EL ECO PODCAST
El futuro incierto del agro argentino y la encrucijada que atraviesa la soja
El sector agropecuario argentino se encuentra en un momento crítico, con la soja como epicentro de una crisis que amenaza con profundizarse, según analizó “Topo” Rodríguez en un nuevo podcast de Eco Campo.
Alejandro "Topo" Rodríguez, exministro de Asuntos Agrarios de la provincia de Buenos Aires y exdiputado nacional, ofreció un análisis detallado y preocupante sobre la situación actual, los desafíos venideros y las posibles vías de escape para el sector.
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Inicialmente “Topo” Rodríguez señaló una "falta de previsión total" por parte del gobierno nacional ante la problemática del sector, a pesar del apoyo ideológico que ha recibido del campo. En lugar de anticiparse a la crisis, el Gobierno ha tomado medidas que, según el exministro, van en contra de los intereses del sector.
Recordó en tal sentido la propuesta de aumentar las retenciones a las exportaciones de trigo y maíz del 12 al 15 por ciento, a la carne vacuna del 9 al 15 y a los derivados de la soja del 31 al 33 por ciento planteada en enero y que frenara el Congreso, iniciativa que consideró un claro ejemplo de la "voracidad fiscal impositiva".
En tanto, el mercado de la soja -históricamente un pilar fundamental de la economía argentina- se encuentra en un panorama sombrío. Los precios internacionales han experimentado una caída muy pronunciada, llegando a tocar los 260 dólares por tonelada, una cifra significativamente inferior a los casi 600 dólares registrados un año atrás.
Las razones
Esa disminución no es un fenómeno pasajero, sino que responde a una sobreoferta global que ha transformado el mercado de la soja.
Según “Topo” Rodríguez, estos precios bajos "no son pasajeros, no son de coyuntura, van a persistir precios bajos porque hay una sobreoferta de la producción de soja".
Diversos factores explican esa sobreoferta. Por un lado, Estados Unidos, uno de los principales productores mundiales, tiene "la segunda mayor campaña de soja de su historia".
Además, Brasil se ha consolidado como el "gran motor de la soja a nivel mundial", con una producción esperada de 170 millones de toneladas, lo que representa aproximadamente el 40 por ciento de la producción global. Este crecimiento exponencial de la producción brasileña ha dejado atrás a Argentina y Estados Unidos como actores principales del mercado.
Por su parte, China, el mayor comprador mundial de soja, se sobreestockeó de soja estadounidense durante la presidencia de Biden, anticipándose a posibles conflictos comerciales con una eventual presidencia de Trump. Esa decisión estratégica de China ha contribuido a la acumulación de excedentes a nivel mundial.
En tanto, países como Paraguay y Uruguay, aunque con una producción menor, también han incrementado su participación en el mercado, contribuyendo a la sobreoferta global.
Otros factores
Para “Topo” Rodríguez, los desafíos no terminan con la sobreoferta. China, el principal destino de las exportaciones de soja, está reconfigurando su estrategia comercial. El gigante asiático ha tomado la decisión de reducir sus importaciones y buscar el autoabastecimiento.
Además, planea reducir gradualmente el uso de harina de soja en la alimentación porcina (el país consume el 50 por ciento de la carne de cerdo mundial) y aumentar su propia producción.
En diciembre de 2023, China aprobó una ley de seguridad alimentaria para impulsar la autoproducción y disminuir la dependencia del mercado internacional de soja. Esa tendencia estructural implica que la demanda de soja argentina disminuirá a mediano y largo plazo, lo que supone un duro golpe para el sector. "Aquí hay una tendencia estructural, no hay un fenómeno coyuntural" afirmó el exministro bonaerense.
Esta situación, combinada con un tipo de cambio desfavorable para los productores y las persistentes retenciones a las exportaciones, plantea un escenario de baja rentabilidad para el campo argentino.
Para “Topo” Rodríguez, "la combinación perfecta para que el campo de la Argentina no sea rentable" es un tipo de cambio bajo y las retenciones.
“Revolución del biodiésel”
Consideró que la clave no está en seguir dependiendo de la venta del poroto o la harina de soja para alimentar cerdos, sino en apostar por la producción de biocombustibles.
Es que Brasil ha demostrado el potencial de este sector, y Argentina debería seguir sus pasos, transformando provincias como Buenos Aires y Santa Fe en locomotoras de la producción de biodiésel. "Argentina tiene que transformar a la provincia de Buenos Aires, por ejemplo, y a Santa Fe, en los las locomotoras de una gran revolución del biodíésel".
Añadió que es fundamental buscar alternativas a los commodities tradicionales y apostar por la agregación de valor a los productos agropecuarios. "Si uno puede hacer con girasol no solo aceite, sino también alimento para mascotas, está multiplicando por 150 el valor original de lo que es el producto primario", destacó Rodríguez.
En la provincia de Buenos Aires existen ejemplos exitosos de cooperativas agropecuarias que han logrado agregar valor a sus productos, como la producción de alimentos para mascotas y snacks a partir de cereales. En este sentido, se mencionó el ejemplo de la Cooperativa Agropecuaria que "de ser una cooperativa donde compraba y vendía cereal" hoy produce "alimentos balanceados" y "snack con el maíz".
El modelo económico actual, que privilegia la importación en lugar de la exportación, dificulta este proceso de transformación. El Gobierno busca bajar la inflación importando alimentos del exterior, beneficiándose de la baja de impuestos a la importación, lo que perjudica la producción nacional y desalienta la inversión en valor agregado.
Para “Topo” Rodríguez, es necesario un cambio de paradigma, donde se promueva la exportación de productos con valor agregado, como alimentos para mascotas y snacks, y se busque un equilibrio entre importación y exportación. "Hoy marchamos hacia el extremo de construir un modelo importador más de que de producción nacional".
El camino a seguir, según Rodríguez, es claro: un modelo que impulse la exportación de productos con valor agregado, que genere empleo y que permita a Argentina competir en el mercado internacional con productos diferenciados.
De lo contrario, Argentina se arriesga a consolidar un modelo importador que no beneficia a la producción nacional. El desafío es mayúsculo, pero la oportunidad de transformar el agro argentino en un sector más sostenible, rentable y con mayor impacto en la economía del país está latente. La pregunta que se hizo es si el gobierno actual y los actores del sector sabrán aprovecharlo.
La coyuntura actual, con precios bajos, sobreoferta global y cambios estructurales en la demanda, exige una respuesta rápida e inteligente. El futuro de la soja, y con ella, el del agro argentino, depende de ello. En palabras de “Topo” Rodríguez, "hay que pensar estratégicamente desde el Gobierno y desde el campo qué puede venir a reemplazar a la soja a nivel mundial".