La mujer en el campo se apasiona y vive cada día con amor al trabajo y la familia
El rol de la mujer en el campo es otro de los temas abordados en el ciclo de Podcast de El Eco Campo, hay que se trata de un pilar fundamental en la vida diaria del campo y realiza sus tareas con una alta dosis de amor.

Al momento de analizar la estructura que se observa en todo establecimiento rural, un lugar fundamental ocupa esa mujer que ha optado por vivir en el campo y contribuir de esa manera al funcionamiento de la familia y a la vida diaria de su compañero de vida.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailPatricia Raquel Gómez vive en el campo hace más de 30 años. Junto a su marido habitan un campo familiar de casi 600 hectáreas en el partido de Adolfo Alsina, dedicado casi exclusivamente a la invernada.

“Hace 34 años que vivo en el campo. Acá se trabaja casi todo con hacienda, por lo que el trabajo es mucho. Se trabaja muchísimo con los caballitos” dijo inicialmente.
Acotó que “formé mi familia acá y tuve dos hijos. Ellos gracias a Dios pudieron estudiar y tienen sus profesiones, así que hoy en día estamos los dos solos con mi marido y hacemos todo el trabajo”.
A Patricia Raquel Gómez la labor con la hacienda la apasiona y es frecuente verla a caballo, a la par de su marido. “En realidad me reencanta”, dijo.
En otro momento analizó que “venimos de dos años de sequía y lo principal es cuidar el pasto, o sea que es un trabajo intensivo lo que se hace. Estamos todos los días con eléctricos, con las vaquillonas que van a un sector, las vacas a otro y las que están pariendo separadas. Ese es un trabajo que se hace todos los días: hacer los eléctricos y después sacarlas para que no pisen las avenas y se estropee el pasto”.
Acotó que “siempre hay alguna manga. Lo nuestro es la invernada, el ternerito de entre 250 y 300 kilos. Siempre hay trabajo en la manga para hacer”, señaló con una sonrisa.
Consultada sobre si tiene gallinas y otros animales propios de la vida rural, Patricia Raquel Gómez dijo que “siempre hay algo de eso, pero ovejas no y cerdos tampoco, si bien en algún momento hubo bastante, por una cuestión de que lleva cada vez más atención y ya con la hacienda a veces no nos alcanzan los días para hacer todo lo que quisiéramos”.
Es que “la hacienda es del día a día. Hay que recorrer todos los días y los caballitos son unos grandes aliados”.
La cocina, otra pasión
Pero Patricia Raquel Gómez también tiene un gran cariño por la cocina. “Acá el pan se hace casi todos los días, es algo que a mí me encanta: me levanto y ya sé que se arma la masa… Hoy en día tenemos los freezer y se puede ir frizando, porque los fines de semana -cuando viene la familia- los chicos y todos quieren el pancito casero. Es todo a leña acá. Lo sigo eligiendo y creo que no podría vivir sin mi cocina a leña”.
Relató que tiene una Istilart 1 bis, blanca, enlozada, con su tanque para calentar el agua. “Hoy no lo uso -al tanque- porque uno hoy tiene el termo eléctrico”.
Patricia se casó hace 34 años y su relación con el campo no es de toda la vida. “Nací en Pigüé y a los 15 años me puse de novia con mi marido. Anduvimos cinco años de novio bueno y cuando llegué acá al campo fui la típica que quería demostrarle a todo el mundo que podía ser de todo: aprendí a ordeñar, hacía crema, manteca, o sea de todo, porque me encantaba- Y lo volvería a hacer”.
No dejo de lado de que tuvo “la gran suerte de tener unos suegros amorosos y muy generosos que decidieron en el momento en que nos casamos irse a vivir a Puan, de donde eran, y nos dejaron su casa. Así que vivo agradecida eso también”.
La entrevistada indico que si bien tienen casa en Pigüé, “hay veces en las que voy a visitar a mi papá y ni paso por mi casa. No podría vivir sin hacerlo en el campo: amo vivir esto. Me encanta y lo elijo con todo; digo con todo lo que uno se pasa, ya que dependemos del clima y las políticas, que van y vienen…. Uno siempre se adapta y lo que tenemos en mente es acompañar a mi marido a producir. Es muy hermosa la vida en el campo”.
Al recordar los inicios de su vida rual, Patricia Raquel Gómez dijo “no sé lo que en el campo sin luz, si bien mi marido sí. Lo único que te puede llegar a limitar un poco son los caminos de tierra. Luego vino el momento de tener teléfono, TDH (televisión), internet… Hubo una época del teléfono inalámbrico con una antena como de 40 metros y otra en Pigüé”.
La educación
Sus hijos fueron a la escuela en la ciudad, “si bien en mi casa hay una escuela para la que mi suegro donó tres o cuatro hectáreas de campo en su momento para que su hijo pueda estudiar y lo logró. Iba mi marido y todos los chicos de la zona. Pero para cuando empezaron mis hijos ya se había cerrado la escuela, porque hay muy poca gente viviendo en el campo. Mi trabajo durante 13 ó 14 años fue llevar a mis hijos a Pigüé, donde fueron al colegio Lasalle y fue la única manera de mantener la familia unida: viajar todos los días y hacer 60 kilómetros. Lo volvería a hacer”.
Finalmente, planteó que “lo más lindo en el campo es este contacto día a día con la vida, porque la naturaleza -por donde la mires- es un derroche de vida. Desde un ternero naciendo, una semilla que vos la sembrás y a los días estás viendo si brotó, escarbando la tierra como los peludos para saber que pasó, Creo que lo más maravilloso que tiene el campo es que te regala vida día a día”.
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