A una semana de la muerte de la mujer quemada no se aportó ninguna prueba que cimiente la hipótesis de un homicidio
Tras darse a conocer el dramático suceso que terminó con la vida de Valeria Machado, no fueron pocos los rumores y declaraciones mediáticas que aludieron a un contexto de violencia de género y la presunción de estar frente a un femicidio. Hasta hoy, ningún testimonio ni prueba se aportó al respecto. Sigue como hipótesis más firme el suicidio.
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La vida de Valeria sin dudas estuvo signada por el drama y la violencia. Y su final trágico parece cerrar esa triste historia familiar sin lazos afectivos sólidos ni contenedores. Empero, ese contexto que rodea a la joven víctima no logra desentrañar aún si parte de su pasado y/o presente tumultuoso tiene que ver con el fatal desenlace.
A más precisiones, la instigación por su muerte mantiene como hipótesis más certera la del suicidio. A una semana del dramático suceso luctuoso en la humilde vivienda de calle Thomas al 200, nada se aportó para que la causa, aún abierta como “Averiguación de causales de muerte” tenga un viraje certero hacia el contexto de violencia de género que algunos familiares y allegados a Valeria dijeron saber.
Los dichos mediáticos de una de sus hermanas acerca de su conocimiento sobre dicho entorno violento hasta aquí no tuvo su correlato en el expediente. Sólo se conoció que en representación de la mujer se presentó la abogada Fernanda Menéndez, a través del programa Acceder, para introducirse en la instrucción como particular damnificado. Figura que quedó a criterio del Juzgado de Garantías siendo que hay otros lazos familiares más cercanos a la víctima que podrían interesarse en ese sentido, como sus propios hijos (dos mayores de edad) y su padre, quien durante la semana prestó declaración en la instrucción.
Entre sus lazos de sangre existe un denominador común: hacía tiempo que no tenían mayor contacto con ella. Algunos por años (los que hoy procuran presentarse como particular damnificados) y otros por meses. Su papá, por caso, reconoció un trato no muy fluido con su hija (ni siquiera sabía dónde residía) con quien tuvo un encuentro días previos a la tragedia y nada le hizo sospechar sobre una situación de violencia que supuestamente padecía por esos días. De hecho, confió que conoció a la pareja de Valeria, quien tuvo un breve contacto y no mucho más.
Sobre sus hijos, cabe consignar que Valeria acarreaba consigo una sensible y compleja historia familiar con la justicia Penal y Familiar de por medio, quien oportunamente le retiró la tenencia de sus hijos al detectarse sucesos de violencia y abuso. Dichas sórdidas situaciones se vivenciaron con la anterior pareja de Valeria, con quien sí tuvo denuncias de maltrato y violencia y actualmente está apresado cumpliendo condena por abuso sexual contra menores de edad.
Aquella turbulenta histórica doméstica con denuncias víctimas varias de por medio, parecían que habían quedado atrás para Valeria quien había iniciado una nueva relación con el hombre que ahora es mirado con desconfianza por aquel entorno que promueve que se investigue la violencia de género que dicen estaba siendo sometida en silencio (no hay denuncia al respecto).
Los testimonios que no fueron
Precisamente quienes decían conocer a Valeria fueron representantes del Movimiento Evita que, consternados por la trágica noticia del deceso de su compañera adelantaron que iban a prestar testimonios “dando cuenta de esta situación de violencia que atravesaba Valeria”.
A una semana del dramático suceso, dichos testimonios no fueron volcados al expediente. Consta la declaración del referente del movimiento político y social, Nicolás Carrillo que, en representación de algunas integrantes de la agrupación dio cuenta de un contexto de violencia que sufriría Valeria días previos a su muerte. Empero, dicha declaración no aporta nada para lo que los investigadores procuran establecer con pruebas: si había un marco de violencia de género y, sobre todo, si dicho presunto contexto llevó a una muerte violenta.
A saber, también cabría la posibilidad de que efectivamente Valeria padecía violencia de parte de su actual pareja, pero de allí a probar que hubo un homicidio hay una sensible y abismal distancia.
Hasta aquí, no hay ningún elemento de prueba que lleve a sospechar de un homicidio, ergo, mucho menos que existió un femicidio, como algunas voces buscaron instalar mediáticamente, no en el expediente.
“Se escucharon gritos en la casa”. “La encontraron atada en el colchón calcinada”, formaron parte de los trascendidos que se echaron a correr en el barrio Las Tunitas una vez anoticiados del trágico suceso. Nada de eso pudo constatarse.
“Una vecina me dijo que escuchó los gritos…”, fue uno de los testimonios recogidos por los investigadores. Se logró dar con la vecina en cuestión, quien no era otra que su excuñada, quien supo tener una buena relación con Valeria e incluso la ayudó cuando tuvo que denunciar al hermano de ésta por violencia y abuso. La testigo vecina, descartó haber escuchado algo que le diera a sospechar de una pelea en la casa en cuestión.
Sobre las ataduras y el macabro hallazgo del cuerpo calcinado en el colchón, ya fue publicado en estas páginas cómo se cree que fue la mecánica del hecho que provocaron las quemaduras en el cuerpo de la víctima.
Sobre la posible participación del hombre en las quemaduras de Valeria, al momento del hecho, una vez arribada la policía, al sujeto se los desnudó por completo en pos de observar algún rasgo, señal sobre un presunto hecho de violencia anterior y/o restos del combustible con que se incendió el cuerpo de la mujer. Nada, absolutamente nada se detectó. Igualmente se está al aguardo de los peritajes a las prendas de vestir del hombre
Cabe consignar que desde el Movimiento Evita Tandil emitieron un comunicado ante el fallecimiento de Valeria Machado, quien se desempeñaba laboralmente junto a miembros de esa agrupación en la cooperativa Ronicevi.
Dijeron que tras la noticia estuvieron abocados a acompañar a la familia y en escuchar a las compañeras y compañeros que, conmovidos por la situación, reflejaban los dichos de Valeria respecto a la violencia que sufría, sus planes para irse pronto de la casa donde convivía con su pareja Roberto Carlos Pereyra, y el deseo por recuperar a sus hijos e hijas que la llevaron a tomar la decisión de no denunciar a su agresor pensando que ello la alejaría más de ese encuentro. Hasta aquí, sobre esos testimonios nada se expuso en la causa.
La investigación
Como se ha informado, la pesquisa para esclarecer los hechos que llevaron a la muerte a Valeria Machado (38), quien sufrió graves quemaduras cuando estaba en su casa de Las Tunitas, transita sus primeros pasos. En los albores de la causa, la hipótesis más firme sigue siendo la del suicidio, aunque la fiscalía está abierta a otros lineamientos que puedan surgir con el paso de las horas.
Los investigadores requisaron la escena donde sucedieron los hechos, pero no encontraron indicios de violencia en el lugar. En una habitación, hallaron dos bidones de combustible, pero no observaron salpicaduras ni líquido derramado, lo que se podría interpretar como un intento de defensa.
Además, se confirmó que no existen denuncias policiales de Machado por violencia contra su pareja ni antecedentes que dieran cuenta de que mantuvieran una relación complicada.
En esa línea, trascendió que Roberto Carlos Pereyra (33) le dijo a la policía, de manera espontánea, que el sábado habían discutido por uno de los hijos de Valeria Machado. Entonces, él se sentó a cenar solo, en la cocina, y ella se dirigió a la habitación. El hombre refirió que escuchó un fuerte ruido y que la vio salir corriendo en llamas, a los gritos. Fue en ese instante cuando la socorrió un vecino que estaba oficiando de sereno en la cuadra cuidando un par de viviendas, mientras daban aviso al Hospital y a la Policía.
Al decir del tiempo que demandó el arribo del socorro sanitario como personal de seguridad y bomberos, tampoco cabe mayor margen para que Pereyra haya podido “limpiar la escena” en pos de despejar cualquier sospecha de algún incidente violento previo.
Por lo que se confió, en la vivienda todo estaba en orden dentro de la precariedad del hogar. Nada que hiciera sopesar algún rasgo de discusión y agresiones previas.
El hecho
El sábado 18 por la noche, en Thomas 289, una mujer apareció con gran parte de su cuerpo en llamas en el patio delantero del domicilio. Al momento del hecho, estaba sola con su pareja, a quien se había unido hace dos años.
Al escuchar los pedidos de auxilio, un vecino socorrió a Valeria Machado hasta que llegó la ambulancia del SAME que la trasladó hasta el Hospital Santamarina. Tras las primeras atenciones, quedó internada en terapia intensiva, con asistencia respiratoria.
Lamentablemente, el domingo, a las 16.45, falleció en el centro asistencial público. Poco después, la fiscalía dispuso el cambio de carátula de “Intento de suicidio” a “Averiguación de causales de muerte”.
Por la noche, su hermana Estela Falcon confió ante este Diario sus fuertes sospechas sobre un posible femicidio y anticipó que iba a aportar pruebas para que la Justicia investigue esa hipótesis.