de impartir coerción frente a las decisiones que adopta.
Toda sociedad democrática que se precie de tal, descansa en la base de un sistema cuyos pilares de justicia se sustentan a través del conjunto de normas que con fuerza de ley rigen la convivencia entre iguales.
Hasta ahí vamos bien. Pero el dilema radica en que la teoría no siempre se condice con la práctica, sobre todo a la hora del principio de equidad.
La casuística, me conducen a pensar que la dama inmortalizada en esta figura aplicó con liviandad y a destiempo el peso de la espada que sujeta con altivez. Cromañon, la tragedia de Once, la explosión en Río Tercero, son claros ejemplos.
Hace unos días, el Ministro de Justicia Germán Garavano esbozó un concepto cuya simpleza apela al sentir común del ciudadano. “No es un bueno para un país que un expresidente esté detenido o se pida su detención”, enfatizó.
Y ciertamente, no lo es. No lo es, en tanto y en cuanto el enunciado se tome como una declaración aislada cargada de abstracción o como una especie de eufemismo que encierra una expresión ejemplificadora. Pero en este contexto, fue al menos desafortunado.
De hecho esta semana, ex mandatarios argentinos fueron noticia por distintas causas. Fernando de la Rúa fue internado por un paro cardiorespiratorio. Cristina Kirchner quedó nuevamente signada como la jefa de una asociación ilícita y Carlos Menem fue absuelto por la venta irregular de armas a Ecuador y Croacia.
Es precisamente este último fallo el que despierta la insondable desazón que suscribe el accionar de la Justicia.
Luego de 23 años, los camaristas del tribunal de alzada sostuvieron en sus argumentos que la causa, por la cual el segundo riojano más famoso estaba condenado a 7 años de prisión, no había cumplido el principio de plazo razonable para arribar a una condena firme.
La querella contra Menem se inició en 1995, a raíz de tres decretos que firmó durante su primer mandato para vender 6.500 kilos de armamento a Venezuela y Panamá, pero que finalmente tuvieron como destino Croacia y Ecuador. Ambas naciones estaban en conflicto bélico.
En noviembre de ese año, la explosión de la fábrica militar de Río Tercero en Córdoba dejó 7 muertos, más de 300 heridos y daños edilicios incalculables. Fue entonces la misma justicia, que interpretó el suceso como un ardid y ubicó al ex presidente en el centro de la investigación. Resultó ‘actor mediato´ de dicha maniobra.
Pero luego de casi dos décadas y media de recorrido judicial y de un enorme despliegue de recursos interpuestos por sus abogados defensores, Carlos Menem logró que el peso de la espada, cayera con total levedad sobre sus actos.
Quienes se arrogan la dispensa de Justicia no dan explicación alguna por las decisiones que toman y defienden su posición manifestando que las mismas quedan plasmadas en sus fallos.: los jueces hablan por sus sentencias.
Pues bien. ¿Qué nos están queriendo decir con este veredicto en particular?.¿Qué el transcurrir de los años hizo que la culpabilidad se diluya?.¿Qué la impunidad permite a la Justicia dosificar el contrapeso de la balanza para que algunos condenados gocen de libertad más allá de sus propias resoluciones?.
Se hace difícil de digerir para cualquiera de nosotros, en tanto ciudadanos iguales ante la ley, que el peso específico de su función en los 90’ y la protección legal concedida por sus fueros como senador no hayan inclinado el voto de los jueces.
Lo expuesto por el ministro Germán Garavano, denota especial relevancia a partir de este fallo.
Si bien el funcionario criticó el dictamen absolutorio que obtuvo el ex mandatario, es inevitable trazar un paralelismo y presagiar que las múltiples causas que hoy enfrenta Cristina Kirchner, puedan tener el mismo camino procesal que el de Menem.
No parece descabellado. Menos, en este país donde existen sobradas muestras de que el velo puede correrse a gusto y placer, desestimando el verdadero valor republicano que garantiza la independencia de los poderes.
La historia escribirá sus propias páginas. Después de todo en Argentina, le va mucho mejor a los historiadores que a los profetas.
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