En Chascomús, el Museo del Alambrado rinde tributo a un ícono de la producción de campo
La llegada del alambrado, a mitad del siglo XIX, marcó un antes y un después para la producción. Su historia fue motivo de otro podcast de El Eco Campo, ya disponible en las redes.
Es difícil hoy imaginarse la producción agropecuaria sin la presencia de los alambrados, al menos en las regiones productivas mixtas. Por eso se dice que su introducción al país marcó un antes y un después.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailChascomús fue la cuna en la Argentina merced a Richard Newton, a quien hoy -casi 180 años después- Oscar Carrigal le rinde homenaje en su rol de impulsor del Museo del Alambrado.
En un nuevo podcast de El Eco Campo destacó que la importancia de la introducción del alambrado y que tiene años de investigación que vuelca “en charlas en museos y escuelas agrarias, buscando el reconocimiento de esto que fue fundamental para nuestro país”.
“Siempre señalo que cuando miramos un árbol decimos que lindo árbol y cuando miramos una planta una flor decimos que linda flor, pero por ahí no vemos que esa belleza la está sosteniendo una raíz. La raíz de la ganadería y de la agricultura es el alambrado, que es el que lo protege. Miramos el girasol o el trigo, pero es tan importante el alambrado...”, comentó inicialmente.
Carrigal tiene un museo dedicado al alambrado. “Por ahora es privado. Es mío, pero lo he donado al municipio de Chascomús y están buscando el espacio físico. Son alrededor de 310 piezas, entre las que hay torniqueteros de hierro, torniquetas al aire, torniquetas de cajón y medio cajón, herramientas de alambrador, llaves torqueteras, californias, catálogos de fabricantes de artículos rurales de Buenos Aires, carteles enlozados y de bronce de fabricantes y muchísimas cosas”, sintetizó.
La investigación
Oscar Carrigal relató que “he investigado y seguiré investigando, porque es algo tan poco difundido que el alambrado llegó en 1845 de la mano de Richard Newton”.
Añadió que “recién 110 años después, en 1955, un médico pediatra -Noel Sbarra- editó un libro que se llama “Historia del alambrado en Argentina”.
Es un libro minuciosamente estudiado e investigado y es prácticamente el libro madre de la historia del alambrado”.
Ese camino en Argentina “comenzó en la estancia Santa María, a 50 kilómetros de la ciudad, sobre el río Samborombón” y tiene como protagonista a Richard Newton.
“Newton vino con 18 años, en 1819, y comenzó a trabajar con los Gibson, que eran escoceses que tenían empresas textiles. Se instalaron y empezaron a comprar campos. Le delegaron a él la administración. Compraron en la zona de Monte y la estancia Los Ingleses, en el partido de General Lavalle”, comentó.
Añadió que “luego salió a la venta el campo que llamaban de Las Lagunas o de Segismundo, porque era de Juan Bautista Segismundo, el que hizo la Recova en Buenos Aires. A Newton lo cautivó ese campo, a 300 metros del río Samborombón, y se lo hizo comprar a los Gibson, aunque dijo que algún día tiene que ser de él”.
Richard Newton “se casó en 1830 y se radicó en ese campo y el 19 de septiembre de 1834 se lo compró a los Gibson y lo bautizó Santa María, en nombre de su esposa que se llamaba María de los Santos Vázquez”.
Carrigal sentenció que “ahí comienza la historia del alambrado en Argentina, en Chascomús”.
El contexto
El creador del Museo del Alambrado indicó que “el alambre liso fue inventado en Inglaterra por 1830 y Newton viajó en 1844 a llevar a estudiar a sus dos hijos mayores, Ricardo y Enrique. Paseando con ellos vio unos ciervos pastando con una cerca y se dijo que eso lo tenía que traer para la Argentina”.
El regreso de Newton fue en 1845 y en el barco que lo trasladó trajo una cantidad de piezas. Arribó a Buenos Aires el 16 de junio.
“A su vez había hecho el grueso de la compra a la empresa Rodger Bert y Compañía. Pero ese barco naufragó y se perdieron los materiales que venían. Con lo que trajo con él cercó la huerta y la quinta de su estancia y volvió a reiterar el pedido. En 1846 llegó el envío más importante con muchísimas cosas más”, relató el historiador.
El oficio
De esa manera también comenzaba a surgir un nuevo oficio para el país como es el del alambrador.
“Dado que el primer alambrado fue instalado en Chascomús, no puede ser que no sea el Día del Alambrador en Chascomús” pensó Carrigal en el 2018 y presentó un proyecto en tal sentido ante el Concejo Deliberante local. “Fue votado por unanimidad por los concejales, al entender que era una causa tan justa para el lugar”, dijo.
Y esa historia tiene otra en su interior. “Yo tenía una amistad con un señor Newton, descendiente Ricardo Newton del introductor del alambrado” relató como introducción el impulsor del Museo.
“La jornada en la que se votó el Día del Alambrador lo llamé para darle la buena nueva y no me contestó. Llamé al otro día y me atendió su esposa y dice ´Ricardo falleció ayer´. Parece mentira: justo el día del alambrador falleció Ricardo Newton, un descendiente”.
La conmemoración quedó implantada el 15 de marzo, desde 2018, tomando esa jornada porque el día similar de 1801 nació Richard Blake Newton.
Pasión e investigación
El Museo del Alambrado no se limita a Chascomús, sino que suele montar muestras itinerantes.
“El 6 de junio se inaugurará una muestra parcial de mi museo, en la Universidad Católica Argentina, en Puerto Madero, en el pabellón de las Artes. No puedo viajar con todas las piezas, pero estará hasta el 28 de julio”, anunció Carrigal.
Añadió que uno de los carteles hace referencia a los tres siglos que abarca el alambrado en el país.
Al mencionar la evolución apuntó que en 1878 ingresó al país el primer alambre de púas, que fue inventado en Estados Unidos.
“Era la época de la tercera exposición de la Sociedad Rural Argentina y se armó un revuelo terrible porque era muy agresivo. En ese momento el cuero vacuno valía mucho y se comercializaba. Ese alambre lo lastimaba y rayaba, por lo que perdía valor económico. Estuvieron por prohibirlo hasta que comenzaron a fabricar un alambre de púas, del diablo o de espino -sus distintos nombres- menos agresivo”, historió.
Carrigal añadió que el alambrado “se usaba con dos hilos de púas y cinco de liso. El de arriba era de púas; el segundo liso; el tercero, de púas. Era como contención, porque el animal se pinchaba y no intentaba saltar”.
Otro presente
En tanto, “hoy en día, el alambre de púas está casi abolido. Se usa todo alambre liso por muchísimas cosas. La hacienda se cría prácticamente dándole de comer y no hay animales salvajes como había antes. Han cambiado un montón de cosas”, acotó.
Otros elementos que se han modificado son los postes y las varillas. “Se nos está terminando la madera, tal es así que las casas se hacen con perfiles en vez de madera. En el alambrado pasa lo mismo. Una empresa muy importante está fabricando postes y varillas de hierro por dos razones: porque se termina la madera y porque no se queman ante los incendios”.
Reflexionó que “un palo de quebracho tarda entre 250 y 300 años para en su desarrollo normal y ser cortado”.
Además, el sistema productivo actual hace que hoy los alambrados de siete hilos se usen como perimetrales en los campos, “pero las partes internas se manejan -la mayoría- con boyeros eléctricos. Es decir, alambre electrificado de uno o dos hilos”.
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