Denunciaron a los que les vendían droga a sus hijos y ahora fueron condenados
Una pareja fue sentenciada a prisión, señalada por vender estupefacientes desde su casa en el barrio Las Tunitas.

Con acuerdo de las partes, días pasados se selló en el Tribunal Oral Criminal 1 un juicio abreviado, en el que el juez Albano Gallicchio convalidó lo resuelto entre acusador y defensa y se definió la pena a imponer a una pareja señalada por múltiples denuncias anónimas como vendedores de estupefacientes, con epicentro en el barrio Las Tunitas.
Recibí las noticias en tu email
Accedé a las últimas noticias desde tu emailPrecisamente las declaraciones de vecinos y, en especial, de padres acechados por el consumo problemático de sus hijos, coincidieron en distintas denuncias que motivaron el inicio de una pesquisa que arrojó resultados positivos a la hora de encontrar material probatorio que alcance para las imputaciones ahora llevadas a condenas.
En efecto, al decir del fallo, desde el TOC 1 se dio por acreditado que los encausados Milagros Soledad Martens y su pareja Mariano Artola se dedicaron al comercio de sustancias estupefacientes, concretamente cocaína y marihuana, que las fraccionaban en dosis destinadas directamente al consumidor.
Al decir de la sentencia, quedó demostrado que estos entregaban las mencionadas sustancias a diversos compradores que recibían en su domicilio de calle Picheuta 384 para realizar tales intercambios, o lo hacían de manera ambulante.
También se pudo corroborar que dicha actividad la llevaron a cabo al menos desde el 29 de mayo de 2020 hasta el 9 de marzo de 2023.
Tal es así, que el 9 de marzo de 2023 aproximadamente a las 13.40 se les secuestró a Martens y Artola del mencionado domicilio particular: ramas con hojas de marihuana, que se encontraban en la habitación principal y también sobre el techo de un galpón de chapa, arrojando un pesaje total de 295 gramos entre contenido y continente. Debajo de la cama, recortes de nylon trasparente, con vestigios de cocaína. Además a Soledad Martens se le encontró de entre las prendas que vestía lo siguiente: en uno de los bolsillos del lado izquierdo de su pantalón seis envoltorios de nylon conteniendo clorhidrato de cocaína, con un pesaje total de 2 gramos; poseyendo además como producto de dicha actividad ilícita una suma de dinero.
Según el magistrado, todos los estupefacientes secuestrados se encuentran comprendidos en las previsiones de la Ley 23.737 y eran tenidos ilegítimamente por los imputados, con fines de comercialización y para ser entregados en dosis fraccionadas destinadas directamente al consumidor.
Las denuncias
Cabe consignar que la pesquisa se inició a partir de denuncias anónimas que los uniformados fueron recibiendo. Una fue realizada el 29 de mayo de 2020 en sede de la Ayudantía Fiscal, donde una persona que quiso guardar su identidad por temor a represalias manifestó que una mujer a quien identificaba como Soledad Martens, con domicilio en Picheuta 309, como así también otro hombre residente en el fondo de dicho inmueble, vendían sustancias estupefacientes al menudeo.
A partir de allí, se iniciaron tareas de observación y vigilancia asignados al domicilio citado, llevadas a cabo por los funcionarios policiales que efectivamente acreditaron los movimientos que existían en la morada, característicos de la venta al menudeo.
Otro testimonio
Ya para agosto de 2022, otro policía recibió una nueva denuncia. Un hombre se le acercó mostrándole el DNI en mano, pero solicitando que se reserve su identidad por miedo a represalias. Detalló al uniformado que tenía un hijo menor de edad el cual es adicto a la droga y si bien desconocía las identidades de las personas que le vendían, supo seguir a su hijo al cual lo ha visto ingresar en una vivienda ubicada en calle Picheuta y Uspallata, donde estaba una chica que posee un tatuaje de una estrella en uno de sus lados de su cuello.
Con el aporte, se montaron tareas de inteligencia de manera civil para observar efectivamente si en el lugar hay movimientos compatibles con la venta de estupefacientes y los resultados fueron favorables a la pesquisa. Se detalló al respecto que se observó un Fiat Uno que resulta ser de los propietarios de los domicilios el cual es utilizado por un hombre o una mujer o ambos, el cual está saliendo y regresando constantemente en horarios nocturnos, como asimismo se vio varias motos y personas caminando que ingresan por la calle Picheuta lugar donde no se logra divisar con la cámara de Centro de Monitoreo Tandil.
Madre desesperada por su hijo adicto
Otro de los elementos de prueba volcados al expediente y consiguiente juicio versó sobre la declaración de una mujer, madre de un hijo con problemas de adicciones. Acorralada por la situación de su progenitor, denunció a quien le proveía la droga, efectivamente Soledad Martens.
En su relato, la mujer confió que descubrió que su hijo consumía hacía cinco años en los últimos años la adicción era cada vez peor, con deterioro físico y económico. Contó que su hijo había sido tratado en el CPA Tandil, donde le recomendaron como única salida la internación, consiguiendo un cupo en la Comunidad 'Cenáculo' de Cañuelas, pero su hijo se negó a concurrir.
Añadió que el hijo perdió trabajos precisamente por el consumo problemático. Recordó que luego empezó a trabajar por su cuenta como pintor y que en uno de los trabajos terminados le pagaron y con ese dinero fue directamente al barrio Las Tunitas, antes que a su casa, a comprar droga.
Al respecto agregó que cuando tenía deudas de dinero con los señalados por la compra de cocaína, su hijo dejaba su moto en carácter de 'prenda' hasta que juntaba el dinero y luego se la devolvían. Incluso ella tuvo que retirarla de la comisaría anteriormente por situaciones similares.
Hasta que un día, su hijo al salir del trabajo no regresó a su domicilio, y dado que no contestaba los llamados telefónicos, tanto a ella como la actual pareja del joven, sospecharon que se habría dirigido a adquirir estupefacientes para consumir. Al día siguiente por la tarde la pareja logró localizarlo en la casa de un amigo cerca del estadio San Martín, totalmente drogado, y tras recuperarse refirió que ya no tenía ni su teléfono celular ni su moto dado que había entregado el mismo para saldar una deuda de drogas que poseía con Soledad Martens.
La condena
Tras el derrotero de testimonios y pruebas recolectadas a lo largo de la instrucción penal preparatoria, el juez dio por probado los hechos y desestimó las declaraciones de los imputados que aludieron a que la droga secuestrada era para uso personal.
Finalmente, se resolvió condenar a la pareja Mariano Artola y Milagros Soledad Martens a la pena de cuatro años de prisión, por resultar autores penalmente responsables del delito de “Comercialización de sustancias estupefacientes en dosis fraccionadas destinadas al consumidor”, hecho cometido en Tandil al menos durante el lapso que va desde el 29 de mayo de 2020 hasta el 9 de marzo de 2023.