El falso secuestro que conmovió a Tandil contado por los protagonistas de una familia surcada por la extorsión
Cerró la investigación por el falso secuestro que puso en vilo a una familia y a la comunidad toda en enero de 2019. Con la prueba recolectada más la confesión del propio señalado, se dio por acreditado el hecho y se elevó a juicio la causa que podría arribar a uno abreviado con el acuerdo de una pena. Detalles de un suceso sin precedentes donde un hombre fingió un secuestro, utilizando a su sobrino como rehén, y extorsionó a su propia familia.

A mediados de enero del año pasado, la ciudad se vio sacudida por un suceso policial de inusitada violencia. Por sus características, no conocía mayores antecedentes: un hombre y su sobrino habían sido secuestrados y se pedía un rescate.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailUna vez disipado el complejo entramado con las víctimas sanas y a salvas, la pesquisa empezó a dudar de la veracidad de los sucesos denunciados hasta que efectivamente se confirmó que todo había sido una mentira montada por el presunta damnificado que, de todas formas, puso en riesgo a su propio sobrino menor de edad, al que privó de la libertad, como así también perjudicó emocional y económicamente a su propia familia en lo que se calificó como un autosecuestro.
El acusado, Mariano Vizcay, hoy mantiene un arresto domiciliario y aguarda por una definición procesal. De hecho, recibió la novedad judicial: el fiscal Luis Piotti dio por culminada la instrucción y elevó la requisitoria a juicio, pidiendo una condena para el joven empresario.
Este Diario accedió en exclusiva a la investigación en la que se volcaron los testimonios de los protagonistas. Una familia dañada por el accionar delictivo de uno de sus integrantes que dejó entrever una disputa económica por lo bajo. La declaración del hermano que pagó el falso secuestro. El relato del niño que fue violentamente privado de su libertad. Y la confesión del responsable penal que ahora espera por su condena.
El hecho probado
Como oportunamente se detalló sobre el grave suceso que debió desmontarse, se acreditó que alrededor de la medianoche del 17 de enero de 2019 y las 0.50 del 18 de ese mes, Mariano Vizcay junto a al menos dos sujetos, de común acuerdo y previa distribución de roles, privaron ilegítimamente de la libertad a un menor de 8 años, mientras se hallaba en el interior del vehículo marca Ford Focus de su propiedad en inmediaciones de calle Piedrabuena y Caseros de Tandil.
Para ello le colocaron una cinta adhesiva en la boca y luego lo trasladaron hasta el comercio denominado El Yunque de Colectora Pugliese 510, donde una vez allí lo introdujeron en el interior de una casilla, lo inmovilizaron atándole sus manos, lo golpearon en el rostro y le cubrieron la cabeza con pasamontañas, para luego dejarlo encerrado.
Asimismo, y mientras permanecían en el interior del mencionado comercio, Mariano Vizcay junto a los otros sujetos se apoderó de cien mil dólares que se hallaban escondidos en una de las oficinas del lugar.
Desde las 0.50 de 18 de enero, Vizcay, mediando intimidación y con la intención de obtener un beneficio económico ilegal, obligó a su hermano a abonar la suma de 23 mil dólares. Para ello, utilizó su teléfono celular desde el cual envió mensajes al del hermano anoticiando falsamente que haba sido víctima de un asalto y que se hallaba secuestrado.
Así, haciéndose pasar por terceras personas para dar mayor credibilidad y con ello generar una mayor intimidación a la víctima y utilizando, a los mismos fines, la previa privación de libertad de su sobrino, le exigió la suma de cincuenta mil dólares en concepto de rescate. Compelido por la situación que ponía en peligro la vida de su hermano, éste entregó alrededor de las 4.40, en la zona de la Plaza de las Banderas, la suma de 23 mil dólares para que liberaran sano y salvo a su consanguíneo.
El testimonio del hermano
El relato de Esteban Vizcay es uno de los puntales de la acusación. El testigo víctima reseñó que cuando estaba casi por dormirse recibió un llamado de su hermano. Entendió que le estaban robando y que estaba ocurriendo en el Yunque, por lo que ante la desesperación fue hacia el comercio. Al unísono llamó a su novia y a la policía. No escuchó lo de su sobrino hasta después de haberlo encontrado.
Cuando llegó al comercio se encontró con personal policial en la puerta, vio que la puerta principal estaba sin candado, del cual solo tenían la llave él y su hermano. Ingresó y vio que las luces de las oficinas de la planta baja y alta estaban encendidas. Subió y advirtió el faltante del dinero, que estaba muy bien guardado en un escondite que solo sabían él, su padre -fallecido hace dos años-, y su hermano.
Reseñó que comenzó a buscar en el lugar junto a la policía gritando los nombres de las víctimas y en un momento que se hizo silencio escuchó la voz del niño. Siguió la voz y un policía le acercó una llave -que se estima que estaraba tirada en el lugar, aunque no sabe de dónde la sacó-.
Abrió la puerta y encontró a su sobrino atado con unos precintos en las muñecas, no estaba llorando. No recuerda si habló con él en ese momento. Mientras estaban ahí, recibió un mensaje de WhatsApp del teléfono de su hermano. En términos generales, entendió que le habían robado el móvil y que esa persona había entablado una conversación en la que le hicieron saber que tenían secuestrado a Mariano. Incluso le enviaron una foto de su hermano con los ojos vendados y le pedían 50 mil dólares.
Terminaron acordando con los captores que llevaría 30 mil dólares al Parque, aunque en realidad llevó una suma un poco menor y acomodó para que parezca que era esa cantidad.
Debía llevarlo a la ladera del Parque en un horario acordado, alrededor de las 4.30. Incluso le enviaron la ubicación de Google Maps a las 4.15. A las 4.50 el deponente se acercó al lugar pactado con el dinero.
En su declaración no recordó si lo llamó o mandó mensaje al teléfono de su hermano preguntando dónde estaba, aunque creyó que alguna comunicación verbal mantuvo pero siempre el que hablaba era su hermano como secuestrado y le daba indicaciones para los detalles de la entrega del dinero.
Ahí vio que desde la ladera del Parque se encendía una luz a unos cien metros de distancia y le indicaron por teléfono que dejara el dinero. Él lo hizo y regresó al auto. Su hermano bajó hasta el lugar donde dejo la plata, la tomó y volvió a subir perdiéndolo de vista para luego verlo bajar corriendo hasta el vehículo donde estaba él.
Lo padecido por el niño
En el expediente también cobra como prueba fundamental los dichos del menor que fue privado de su libertad y vivió momentos de inusitada zozobra simulados por su propio tío.
El niño contó que luego de ver la película en el cine se retiró con su tío y que cuando llegaron a un lugar donde hay dos arcos amarillos de caño como de fútbol pero sin red y un tanque, su tío dijo que había pinchado la goma del auto y se bajó. Allí apareció un hombre con la cara tapada con una máscara de tela, quien les dijo que se tenían que ir de ahí. Se subió al asiento delantero del acompañante, mientras que a él le tapado la boca con una cinta.
Llegaron al Yunque y lo empujaron dentro de una casilla. Una vez en el interior, le ataron las manos y lo golpearon en la nariz con un golpe tipo una piña. Le apoyaron algo en la cabeza que cree que pudo haber sido un arma.
Recordó que en el Yunque había más personas y que usaban prendas oscuras y guantes negros. Luego estos sujetos se fueron y lo dejaron en el interior de la casilla, cerraron la puerta y le pusieron traba.
La confesión
“No me vas a perdonar”
Finalmente y ante la contundente prueba en su contra, Mariano Vizcay confesó lo que había montado en perjuicio de su propia familia.
En cuanto al falso secuestro, contó la misma historia que su sobrino acerca del cine y lo que vino después, agregando que se habían ido antes de lo pautado del cine, por lo que les mandó mensajes a sus cómplices avisándoles que se había adelantado todo.
Luego de bajarse del auto para “cambiar el neumático”, lo abordó uno de los cómplices haciendo de maleante vestido con un pasamontañas negro y le dijo “metete al auto, yo sé que tenes guita”.
Mariano se subió atrás con el nene, aclarando que no había armas ni nada.
Al preguntarle si le dijeron algo al niño, dijo que solo le pidieron que se quedara “quietito”, porque estaba asustado. No recordando si le taparon la boca con algo. Tampoco dijo acordarse que le hayan pegado una vez dentro de la casilla, como el niño sí confió.
Ya sobre el proceso del autosecuestro, detalló que tenían que permanecer en una casa mientras se tramitaba el rescate, por lo que se quedaron en una vivienda en calle Fugl, propiedad de una amiga de uno de los cómplices.
Añadió que para ese entonces ya habían pedido el rescate y su hermano estaba intentando conseguir la plata. Sus cómplices estaban al tanto de la entrega pero él fue solo con una “cuchara para enterrar el dinero”. De hecho, una vez recibido el dinero, realizó un agujero al lado de un árbol, donde dejó la plata para luego taparlo e ir al encuentro con su hermano en el auto.
Se cae la coartada
Cabe consignar que una vez despejados los momentos de zozobra por el supuesto secuestro, Mariano tuvo actitudes que alimentaron las sospechas sobre su accionar. De hecho, una vez en el vehículo, tras pagar el rescate, no quiso ir a la comisaría. Y cuando llegaron a la casa de su hermana, comenzó a recriminarle a su hermano Esteban que había hecho participar a la policía de lo que había ocurrido.
Una vez consumado el hecho y ya Mariano con su hermano, éste último lo interrogó por el suceso y le dijo sobre la sospecha que tenía la policía de un autosecuestro. Allí, Mariano le manifestó: “la cagué, no me vas a querer más, no me vas a perdonar”, para luego confesarle que efectivamente lo había sido.
Si bien Mariano Vizcay mencionó en su declaración en relación al dinero que se hallaba en el Yunque que “una parte es de él, no perjudicó el patrimonio de sus hermanos y se hizo cargo ya que todo lo que sacó es por compensación en la sucesión”, lo cierto es que al momento del hecho el dinero pertenecía al erario familiar y, por tanto, a todos sus integrantes.
La pena en expectativa en
un eventual juicio abreviado
Los hechos ventilados fueron calificados como “Privación ilegal de la libertad, Hurto y Extorsión, en concurso real”.
De acuerdo con las características del suceso, delitos imputados y su sanción penal prevista, la fiscalía consideró que la presente causa podría resolverse a través del instituto de juicio abreviado.
En ese tren, para el caso de imponerse una pena, se estimó que sea de seis años de prisión de cumplimiento efectivo por considerarlo autor penalmente responsable de los delitos endilgados.