Una idea
Las presidencias de los hombres y mujeres que retuvieron el poder en Argentina luego de ser reelectos, nunca fueron buenas. Más bien sus mandatos trascendieron como en esas películas cuyas esperadas zagas, empeoraron la versión primera.
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Repasando raudamente datos de nuestra historia, fueron un total de cinco los presidentes que lograron este rango. Julio Argentino Roca, Hipólito Yrigoyen, Juan Domingo Perón, Carlos Saúl Menem y Cristina Fernández de Kirchner, integran la nómina.
La chance de formar parte de esta élite, hoy la ostenta Mauricio Macri y si avalo mis dichos por lo enunciado en el primer párrafo, infierno que de salir airoso de la contienda, nos podría esperar algo menos grato que lo transcurrido durante su conducción en estos años. O sea, no seremos Venezuela pero sí Guatepeor.
Hace algunos días el Jefe de Estado tuvo una serie de revelaciones. Reconoció que pecó de optimista, que se siente de 35 años y hasta contó detalles de la conflictiva relación que tiene con su padre, pastillero por medio. Nada nuevo, en la estrategia por humanizar al candidato.
En la vereda de enfrente, hay intencionados que empiezan a asomar las narices. Los mismos de siempre y nunca llegaron, los que estuvieron pero añoran volver, los tapados, los menos pensados y los que por obra del mal gusto en el uso de indumentaria veraniega, son tendencia en las encuestas.
CFK no se pronuncia. Le inquieta saber, que de tener una tercera chance se encontrará con dos variables difíciles de sobrellevar: la deuda externa y el reloj interno, pero su apetito de poder y su capital electoral la empujan al desafío. Por ahora, se entretiene viajando a Comodoro Py y mirando por TV el maremágnum peronista.
Massa insiste, como sea y con quien sea. Con frases que expresan la nada misma y que hasta serían pintorescas para publicitar un pegamento. “Vamos a terminar con el cuentito de la grieta”. Busca captar los votos de Cristina pero sin ella, como si de beneficencia se tratara. Trae consigo un lastre importante: su jefe de campaña.
Urtubey quiere, pero no puede. Es muy prolijo para meterse en el barro de la interna y prefirió ponerse el chaleco salvavidas e ir a sobrevolar la crecida del Pilcomayo antes que lanzarse a las turbulentas aguas del escarnio popular. Seguramente desistió de su presencia luego de que en el sorteo de alocuciones en Mar del Plata, sacó la pajita más corta.
Lavagna, teme que el fango le ensucie las medias que lograron captar los flashes periodísticos. Catapultado a la fama efímera de la carrera hacia Balcarce 50, no está mal visto pero tampoco mueve el amperímetro. Muchos laureles académicos pero poco carisma. Es la construcción sosa de un candidato y el peronismo se nutre de la sal del liderazgo. Se definirá en junio.
Qué decir de Moreno. El exsecretario de comercio irrumpió en la escena con un spot publicitario que bajo el firmamento italiano lo muestra sudando la gota gorda mientras invita a los empresarios a negociar otros términos. Espero no se dirija a los mismos individuos que atendía, calibre mediante, en su despacho cuando funcionario.
La lista sigue. Los menos malos, los malos conocidos, los buenos por conocer y los que a codazos o como sea buscarán sellar sus nombres en una boleta de papel porque la promesa del voto electrónico, descansa en el quinto cajón de los debates postergados.
Y en el pago chico, todos están lavando los trapitos, aunque en algunos espacios la limpieza final pasará por la interna. El kirchnerismo, tiene en su candidato natural Iparraguirre, al hombre que aguantó las banderas cuando muchos bajaron gateando del mástil tratando de no ser vistos.
Surgió la Sub 45 como una fuerza que intentará absorber a quienes abrazan la pureza de la doctrina pero limitaron su obediencia a la maroma de causas judiciales que acumuló Cristina y su séquito de funcionarios.
La alianza Cambiemos en Tandil, festejó el sapo que tuvo que tragar la gobernadora Vidal que no pudo finalmente desprenderse de la cita con la fórmula nacional. El ‘Dream Team’ le bajó el pulgar y cerró la puerta para abrir una ventana en la Casa Rosada.
El lunghismo, pulveriza la montura del caballo del comisario y atusa prolijamente la crines de la gestión para encarar un nuevo mandato. Ni el aumento del 50 por ciento en las tasas logran cambiar la apuesta que agotará sus recursos llegando al Bicentenario.
Enfrente, tibiamente, pero con ganas de plantar cara, Nicolini levanta las columnas de su Ateneo con la colaboración de un manojo de compinches provistos de pocas piedras para sostener la estructura. Probablemente, el edificio esté listo hacia 2023.
Quedan pocos meses y el problema hoy no es quién o quiénes sino cómo vamos a encarar esta crisis. Cambiamos y sin embargo seguimos cayendo en picada. No hay una sola actividad productiva en el país que haya crecido. Algunas incluso, no lograron subsistir.
En medio de este padecimiento transversal y del discurso de diagnosticadores seriales, las propuestas electorales suenan y resuenan como un sonido que se propaga en el aire y se atomiza antes de acabar en una idea.
Una idea, eso es lo que necesitamos.