Encapuchados y a punta de pistola amenazaron y asaltaron a una pareja de adultos mayores
Un violento hecho de inseguridad se registró en los últimos minutos del viernes, en una vivienda ubicada en la calle Francia al 2200. Dos ladrones ingresaron, armados y con los rostros cubiertos, a la casa y, luego de amenazar a la pareja de adultos mayores, se fugaron con dos computadoras y tres celulares, dejando encerrada en un cuarto a la mujer y maniatado en otra habitación al hombre.
Un violento episodio se registró durante los últimos minutos del viernes en Francia 2200, donde vive una pareja de adultos mayores. Dos malvivientes ingresaron encapuchados y, luego de amenazarlos, les robaron diferentes dispositivos electrónicos.
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El hecho sucedió cerca de la medianoche, mientras la pareja descansaba en el interior de su vivienda. Dos personas mayores de edad y de contextura delgada, según los datos que le propiciaron a la policía, entraron armados por una puerta lateral y, luego de amenazarlos y tomarlos como rehenes, les sustrajeron algunas pertenencias y se dieron a la fuga.
Ambos ladrones se apersonaron con la cara cubierta –uno con un casco y el otro con un pasamontañas-, de modo que las víctimas no lograron identificarlos. Asimismo, tenían guantes para evitar dejar algún tipo de huella.
Luego de maniatar al hombre, los asaltantes tomaron dos notebooks, tres celulares –de los cuales se ignora marca y modelo- y dinero en efectivo, y se dieron a la fuga.
Lamentablemente, se desconoce el medio que utilizaron los delincuentes para movilizarse como así también el sentido en el que se dieron a la fuga, ya que no hubo testigos ni tampoco cámaras de seguridad privadas que los captaran.
No obstante, desde la policía solicitaron al Centro de Monitoreo las grabaciones de la zona para ver si se puede dilucidar en el almacenamiento a las dos personas que ingresaron al domicilio.
La denuncia del hecho fue radicada en la Comisaría Primera y se comisionó a personal de Policía Científica. Afortunadamente, se constató que ninguna de las víctimas presentaba lesiones.
“Creí que era mi hija”
Cecilia, una de las víctimas, dialogó con El Eco de Tandil y contó la angustiante situación que atravesó el viernes por la noche.
Habían dejado una puerta abierta para que corriera aire en la casa y fue allí por donde, alrededor de las 23.15, los malvivientes ingresaron. “Estábamos viendo tenis, yo estaba con la computadora y mi marido leyendo. Y escuchábamos ladrar a los perros, pero creímos que era por los siervos. Y de repente, asoma una cabeza y entra un hombre al cuarto con un arma gritando: ‘¡Esto es un asalto!’”, relató.
En un principio, creyó que se trataba de una broma de mal gusto que su hija Paula, quien está de viaje, le estaba jugando y respondió: “Paula, volviste y no nos avisaste”, a lo que el ladrón replicó: “Es un asalto, no griten”. Fue en ese entonces cuando entró el segundo sujeto con un casco de motocicleta repitiendo una y otra vez que no lo miraran, que no eran de Tandil. “Eso significa que sí eran de acá, no hay duda. A todos los que les cuento dicen lo mismo”, refirió Guido, su esposo.
Evaluaron los damnificados que el hecho de haber creído que era su hija los benefició, ya que hizo que ellos quisieran irse rápido, pensando que alguien vendría: “Ellos buscaban plata y oro, cosas chicas. Porque teníamos cosas de mayor volumen que ni siquiera notaron. Se querían ir rápido”.
“Les di toda la plata, pero querían más”
Cuando entraron al cuarto, uno se quedó allí con el hombre y el otro le dijo a la mujer que lo acompañara a buscar la plata y los objetos de valor.
Obedeciendo con las órdenes para evitar que la situación se agravara, Cecilia se acercó hasta un cajón y le dio los siete mil pesos que les habían quedado para los gastos del mes. “Y me decían: ‘No puede ser. Tiene que haber más plata’. Entonces, mientras el otro empezó a abrir los roperos y tirar todos los cajones, el que estaba conmigo me llevó al hall y me gritó: ‘No puede ser que con la casa que tenés no tengas nada más’. Y la verdad es que no, ni siquiera la alianza tengo porque la dimos para Malvinas”, contó la mujer.
Agregó que “somos dos jubilados que cobramos la mínima y vivimos en una casa prefabricada, a la cual le hicimos un living para agrandarla. No tenemos plata”.
Sin embargo, la sorpresa se la llevaron los ladrones cuando, al sacar los sweaters del hombre, encontraron balas: “Y ahí empezaron a preguntar dónde estaba el arma, que en realidad es una que ya está obsoleta”.
Guido fue con uno de los asaltantes a buscar la pistola y, cuando la agarró, el restante le susurró a Cecilia que no se preocupara, que ya se iban. Les pidieron unos bolsos para guardar las computadoras y los celulares que les estaban robando pero, como no tenían ninguno, regresaron al dormitorio, desarmaron la cama y tomaron una sábana.
“A mí me dejaron encerrada en la pieza y se llevaron a mi marido. Pero no se dieron cuenta de que tenemos un balcón trasero, entonces yo no tenía necesidad de salir por adelante. Esperé un rato y cuando ya no había ruido, salí. Fui moviéndome despacio y, como no veía a nadie ni escuchaba ningún sonido, entré a la casa por el frente y pensé: ’¿Qué habrán hecho con Guido?’. Y de repente oigo que me estaba llamando; lo encerrado en la biblioteca”, expuso.
Al hombre lo maniataron con un camisón de su mujer y lo dejaron en aquel cuarto, pero sin cerrar la puerta con llave, “porque como es una casa prefabricada, no tenemos”.
“Esto marca una tendencia muy preocupante”
Si bien en más de 40 años que viven en aquel lugar nunca les había ocurrido nada, la situación vivida los puso en alerta tanto a ellos como a los vecinos de la zona que, en ocasiones anteriores sí habían sido víctimas de la inseguridad.
Sin embargo, hasta ahora nunca se habían registrado en el barrio robos a mano armada, lo cual preocupó y preocupa a todos los vecinos.
“Estuve con algunos vecinos y están muy preocupados. Porque si bien tuvieron asaltos, nunca fueron a mano armada y con encapuchados. Esto es muy grave; es fuerte tener enfrente a dos tipos armados”, esbozó Guido.
De hecho, comentó que uno de los malvivientes –el más violento- en un momento lo amenazó con pegarle un tiro si no se quedaba quieto.
Como Guido fue militar, es retirado de Marina, tiene un gran conocimiento de las armas y contó que una de las que poseían los ladrones era de gran calibre. “Era un cañón largo, una 38 Smith & Wesson cromada y deslucida, o sea antigua. Pero era una que pocas veces había visto”, dijo.
Lo que más alarmó a las víctimas fue el estado en el que estaban los asaltantes, tal vez bajo los efectos de algún estupefaciente. “Estaban muy nerviosos. Entonces vos les obedecés en todo, pero el tipo igual va a encontrar un motivo para disparar. Porque hay casos de ladrones que han disparado a personas mayores. Por suerte acá no pasó eso”, completó.