Las cabañas combinan tradición ganadera y familiar con el potencial de la genética
En el inicio de un nuevo ciclo de entrevistas de El Eco Campo, Marcelo Orellano, referente de la cabaña San Ceferino en De la Canal, quien compartió su valiosa experiencia y su pasión por la tarea.

El legado familiar en la actividad agropecuaria tiene su importancia y se refleja en la pasión con la que se encara la tarea diaria y se planifican las acciones.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailUna nueva serie de podcast está dedicado a reflejar esa continuidad de lo iniciado por las generaciones anteriores y que hoy tiene plena vigencia.

Marcelo Orellano, con cabaña San Ceferino, sigue la trayectoria iniciada por su abuelo y continuada por su padre.
Desde De la Canal, y con la raza Aberdeen Angus, planteó que “la cabaña es tradición, es pasión, es competencia, es querer mejorar año a año. Querés que cada ternero salga más lindo que sus antecesores”, comentó.
Añadió Orellano que “si te gusta, está el tema de la competencia, con exposiciones totalmente competitivas” al punto que “nuestro país se destaca en las razas cárnicas, ya que somos punta de lanza en el mundo”.
Es que “cada cual trabaja con sus medios y su gente. Cada cabaña es un mundo dice un periodista muy conocido. Se trata de mejorar día a día”.
Marcelo Orellano admitió que lograrlo “es muy difícil, sobre todo en un país en el que por ahí las reglas son a corto plazo: las medidas son cortas y el principal plazo de esta actividad son los nueve meses de gestación de un ternero, lo destetás en un año y medio y entonces los plazos son siempre largos”
“Nosotros trabajamos en familia y con los chicos que están trabajando conmigo, con los profesionales que nos asesoran, con la raza Angus. Hacemos negro y Colorado, las dos variedades. También hacemos algunos vientres de pedigree”, dijo, y comentó que “se está haciendo mucha inversión en tecnología y en procesos nuevos como es el trasplante de embriones, la fecundación in vitro, la inseminación y la selección constante. Elegimos la raza porque obviamente nuestro sudeste se adapta perfectamente a esta raza, que tiene enormes bondades. El Aberdeen Angus argentino es reconocido mundialmente y en esta zona se hacen animales precoces -sobre todo la ternera que a muy corta edad ya es fértil- que requieren muy buen desarrollo, con muy buena calidad de carne”.
Destacó el aporte de “toda la nueva tecnología genómica y de datos uno puede empezar a decirle a cada vaca ´yo quiero un ternero que tu hijo sea más o menos así, y mejorarlo… Por eso son somos tan competitivos en esta raza. Somos un faro”, planteó.
Avances genéticos
Al analizar los avances genéticos que se han logrado, Orellano señaló que “antes era vaca y toro y ojalá salgan lindos. Todo era por pista, por lo que se veía. Con el tiempo, con los años, aparecieron los empezaron a aparecer los debs y empezamos otra vez a ver que sean de bajo peso al nacer, que tengan buena aptitud paterna, que la curva de crecimiento sean buenas, con buenos terneros del destete, buen peso final y muchísimos datos….”.
Además, “luego apareció la genómica, que obviamente son muchos datos muchos más certeros y eficientes. Hoy hay mucha gente en los remates y que cuando agarran un catálogo de toros de las empresas que venden semen y comercializan toros que ni miran la foto del toro, sino que buscan los datos para mejorar”.
Tendencias
Consultado acerca de la tendencia de la raza con el correr de los años, Orellano planteó que “todos los criadores hemos logrado muchísimo al alcanzar la moderación y hacer un animal que -sobre todo la hembra- se acostumbra a toda condición climática. A pesar de estos últimos años de tanta sequía, los resultados de preñez -que es lo que uno busca, que su vaca esté preñada todos los años- han sido buenos, pese a las restricciones y la complicación por la falta de lluvia. Es una vaca que no necesita gran volumen de comida. Entonces ese vientre es mucho más eficiente, traduciendo la poca comida en mantenerse y a su vez preñarse”.
Por lo tanto “hemos logrado un animal eficiente, de tamaño moderado, de excelente calidad carnicera, porque también eso se mide hoy en la genómica y saber cómo va a ser la terneza que van a dejar sus animales, cómo va a ser la grasa que va a tener cada bife… Vamos hacia un nivel de especialización que por ahí no se conoce y no se paga”, señaló.
El proceso
Al momento de abordar el proceso de la cabaña, Orellano señaló que “el animal de exposición empieza el día que elegís la pajuela, o a esa vaca que es una excelente madre le empezamos a sacar óvulos para fecundarlos con x toro, o la ponemos en receptora; o esos terneros que a los tres meses empezamos a amansarlos y quedan adentro, en el piquete; que la madre viene todos los días a darle la teta… Entonces no les falta nada y se crían como bombones. Es el animal de show digamos, el Fórmula Uno del campo. Después se empieza a bañar y se hace todo lo que es hacerlo caminar, que sea manso, que se pare bien, toda una parafernalia de cosas para estar un día en una exposición nacional, zonal o la Fórmula Uno de las vacas, como es Palermo a nivel mundial”.
Aclaró que “Palermo es Mónaco en Fórmula 1. Decir llevo un animal a Palermo, poder entrar a Palermo, además de la cucarda parte del premio es entrar y poder llegar. En mi caso, por lo menos, ya está”.
“Si te llegan a poner una cucarda linda o el cubrelomo, es la satisfacción de la tarea cumplida y el orgullo; uno se somete al ojo de una persona que se respeta y un día te eligió. Y es el reconocimiento de los pares. Cuando entrás caminando a esa pista dos de Palermo, con un animal, con toda la humildad y con las ganas de hacer un buen papel, el corazón late fuerte”.
Finalmente, al referirse a la tradición familiar con la raza, Marcelo Orellano dijo que “vacas negra y colorada negra tuvieron mis abuelos, tuvo mi viejo, después yo lo que hice fue darle animales de pedigree, con papeles e incorporar la raza Colorado; y aumentar la producción en cantidad de cabeza y madres…. Y después dije ´¿por qué no vamos a representar a De la Canal en Palermo’´”.
Así “logré llegar a Palermo. A veces cerraba la tranquera y alguna vez también anduve entreveradito. Y eso es una emoción a fondo”.
Recordó que en los primeros Palermo tenía los nenes chiquitos, que estaban a los gritos en el borde de la pista… Ahora ya están grandes, cada cual con su carrera. Por ahí alguno va a seguir este caminito del cual parte la hice yo. Uno sigue todavía con algún con un tranco, pero bueno alguno se va a tener que aprender y seguir".