La colmena es un equipo de trabajo en el que cada integrante tiene responsabilidades
La importancia de la producción apícola en la región ha hecho que sea tema de otra serie de podcast de El Eco Campo. El primer capítulo está destinado a conocer una comunidad que funciona a la perfección.
El mundo de las abejas y la producción de miel merece ser conocido, no sólo por la importancia estratégica que tiene en la región, sino también por poseer una organización y método de trabajo dignos de ser tomado como ejemplo.
Recibí las noticias en tu email
Accedé a las últimas noticias desde tu emailGustavo Morteo, presidente de la Cooperativa Apícola de Tandil, así lo transmitió con entusiasmo al marcar que “en esta actividad, aprendés todos los días. La abeja es una docente continua que tiene una capacidad asombrosa de adaptación a las circunstancias, a los problemas -climáticos, sanitarios y demás- y continuamente va progresando. Uno va aprendiendo de lo que es la vida de esta colonia”.
Añadió que “esa colonia tiene sus defensas y sus debilidades, pero está continuamente en ebullición, por lo que se aprende siempre y te mantiene alerta”.
Las colmenas
La colmena fue definida como “un conjunto de abejas gobernadas por una reina madre, que sería el escalafón más alto. Uno a medida que va aprendiendo, se da cuenta que los escalafones tienen la misma entidad, lo que pasa es que uno la dimensiona de esa manera, con esta visión humana en el medio. La reina es la matriarca de todas, es la madre de toda la colonia y es la única”.
Puede interesarte
La misma colmena “también está poblada por sus hijas, que serían las abejas obreras. Son hijas de la única reina y son las encargadas de todos los quehaceres de la colonia, tanto del cuidado de crías como la alimentación, el mantenimiento, la recolección y todas las otras actividades”.
Finalmente está el zángano, “que es el macho de la especie y es el encargado de la fecundación. Su estadía dentro de la colonia es estacionaria, ya que solamente está en la época de reproducción. En la época de invernada son eliminados o expulsados de la colonia. Solamente quedan la reina y las obreras pasando el invierno”.
Las abejas
Gustavo Morteo, en forma didáctica, planteó que la reina y las obreras “biológicamente son dos hembras. La reina es una hembra fértil y la obrera es una hembra infértil. Esa sería la diferencia biológica por decir así, independientemente de que sean hijas o hermanas. La diferencia es de contextura de desarrollo y se produce solamente por la alimentación”.
El productor fue muy claro al plantear que “la alimentación que recibe la larva del mismo huevo en determinada época es cambiada por la misma nodriza u obrera. La que recibe solamente jalea real rescata la posibilidad de ser reina y de ser fértil y longeva”.
En cambio, la larva que es alimentada con la mezcla de miel y polen “solamente desarrolla una hembra infértil, pero que tiene otras capacidades, como la ubicación para volar, la capacidad de carga, de orientación, así como la de producir cera y ese alimento tan misterioso que es la jalea, que solamente tienen la capacidad de producirla las abejas obreras. Es decir, lo que no desarrolla por un lado, lo equilibra por otro".
También es destacable que “en el caso de que la reina esté debilitada, se muera o falte, son las mismas nodrizas las que generan las reinas con las larvas. Una abeja obrera ya está destinada con su desarrollo, que no puede ser revertido y transformarse en reina. Para que sea reina y el efecto de la jalea le haga esa diferencia en la fertilidad, la tiene que recibir al tercer día del huevo, cuando es recién larva. Ese es el momento crucial del misterio. Una abeja que es abeja, lo será siempre por más que se coma diez kilos de jalea”, enfatizó.
Gustavo Morteo analizó que “por eso es tan importante la reina que pone los huevos, como la obrera que los cuida y que además es -así como nosotros generamos la saliva- la única que puede generar la jalea, que es la base de alimentos de la reina”.
Redondeó que la colmena “es un círculo donde todo tiene una igualdad de participación y de importancia. Para ello, son todos iguales en la escala”.
Producción apícola
El productor apícola dijo en otro momento que “el año de actividad del apicultor es un poco distinto al de la abeja. Ellas tienen dos ciclos, no tiene primavera ni otoño, sino verano e invierno”.
Pero aclaró que “el día más largo del verano, para la abeja ya empieza el invierno; y el día más corto del invierno, para la abeja ya es el comienzo del verano”.
Agregó que “es un solsticio el que marca el inicio del receso en el día más largo, porque la abeja empieza a regular hacia atrás para definir la población y poder entrar a invernada con la menor cantidad posible de abejas y con la mayor cantidad de almacenamiento de comida. Paralelamente, en el día más corto, la reina ya está preparándose y en esa etapa comienza su reloj para aumentar la producción de abejas, para que en la primavera y en la recolección llegue con la mayor cantidad de abejas posibles para poder tener una mejor recolección. Ese es el ciclo.
Para el productor es distinto, porque “tenemos que alimentar y curar, pero la abeja tiene dos ciclos muy claritos. La época de la abundancia y la época de la invernada. Y se prepara con tiempo porque los ciclos de la abeja son cada 21 días”.
De allí que “no es que de un día para el otro pueden pasar de tener una colonia de 5.000 abejas a tener 70.000. Lleva un proceso que para la abeja comienza el día más corto y es progresivo para llegar en el momento del verano con la mayor cantidad. En el día más largo comienza el receso, porque tampoco pueden reducir un día para el otro, para llegar la menor cantidad y mínimo indispensable de individuos a pasar el invierno. Cuanto menos individuos, menos comen, menos gastan y más duran las reservas, por lo que logran el equilibrio”.
El panorama de la actividad apícola
Al ser consultado sobre el momento actual de la actividad, Morteo dijo que la situación es “difícil”.
“La abeja tiene la capacidad de adaptarse a un montón de cambios y demás, pero no deja de recibir los golpes de esos cambios. Tanto el cambio climático como de laboreo y la falta de flores están haciendo sus efectos en la actividad”.
La producción “no está rentable como lo era hace 40 años. Hace 40 años el problema no era el volumen de kilos, sino el manoseo en el precio. Hoy tenemos un precio, con sus altibajos, pero lo que no podemos reemplazar es el volumen de kilos, que cada vez está más bajo. Ahí tenemos el gran problema”.
Un tema que influye es que “muchos apicultores grandes, con experiencia, por cuestiones biológicas dejan la producción. Y hay pocos recambio de productores nuevos, con el mismo espíritu y entusiasmo que los agricultores grandes, de edad”.
Gustavo Morteo añadió que “tenemos que empezar a hacer un poco de llamado de la atención tanto al Estado como a la actividad privada, como para que se empiecen a involucrar un poco más a los apicultores jóvenes. Para que tengan oportunidades económicas y financieras y también se trabaje para que haya una sustentabilidad en la actividad, sembrando forestando y haciendo esas actividades a las que los humanos le damos muy poca importancia porque son proyectos a largo plazo. Ahí tenemos que trabajar”.
Agrego que “necesitamos que nos escuchen. La actividad está sufriendo las consecuencias y no es tan rentable. Para el que arranca de cero la inversión es muy grande y el recuperó muy poco. Y el riesgo es mayor aún. No se da esa relación de a mayor riesgo, mayor ganancia, sino todo lo opuesto”, dijo.
Seguinos en