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La herrería, la tornería y el arreglo de maquinaria, oficios centrales para el agro
Sigue la recorrida por los oficios que son satelitales al campo -pero sin los cuales la actividad resultaría prácticamente imposible- lleva a detenerse en los talleres de reparación.
La herrería y la tornería tienen una alta demanda entre los productores agrícolas, ya que resultan imprescindibles al momento de la reparación de la maquinaria agrícola.
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Un fiel exponente del rubro es Edgardo Morando, quien en casi medio siglo de trabajo en Tandil ha logrado ser un referente, con un prestigio que fue creciendo día a día.
Consultado acerca de su historia en el sector, Morando recordó que “volvimos a Tandil con mi esposa y los chicos a finales del año 1974. En el ´75 empezamos a hacer algo con otro muchacho, con un torno a medias. Empecé a hacer algo para Tandilfer en esa época, con el fresado, las tapas de cilindro para los tractores, hasta aproximadamente el año 1977/78”.
Posteriormente montó “un pequeño tallercito en mi casa. A partir del año 1980 me vine a la ruta con otro muchacho, con el que estuvimos 41 años juntos”.
Obviamente el taller estuvo volcado al sector agropecuario, al punto que hoy Morando cuando se le consulta se apura a marcar: “en un 95 por ciento”.
Es que “en su época el fuerte era la maquinaria agrícola, se hacían muchísimos trabajos en disqueadoras y sembradoras. Antes era mucho más tranquilo, no era tan rápido como ahora”, acotó.
Paso seguido explicó que “hoy se va terminando de cosechar y atrás se va sembrando en directa. Antes el proceso era convencional donde se araba, se rastreaba y a lo mejor le daban disco, y luego recién se volvía a sembrar. Era otro proceso”.
Edgardo Morando dijo que el taller se ha volcado a la hidráulica, al punto que casi todos los trabajos se refieren a ese rubro, especialmente la reparación de cilindros y mangueras.
Sobre los trabajos de la primera época, se mencionaron especialmente “las reparaciones de disqueadoras y de la maquinaria. También se trabajaba con algunos recolectores de rollos y muchos sinfines, incluso los ´sinfincitos´ que van con el motorcito hidráulico en la punta. Toda esa línea de productos que se usa normalmente en el campo”.
Hidráulica
Morando indicó que cada vez se utiliza más la hidráulica en la maquinaria y “cada vez es más complicado porque se usan muchas más presiones en los hidráulicos actuales. Cuando comenzamos, hablar de 120 kilos por centímetro cuadrado era un grito del cielo. Ahora, para empezar a hablar es de 200 kilos por centímetro cuadrado, lo que equivale a 200 bar. Se ha progresado muchísimo en la parte hidráulica”.
De allí que Morando haga referencia a la necesidad de adaptarse y evolucionar en forma constante. “Si uno no se adapta, se va quedando”.
Ejemplificó que “antes se armaba la manguera en forma manual, hoy tenés que tener brochadora de mangueras con sus especificaciones. Hay unos productos en las terminales que son para alta presión... Ha cambiado mucho y hay que adaptarse porque si no uno queda fuera del camino”.
En la primera etapa del taller se salía bastante a hacer los trabajos en el campo. “Me acuerdo que iba a unas estancias que estaban en la ruta 50, yendo de Ayacucho a Rauch. Eran inmensas y llegábamos a trabajar y ya nos esperaban con la comida. Era divino”.
Acotó que también iban mucho a Ayacucho y a otros lugares de la zona, ya que “se andaba bastante”.
Más adelante “dejamos de ir al campo porque tenés que tener una persona exclusivamente y un vehículo que sea útil para eso. Lamentablemente, se desatiende mucho el taller”.
Hoy el trabajo “es muy vertiginoso. Alguien vine y te dice `se me rompió esta manguera´ y es todo muy dinámico”.
Un oficio adoptado
Consultado sobre sus inicios en el oficio, Morando dijo que no es “heredado” de familia. “Para nada. Hasta el año 1974 en que nos vinimos a Tandil era empleado de General Motors. Por distintas razones nos decidimos a venir a vivir a Tandil y adopté este tipo de trabajo”.
Por otra parte “nadie de la familia sigue el legado del oficio. Mi hija es profesora en la Facultad y Gastón, nada que ver”.
La trayectoria del taller y lo que ha implicado para la vida de Edgardo Morando sin dudas son muy positivos. “Uno hace un balance cuando llega a una edad y dice ¿qué hice bien, qué hice mal? Yo me siento realizado porque los dos chicos pudieron estudiar, ir a la Universidad, recibirse criar una familia, con las costumbres nuestras y de nuestros antepasados, que fueron de trabajo… Nada del otro mundo”.
Finalmente, el ser consultado acerca sobre su visión del oficio para el futuro, Morando planteó que “es todo un tema. En la parte de tornería, los tornos lo tengo prácticamente parados, por la derivación hacia la parte hidráulica. Pero veo que las escuelas técnicas se han dejado abandonadas, una lástima. Tengo un montón de años y soy egresado de una escuela industrial y me da lástima que no hay una muy buena base”.
Acotó que “no se está fomentando mucho. Y sería nuestro futuro, ya que es una profesión que se necesita. Soy optimista por mi forma de ser, pero veo un poco complicado todo, desgraciadamente”, sentenció
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